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LA RED VALENCIANA DE I+D A DEBATE

Cómo la crisis y el desmadre acabaron con los institutos tecnológicos

  • Protesta de trabajadores de los institutos tecnológicos
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VALENCIA (J. CLEMENTE). La reestructuración de la red de institutos tecnológicos que el conseller de Economía, Máximo Buch, puso encima de la mesa el pasado martes es el primer intento serio por abordar una reforma que lleva demasiado tiempo pendiente

La red de centros de I+D nació en su mayoría hace tres décadas. Impulsados por un Impiva que entonces estaba dirigido por el conseller Andrés García Reche, aquellos institutos se diseñaron vinculados a lo que se ha convenido denominar 'sectores tradicionales' de la economía valenciana. Su puesta en marcha y posterior desarrollo fueron pionero en España y muchas otras regiones miraron la red valenciana de investigación como un modelo a seguir.

Sin embargo, los cambios en el tejido productivo valenciano, con la desaparición de industrias que en aquel momento eran muy potentes, no estuvieron acompañados por una revisión de los fines de cada centro. La inercia y el temor al coste social de una reestructuración bloquearon cualquier debate sobre cómo afrontar los nuevos tiempos de la economía deslocalizada.

Al mismo tiempo, la dinámica política iniciada durante las anteriores legislaturas de hinchar las iniciativas por encima de su valor real sin aplicar criterios objetivos y favorececieno la aparición de una burbuja administrativa de la que no fue ajena la red de institutos tecnológicos acabó convirtiendo a parte de éstos en refugios de profesionales militantes del partido y de colocaciones a dedo por prescripción política más que científica.

RESISTENCIAS AL CAMBIO

Todo ello y la resistencia corporativa a cualquier cambio que representara un cambio en tales despropósitos y una reestructuración racional de todo el complejo tecnloógico no fue, no obstante, exclusiva de los institutos tecnológicos valencianos. En otras partes de España también costó poner en marcha una reestructuración de sus propios centros. Pero en el País Vasco o en Cataluña ya se han afrontado cambios sustanciales para adecuarlos a la nueva situación.

La situación de los 14 centros tecnológicos valencianos es dispar. Los hay que han conseguido superar incluso la práctica desaparición del sector por el que fueron creados, como Aitex, el instituto textil, que ha diversificado sus líneas de investigación y ha salido al exterior en busca de clientes.

Pero otros no han seguido el mismo camino. Y el dato más significativo es que en los últimos años el porcentaje de los ingresos que llegan por los contratos que firman con empresas ha caído en picado. La financiación de sus investigaciones se nutre de fondos públicos (Generalitat y Unión Europea, fundamentalmente) y la duda sobre la eficacia en la economía real de esos estudios está sobre la mesa

Protesta de trabajadores de los institutos tecnológicos

"Nadie duda de que sea necesario acometer una reforma de los institutos, pero cuando en el País Vasco se planteó, el Gobierno local puso fondos para hacerlo, algo que aquí vemos imposible", explica una fuente del sector, recordando los problemas que tiene la Generalitat para pagar la deuda que acumula con los centros.

En este sentido, fuentes de la Consellería de Economía, de la que depende el Ivace (antiguo Impiva), aseguran que están dispuestos a colaborar en esos procesos de concentración con préstamos participativos.

Si bien las razones esgrimidas por el Consell para instar a los institutos tecnológicos a fusionarse apuntan a la necesidad de vincularse con la industrial local y aumentar los ingresos por contratos específicos, lo cierto es que la reforma se plantea casi de forma obligada. El hecho de que a partir del año que viene se reduzca la cofinanciación de proyectos por la Unión Europea del 80% al 50% y los graves problemas de liquidez de la Generalitat, hacen que el dinero disponible para mantener la estructura investigadora sea cada vez más compleja.

Desde la Generalitat se insiste en que la reforma de los centros y su fusión no debe representar una reducción de gastos sino un aumento de los ingresos hasta hacerlos viables. Pero uno de los recelos que recorre toda la red de centros es el impacto que tendrá un proceso de concentración como el planteado. "Tendrá un evidente impacto en las plantillas por mucho que digan, y supondrá la salida de numerosos investigadores, como ya está pasando por los impagos", explica otra fuente del sector.

"Cuando se dice y se repite que el I+D es clave para crear una nueva economía de futuro, la reestructuración puede dar la puntilla a la capacidad de los centros de afrontar proyectos", explica la misma fuente. Sin embargo, es evidente que esa red que en su día fue modélica ha ido perdiendo vigencia, eficacia y vinculación con la economía empresarial y precisa de una revisión a fondo.

De no hacerlo corre el riego de morir por falta de proyectos reales encargados por las empresas a las que deben prestar servicios. La cuestión es cómo reestructurar todo ese entramado investigador y burocrático, habituado a las subvenciones fáciles, sin perder el conocimiento y talentos  adquiridos durnate estas décadas de trabajo e investigación.

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