Ya me habían hablado varias veces de este sitio, de sus helados y concretamente de este gofre. “Lo tengo pendiente”, respondía yo constantemente. Caí por allí un par de veces pero no probé los helados ni los gofres, la prisa solo me dejó probar su chai latte, que por cierto, muy top. Aunque claro, llega un momento en que solo puedes rendirte a la opinión popular y dejarte ya de tés. 

Así que sí, como puedes adivinar, fui a probar el gofre. Un gofre que cuando llega a tu mesa sabes que el festín va a ser interesante, y que obvio, ya no cenas (o al menos eso te crees tú). Voluminoso, colorido, brillante y con pintón. Empiezo a entender la fama del plato. El gofre no es un gofre habitual, eso hay que saberlo, es hojaldrado y no a todo el mundo puede que le conquiste. A mi, está claro que sí. El gofre es vegano así que la receta ha tenido que cambiar ligeramente respecto a la tradicional, pero ya os digo que estaba increíble. No solo es cosa de la masa, sino de la capa de hummus de calabaza que sobresalía por los bordes, cubierta por láminas de aguacate, rúcula, tomate seco y anacardos. Tuve que pedir ayuda para terminármelo. 

¿Lo próximo? Probar el helado. Que por fascículos la vida sabe mejor.