MADRID. Los últimos meses del panorama financiero español, tras la constitución del nuevo Gobierno de Mariano Rajoy, han sido tan agitados que no hanm permitido reaccionar a políticos y empresarios próximos al bando popular, ocupados en asegurar su propia situación dentro del nuevo escenario político. Sin embargo, tras quedar más o menos definido el campo de juego con la reforma aprobada, que aun dará algunos coletazos, empiezan a surgir en el hoy extenso banquillo del PP voces que reclaman la necesidad de unir fuerzas y evitar situaciones innecesarias referidas a pérdidas de control o reducción de espacios de poder en ámbitos financieros.
Los últimos meses del año pasado, sobre todo en el tenso mes de diciembre con reuniones entre el presidente de Bankia, Rodrigo Rato y el de Caixabank, Isidro Fainé y algunos de sus principales ejecutivos, estuvieron cerca de cristalizar en la integración de ambas entidades bajo control de la catalana, una posibilidad que todavía no puede descartarse del todo pero que cada vez parece más lejana.
Menos prisas...
Las iniciales urgencias de Rajoy y especialmente de su ministro de Economía, Luis de Guindos, han dado paso a un periodo de mayor reflexión: los plazos de la reforma, así como los periodos para pujar por las entidades intervenidas restantes (Novacaixagalicia, Catalunya Caixa y Banco de Valencia) tras la reciente subasta de Unnim todavía sin resultados, dejan cierto margen de maniobra.
Rajoy, tras el choque de realidad inicial, ya ha tenido tiempo de reflexionar y hablar con todas las facciones de su partido, preocupadas por la opción Bankia-Caixabank, que sin embargo, agrada y de qué manera en las filas de CiU y la Generalitat catalana.
Guindos es un técnico de reconocido prestigio pese a su paso por Lehman Brothers. Se sentaba en el consejo de la Endesa de la italiana Enel hasta su nombramiento, circunstancia que le sitúa cerca del grupo de poder económico y mediático liderado por el presidente de la eléctrica, Borja Prado, también máximo ejecutivo de Mediobanca y auténtico representante del poder italiano en España, que casualmente se encuentra muy cerca de Caixabank y de su presidente, Isidro Fainé, y fuerte defensor de la fusión Bankia-Caixabank.
El Gobierno central, sometido a urgencias extraordinarias derivadas de la terrible situación económica heredada, fue receptivo a las soluciones rápidas capaces de arreglar de un brochazo y a las bravas la mayor parte de los problemas que Rajoy encontraba cada vez que levantaba otra alfombra. Ahora, la situación está cambiando y tras las decididas y puede que todavía aventuradas proclamas de independencia lanzadas desde Bankia y bastante dormida la integración planeada con Caixabank, cada vez son más las voces en el PP que empiezan a reclamar la creación de un gran grupo financiero no lejos de su órbita política.
Aprovechar el poder existente
Por ello, se hace necesario, opinan las fuentes consultadas, cierta racionalidad y sobre todo una estrategia definida, ya que "sería ridículo dejarse robar la cartera" cuando se cuenta con el control del Gobierno, del BOE y el mayor peso autonómico y municipal que nunca ha tenido el PP. Muchas de esas voces, procedentes de Madrid, Valencia y Galicia, manejan recuperar la idea desechada de crear un eje financiero transversal Levante-Centro-Noroeste. Una idea surgida inicialmente para integrar a Caixagalicia, CajaMadrid y la CAM y que ahora apenas ha cambiado uno de sus protagonistas: Bancaja ocupa el puesto diseñado inicialmente para la CAM.
De Madrid está defendida por la facción de poder que representa su presidenta, Esperanza Aguirre, muy próxima a Rato, y cuyo corazón casi se detuvo cuando vio que el Gobierno estaba a punto de bendecir la absorción de Bankia por Caixabank. Aguirre ya ha dado instrucciones a su agresivo vicepresidente Nacho González para que se 'ponga las pilas' con este asunto.
