Empresas

Más de mil de empresas valencianas han dejado de vender en China en los últimos cinco años

El lento despegue del consumo interno desde la pandemia, sumado a la crisis inmobiliaria que sufre el país, afecta a las compañías de la Comunitat que no estaban consolidadas en el gigante asiático

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VALÈNCIA. La geopolítica es un ser vivo en constante transformación que a veces parece caer en paradojas. Si bien los aranceles impuestos por Estados Unidos han llevado en los últimos meses a que las empresas miren a China como un mercado alternativo, lo cierto es que las relaciones comerciales de la Comunitat con el gigante asiático han disminuido en el último lustro de manera significativa. Un total de 1.008 mercantiles valencianas han dejado de vender en este mercado desde 2019, según se desprende de datos de Cámara Valencia consultados por este diario.

En 2019 el número de firmas que exportaban desde la Comunitat a China era de 2.450, mientras que en 2024 se situaba en 1.442. Esto se traduce en un descenso del 58,8% en estos últimos cinco años. Sin embargo, el volumen de exportaciones de la Comunitat Valenciana a China en 2024 alcanzaron los 491 millones de euros según datos de Ivace, mientras que en 2019 se situaron en 433 millones de euros, lo que implica un ligero incremento respecto a hace cinco años. No obstante, dentro de este periodo, se han registrado distintos retrocesos anuales, como la caída de las exportaciones en 2022 respecto a 2021.

Según explica Vicente Pallardó, profesor de Estructura Económica en la Universitat de València, el descenso del 58% en el número de empresas valencianas que venden a China en este periodo reside en la contracción del consumo que sufre el país desde la pandemia de Covid-19. "La recuperación está siendo lenta y, sobre todo, el consumo no despega, lo que complica las cosas para empresas que no están sólidamente establecidas. Aquellas que estaban bien posicionadas pueden sostener las exportaciones pero aquellas que no estén consolidadas optan por abandonar el mercado", indica.

Otro de los factores que puede influir en estos datos responde a la severa crisis inmobiliaria que sufre el país. Francisco Martínez, socio de Uría Menéndez en Valencia con gran experiencia en el mercado chino, explica que, además del colapso del gigante Evergande, el país sufre una burbuja inmobiliaria. "Se ha construido vivienda que no se está vendiendo. Allí hay necesidad de vivienda pero hay una bajada de actividad económica también. Por ello, la demanda china sobre todo de materiales de construcción y, especialmente de cerámica y mueble en el caso valenciano, es menor", señala.

  • Imagen de archivo. -

"Mis compañeros chinos han estado haciendo concursos de acreedores. Toda la inversión extranjera que había se ha cortado bastante. El propio consumo en China ha bajado significativamente desde la pandemia", agrega Martínez, quien coincide con Pallardó en que la existencia de tensiones comerciales tampoco contribuye positivamente a que las empresas valencianas apuesten por China y actúan con un efecto disuasorio. "Aunque algunos de los aranceles afecten a sectores concretos, como es el caso del porcino español, estas medidas defensivas hace que otros sectores también se lo piensen mucho", puntualiza.

Reconfiguración de la cadenas de suministro

Otra razón que esconde la caída de empresas valencianas exportadoras al mercado chino es la propia reconfiguración de la cadena global. "China antes era muy barato en cuanto a barreras administrativas, pero eso ha ido cambiando. Hay empresas que saben que no pueden dejar de estar en ese mercado por lo que están optando por exportar directanmente a otros destinos cercanos como Vietnam pero más amistoso con las inversiones", señala Martínez, quien destaca que esta manera de operar recibe el nombre de China + 1. "Además está la amenaza de que China invada Taiwán, eso es otro factor que puede influir en esa reconfiguración del mercado", añade.

La pandemia ha supuesto, en defintiva, un punto de inflexión para la economía china que ha tenido su efecto en el comercio global. Tal y como explica Cámara Valencia, el covid de 2020 supuso para China un cambio de ciclo, entrando en una fase de progresiva desaceleración del ritmo de crecimiento. El colapso inmobiliario, la guerra comercial con Estados Unidos, y los prolongados cierres de covid (con una política muy férrea) han moderado el dinamismo económico de China en los tres últimos años.

  • Imagen de archivo. Foto: EXTENDA -

Pero es especialmente la crisis inmobiliaria la que más afecta al crecimiento chino: cerca de 90 millones de viviendas sin vender o sin acabar en un momento de estancamiento de la población. En 2024 el gobierno anunció nuevas medidas para impulsar el sector: una nueva inyección de créditos para terminar los edificios inacabados, recortes de tipos de interés y flexibilización de las restricciones a la compra de viviendas.

El crecimiento previsto a corto y medio plazo se puede considerar moderado (entre el 3% y el 4%), lejos de la media de la segunda década de este siglo. Este crecimiento descansaría en la recuperación del consumo de los hogares y en la fortaleza de los estímulos fiscales internos. "Por el contrario, el estancamiento del comercio internacional, el elevado nivel de la deuda en China (100% del PIB) y las nuevas tensiones comerciales con Estados Unidos, son factores que pesarán negativamente en la recuperación de su dinamismo económico", indica Cámara.

Además, la política económica de China, enfocada en transformar la industria manufacturera en otra impulsada por la tecnología, la innovación y la productividad, ha obligado a reducir el exceso de capacidad en industrias pesadas como el acero, el cemento y la construcción naval, al tiempo que alienta a las empresas nacionales a cambiar a industrias de mayor valor agregado. China busca desarrollar industrias emergentes como la computación cuántica y la inteligencia artificial, y al mismo tiempo, liderar sectores como el de baterías, vehículos eléctricos y biotecnología.

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