ALDAIA (ROBERTO RUIZ OLIVA/EFE). Un año después de la devastación provocada por la Dana, la imagen del centro comercial Bonaire de Aldaia (Valencia) es radicalmente distinta a la que dio la vuelta a España, desde aquel aparcamiento subterráneo anegado y galerías convertidas en torrentes hasta un espacio que ahora es emblema de la recuperación económica.
Aunque su reapertura se produjo a mediados de febrero, menos de cuatro meses después de las inundaciones torrenciales, ese regreso fue solo el primer paso de un proceso paulatino que ha culminado con un enorme complejo completamente renovado, a pleno rendimiento y con cifras que ya superan las de antes de las graves inundaciones del 29 de octubre.
La adquisición por parte de Castellana Properties en marzo de 2025 marcó un punto de inflexión y, a pesar de que las negociaciones se vieron inevitablemente retrasadas por la magnitud del desastre, estas se cerraron con un ambicioso plan de recuperación y crecimiento.
El reto más importante fue desde el principio restablecer la normalidad lo antes posible, con la coordinación de las obras en marcha y la colaboración con las marcas para reactivar el mayor complejo comercial y de ocio de la Comunitat Valenciana, que en sus 135.000 metros cuadrados de superficie total ha llegado a registrar más de once millones y medio de visitas anuales.
La intervención tras la Dana no se limitó a reparar lo dañado y se han aprovechado las obras para modernizar infraestructuras críticas y actualizar instalaciones clave.
Además de la reconstrucción física, se han revisado protocolos de seguridad y emergencia y se han implementado nuevas medidas para reforzar la resiliencia ante episodios meteorológicos extremos.
Recuperación récord
Un esfuerzo que ha dado sus frutos en tiempo récord: para la primavera el centro estaba ya prácticamente al 100 % de ocupación, con una oferta comercial y de ocio plenamente operativa.
Nuevas marcas se incorporaron tras la reapertura y algunas de las existentes han ampliado sus espacios ante la creciente demanda.
El Gestor Senior de Activos en Castellana Properties Javier Hernández ha destacado a EFE que actualmente Bonaire da empleo a más de 2.300 personas y se ha consolidado como un punto de encuentro para los habitantes del área metropolitana de Valencia.
Los números confirman la recuperación: en mayo las ventas estaban un 5 % por encima del mismo mes del año anterior y, entre abril y agosto, el crecimiento acumulado rozaba el 4 %.
El dinamismo no solo se refleja en las cifras económicas, porque Bonaire ha intensificado además su apuesta por ofrecer experiencias diferenciadas, como un espacio de referencia tanto en compras como en ocio y entretenimiento.
Proyecto de ampliación
Mirando al futuro, la perspectiva es ambiciosa, puesto que Castellana Properties valora un proyecto de ampliación de alrededor de 10.000 metros cuadrados para potenciar aún más la oferta, generar nuevos puestos de trabajo y seguir impulsando la economía local, ha explicado Hernández.
La campaña de otoño-invierno y la próxima temporada navideña se afrontan con optimismo y, con la tendencia positiva consolidada en los últimos meses, se espera que las afluencias y ventas sigan creciendo.
A pesar de que el centro opera prácticamente con normalidad, en el entorno todavía queda algún fleco pendiente, como los trabajos de reconstrucción de un viario auxiliar y una estructura de acceso a Bonaire que la Generalitat Valenciana ha iniciado a principios de mes con el objetivo de reabrirlos para Navidad.
Las escenas de agua y barro de hace un año, que hicieron que Bonaire forme parte del imaginario colectivo para representar la magnitud de la tragedia causada por la Dana, han dado paso a pasillos llenos de gente, escaparates iluminados y un ambiente de normalidad, con lo que este centro se ha convertido en un caso paradigmático de cómo una infraestructura clave puede renacer tras un desastre.
A pesar de los bulos sobre este centro comercial y su aparcamiento, la Dana no dejó víctimas mortales en sus instalaciones, pero sí marcó un antes y un después. Su recuperación simboliza la resiliencia de toda una comunidad, porque donde hace doce meses había incertidumbre, ahora hay actividad económica y futuro por delante.