VALÈNCIA. El interés de las empresas por instalarse en el entorno de la Marina de València, erigido como uno de los polos tecnológicos y de emprendimiento más potentes de España, está propiciando la ocupación de los pocos espacios que quedan todavía pendientes de rehabilitar y sin uso en la fachada marítima del 'Cap i Casal'. Uno de ellos es el Tinglado 4, que en estos años ha tenido varios pretendientes, pero ningún proyecto ha acabado de materializarse. Ahora, un grupo de empresarios vuelve a intentarlo y ya prepara una propuesta para presentar al Ayuntamiento de València con el objetivo de dar una nueva vida a estos antiguos almacenes de mercancías portuarias.
Se trata de las firmas valencianas Ética, especializada en asesoramiento financiero de inversiones sostenibles, junto a Realzia y Astiblanco Capital, ambas con una amplia trayectoria en gestión y desarrollo en el Real Estate, aliadas en un vehículo de coinversión en promoción inmobiliaria en la Comunitat Valenciana bautizado como Zitrus RE+I. Será a través de este instrumento con el que presentarán la oferta para hacerse con la concesión administrativa del espacio.
Su objetivo es rehabilitar y transformar el edificio en un polo de atracción de empresas y que sirva de ampliación del Biohub, espacio que actualmente acoge a firmas biotecnológicas, y que fue impulsado por Fernando Ibáñez junto a Ángela Pérez, vicepresidenta de la compañía de análisis genético Health in code. Precisamente, Ibáñez es CEO de Ética, una de las empresas que impulsa el vehículo de inversión con el que se quiere articular la oferta, ya que su objetivo es cerrar una cartera diversificada entre residencial y terciario.
En concreto, su propuesta pasa por aprovechar los 11.600 metros cuadrados de superficie del Tinglado 4 para generar un nuevo centro de atracción de compañías y sumar a otra veintena de organizaciones ante la alta demanda que existe por instalarse en este enclave. El Biohub se ubica en la Base 5 de la Copa América, en Marina Sur, donde operó el Equipe Areva, y cuenta con unos 5.000 metros cuadrados, distribuidos en zonas de trabajo para empresas; áreas de uso compartido y de coworking; laboratorios; salas de reuniones, espacios multiusos y un centro de eventos, con aforo para 500 personas. Actualmente, está al completo, por lo que dada la cercanía con el Tinglado 4, la pretensión sería unificar ambas instalaciones a través de una pasarela.

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En cualquier caso, por el momento se trabaja en el diseño y la concepción de la idea desde Zitrus Re+I. También, se buscan inversores para poder acometer las grandes inversiones que requiere no solo adecuar el complejo, sino reconvertirlo. De hecho, el Ayuntamiento de València, propietaria del inmueble, aprobó hace unos meses el proyecto técnico y de ejecución de los Tinglados 4 y 5 y solo la rehabilitación del primero tiene un presupuesto base de licitación es de 3.757.573,12 euros. De ahí la necesidad de contar con apoyo financiero para poder acometer una ampliación del Biohub sobre este inmueble, que cuenta con protección patrimonial y está declarado como Bienes de Relevancia Local (BRL) de la ciudad.
Según explican sus impulsores a este diario, la intención es presentar la oferta antes de finalizar el año. De haber más interesados, el Ayuntamiento de València tendría que sacar su concesión a concurso público. Por el momento, Sesame también ha mostrado su deseo de quedarse el activo. Su planteamiento pasa por levantar un centro de convenciones y con puestos de trabajo para compañías con los que paliar la falta de ubicaciones para las empresas.
Cabe recordar que, el primer proyecto propuesto en dicha ubicación fue la ampliación de Marina de Empresas, el proyecto de emprendimiento de Juan Roig. Sin embargo, decidió abandonar la ocupación del mismo por un proyecto en Atarazanas que, finalmente, se replanteó tras adjudicarse el Alinghi.
Construidos por los ingenieros José María Fuster y Fausto Elío en el siglo XX dentro del plan de ensanchamiento y mejora del Puerto, los Tinglados tienen un estilo modernista valenciano y están decoradas con mosaicos cerámicos policromados que hacen referencia a la vida comercial y marítima. Su función original era la de almacenes de mercancías, hortalizas y grandes.
Sin espacio en la Marina
De prosperar alguna de estas iniciativas, poco a poco el entorno de la Marina se va quedando sin disponibilidad. Así, quedará pendiente el Tinglado 5, situado en el Moll de Ponent y con una superficie aproximada de 7.500 metros cuadrados. Conserva su estructura metálica y decoración modernista, lo que permite destinar amplios espacios diáfanos a auditorio o eventos, crear zonas de coworking modulables y oficinas cerradas de diversos tamaño.

- Fachada del edificio de los Docks -
- Foto: KIKE TABERNER
Por otro lado, también quedaría por darle actividad al edificio de los Docks, que estuvo a punto de destinarse a un data center pero que, finalmente, el equipo actual de Gobierno decidió que no era un uso adecuado. Su superficie edificable puede alcanzar los 25.000 metros cuadrados distribuidos en varias alturas. Desde su inauguración sirvió como almacén de productos importados; más tarde albergó la conocida discoteca Las Ánimas hasta su cierre definitivo en enero de 2016, y actualmente permanece vacío y pendiente de un nuevo uso dentro de los planes de regeneración de La Marina, con propuestas que han ido variando. Ahora, el consistorio estaba esperando una propuesta adecuada al espacio.
Mientras, también se ponen encima de la mesa los dos edificios de nueva construcción en la Marina Norte, que forman parte del plan de infraestructuras presentado por Ocibar, el concesionario de las instalaciones náutico-deportivas. En ésta se proyectan dos edificios de oficinas. Un bloque corporativo de cuatro plantas (planta baja comercial y tres plantas diáfanas) y un centro de coworking de tres niveles, con espacios “hot desk”, despachos flexibles y salas de reuniones, complementado con una cafetería en planta baja y amplias terrazas.