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El Banco de Valencia pedirá el rescate al FROB

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Sede del Banco de ValenciaVALENCIA. Un desfase de capital superior al valor de la entidad en bolsa. Ese es el escenario real del Banco de Valencia y que le va a llevar a pedir el rescate del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) como única salida viable en estos momentos para alcanzar los ratios de solvencia que le exige el Banco de España.

Tanto fuentes del entorno del banco y de su matriz (Banco Financiero y de Ahorros-Bankia) como del sector financiero y hasta el propio conseller de Economía y Hacienda de la Generalitat Vlaenciana, Enrique Verdeguer, dieron por hecho ayer que el recurso a las ayudas públicas es el camino más transitable en estos momentos para salvar la delicada situación económica y patromonial de Banco de Valencia.

El surpervisor mantiene abierta una inspección en la histórica entidad financiera que tiene como objetivo calibrar la magnitud de la tragedia. Un ‘agujero', vinculado a los préstamos incobrables que el banco mantiene con empresas del sector inmobiliario, que alcanzaría los 600 millones de euros, según la cifras que maneja el Banco de España y que el propio consejo de administración del Banco de Valencia conoce desde la última reunión, celebrada hace unas semanas, según ha podido saber ValenciaPlaza.com.

Sin embargo no fue hasta este lunes, tras la publicación por parte del diario El Mundo de la situación interna de la entidad, cuando el Banco de Valencia, obligada por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), comunicó que está siendo inspeccionada por el Banco de España. Una inspección, calificada de "ordinaria" en el hecho relevante remitido a la bolsa, de la que debe salir la cifra definitiva de fondos que precisa el banco.

Sea cual sea la cifra final, el banco se verá obligado a realizar una ampliación de capital que, con casi total seguridad, requerirá de la convocatoria de una junta general de accionistas extraordinaria para su aprobación, dado que el consejo solo tiene mandato para aprobar una inyección de hasta 60 millones de euros, "cifra que pudiera no cubrir las necesidades de capital".

La cuestión a partir de ese momento es quién se hará cargo de la ampliación. Y lo que parece evidente -y en lo que coincidían ayer todas las fuentes financieras consultadas por este periódico- es que no serán los actuales socios los que se hagan cargo de la abultada cantidad que se intuye hará falta.

EL BANCO, ABANDONADO A SU SUERTE

La primera muestra de que el futuro del Banco de Valencia pasa por el rescate del FROB la dio su accionista mayoritario. Banco Financiero y de Ahorros, quien ostenta el 39% del capital a través de Bancaja Inversiones (BISA). "La participación de BFA en Banco de Valencia es puramente financiera, sin funciones ejecutivas", dijo ayer el banco matriz de Bankia y también de Banco de Valencia.

Una afirmación cuanto menos sorprendente y que implica un cambio en la posición histórica de Bancaja en el seno del banco desde que desembarcó en 1994. No tan lejos como el pasado mes de febrero, cuando el Gobierno aprobó el real decreto que eximía de la obligación de lanzar una OPA sobre el 100% a quien "alcance el control de una sociedad cotizada como consecuencia de procesos de reestructuración o integración", Banco Financiero y de Ahorros, que incurría en ese supuesto tras la integración de Bancaja en el proyecto liderado por Caja Madrid, manifestó su "intención de mantener su participación y ejercer sus derechos políticos en Banco de Valencia".

¿Qué ha ocurrido en estos meses para que la histórica entidad valenciana esté abocada a un futuro incierto, con 600 millones de desfase de capital, la cotización en Bolsa suspendida durante horas y el Banco de España presionando con una inspección de las cuentas de la entidad?

Lo cierto es que BFA ha emprendido un camino divergente al de Banco de Valencia con la salida a bolsa de Bankia, entidad a la que trata de limpiar cualquier vinculación a la burbuja inmobiliaria y por la que ha apostado para el nuevo escenario financiero español. El histórico banco valenciano, desubicado en la nueva estructura, se volvió repentinamente en un problema más que en un activo para sus accionistas mayoritarios.

BANCO DE VALENCIA DEJA DE SER LA JOYA DE LA CORONA

El tradicional respaldo de Bancaja a lo que consideraba su ‘joya de la corona' se fue debilitando con el centro del poder del nuevo banco en Madrid y con la mira puesta en otros objetivos. La gestión del consejero delegado, Domingo Parra, nombrado por la caja, comenzó a ser discutida por los accionistas históricos del banco, el grupo de familias valencianas formado por los Aznar, Noguera, Soriano o Michavila, entre otros.

El hundimiento del valor en bolsa, los malos resultados presentados en los dos últimos trimestres y las sospechas de que el riesgo inmobiliario de la entidad es mayor al declarado, con supuestos créditos impagados cuya provisión se evita renovando los préstamos para evitar su entrada en mora, fueron acrecentando el malestar.

Todo en mitad de la inanición tanto desde la cúpula directiva -con José Luis Olivas centrado en Bankia y Parra y otros referentes como Jesús Sancho Tello cada vez más desconectados- como de los propios representantes en el consejo de administración de los accionistas históricos.

Esta parte del consejo no tomó la iniciativa esperando que fuese BFA quien diera el paso necesario para recapitalizar la entidad. Pese a que todos coincidían en la necesidad de hacer una ampliación de capital urgente, la decisión se fue aplazando mes tras mes.

El desenlace final, que puede acabar con el Banco de Valencia en manos del Estado, empezó a dibujarse el pasado 7 de octubre con la salida de Parra y el nombramiento de Aurelio Izquierdo como consejero delegado. A este movimiento siguió 20 días más tarde la dimisión por sorpresa de José Luis Olivas como presidente, alegando un conflicto de intereses con la matriz BFA-Bankia, de la que es vicepresidente ejecutivo.

La decisión de Olivas apuntó ya las prioridades de BFA, confirmadas ahora con su intento de desvinculación de la gestión del Banco de Valencia, pese a que Izquierdo es un hombre de confianza del aún presidente de Bancaja.

De confirmarse la ‘entrega' al FROB de la histórica entidad, el mermado sector financiero valenciano recibirá un nuevo golpe tras la intervención de la CAM y la dilución de Bancaja en Bankia. Una desaparición, con efectos ya mesurables por los empresarios que tratan de encontrar un interlocutor que ya no existe, de la que la Generalitat también ha tratado de evitar cualquier responsabilidad.

Y es que el Consell, si bien no tiene influencia directa en el Banco de Valencia, sí nombró a los que pilotaron a los dos cajas de ahorros valencianas, tanto en la época de Eduardo Zaplana, que dirigió con el apoyo del director del Instituto Valenciano de Finanzas, José Manuel Uncio, el desembarco de Julio de Miguel en la presidencia del grupo Bancaja, como en la de Francisco Camps. En esa época ejercieron como consejeros de Economía el propio José Luis Olivas (que también fue presidente ocasional), Vicente Rambla y Gerardo Camps, y como responsable del IVF, Enrique Pérez Boada. Ahora han heredado Alberto Fabra y Enrique Verdeguer los frutos de aquellas políticas.

Responsabilidad por acción y también por omisión, ya que la Generalitat no ha jugado ningún papel en el proceso de reestructuración financiera que ha vivido España en un intento por mantener un sistema bancario vinculado y con poder en la Comunitat Valenciana.

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