Otras voces proceden de Valencia, con un Alberto Fabra incómodo ante el conflicto Olivas-Rato y que esta misma semana se ha reunido con Rajoy con el que debería haber ido más lejos en su conversación que en las propias disputas internas de Bankia.
Finalmente, otrs intereses vienen de Galicia, con un Alberto Núñez Feijoó que quiere arreglar el lío que organizó él mismo boicoteando fusiones interregionales, lo que llevó al final a las cajas gallegas al Frob tras la intervención de Novacaixagalicia. Por cierto, con un José María Castellanos al frente de la entidad gallega que le colocaron a Núñez Feijoó desde entornos alejados del PP y próximos al PSOE, de la mano del exministro gallego José Blanco, apoyado desde la Mediobanca de Borja Prado con vínculos a la Caixabank.
Castellanos hasta ahora no ha cumplido sus compromisos, señalan fuentes del partido, sobre todo el de entrada de dinero fresco, y sin embargo es a juicio de muchos el mayor responsable de haber abierto el melón de los salarios de los presidentes o ejecutivos de las antiguas cajas para cargarse a Méndez y Gayoso.
Este planteamiento 'trifásico' Madrid-Valencia-Galicia, pasa en primer lugar por poner fin a las luchas fraticidas en el seno de Bankia entre la Caja Madrid de Rodrigo Rato y el consejo de Bancaja presidido por José Luis Olivas a cuenta del Banco de Valencia y el peso de las dos antiguas cajas en la nueva entidad. El argumento es básico: no se puede estar a guantazos cuando la competencia, Fainé desde Caixabank, está con la escopeta cargada y con toda su red de influencias apuntando a todo lo que se mueve, Novacaixagalicia incluida.
Ayudas como al Sabadell por la CAM
Además, las fuentes políticas consultadas opinan que Cataluña ya se ha beneficiado de la adquisición de la antigua Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) por parte del Sabadell, lo que saldrá bien habida cuenta además de la proximidad de alguno de los importantes accionistas de la entidad, como el editor Lara, con el nuevo Gobierno de Rajoy.
La CAM ha llegado al Sabadell con un pan debajo del brazo en forma de EPA (Esquema de Protección de Activos). Por ello, el grupo catalán, que sólo ha pagado un simbólico euro por la entidad alicantina, dispondrá de unas ayudas iniciales de 5.249 millones y un esquema de protección para los próximos diez años que cubrirá el 80% de las pérdidas generadas por los activos problemáticos de la CAM, sobre un perímetro de 24.660 millones. También dispondrá de garantías de liquidez por valor de 12.500 millones.
El segundo paso, una vez solucionadas las disputas internas en Bankia en el sentido que sea, debería ser intentar optar a la adquisición de Novacaixagalicia con un esquema de ayudas similar al logrado por el Sabadell por la CAM. Novacaixagalicia aportaría 76.000 millones de euros en activos y 668 sucursales en Galicia con una cuota en la región del 40%. Eso podría ser suficiente para resolver los problemas financieros de Bankia y crear un gigante nacional con capacidad de toser o incluso algo más a Caixabank, donde al parecer, no es oro todo lo que reluce.
Gigante con pies de plomo
La Caixa es un gigante pero como señalan en algunosn círculos financieros, podría contar con cierto lastre que dificultase su competitividad, ya que a diferencia de otras entidades como la propia Bankia todavía no ha hecho una reestructuración interna y se calcula que tendría que cerrar al menos 1.500 oficinas con un número de despidos por encima de los 7.500, lo que representa un elevado coste económico. Asimismo, pese a su fuerza industrial en participaciones como Gas Natural Fenosa. Repsol o Abertis, las cuentas de los bancos extranjeros adquiridos, como el Erste Bank de Austria, el Bank of East Asia de Hong Kong o el BPI portugués, entre otros, no saliendo como se esperaba.
Los más optimistas creen que la creación de este eje financiero Valencia-Madrid-Galicia, próximo al poder popular, podría incluso aspirar a extenderse por otras regiones periféricas como Cataluña, si sabe jugar sus cartas y recibe algún empujón en los próximos meses y si los movimientos de Fainé no resultan acertados, pero eso ya es otra historia.