VALÈNCIA. "Tenemos camiones y máquinas paradas, pero más trabajo que nunca". La frase de Felipe Ferrer, gerente de Ferrer-Ferrer Maquinaria S.L. y presidente de la Asociación Valenciana de Empresas de la Construcción, Maquinaria y Obra Pública, resume a la perfección el momento que atraviesa el sector. Con una demanda disparada tras la devastadora Dana del 29 de octubre, la construcción en la provincia de Valencia vive una paradoja: nunca hubo tanto trabajo ni tan pocos trabajadores.
El déficit de profesionales, que antes de las virulentas riadas se situaba en torno a los 30.000 puestos vacantes, ha escalado hasta los 40.000, según las estimaciones de Fevec y Fecoval. Electricistas, fontaneros, albañiles, ferrallistas, encofradores, maquinistas o conductores...todas las ramas de la construcción sufren un mismo cuello de botella que amenaza con paralizar obras y comprometer los plazos de reconstrucción.
"Necesitamos profesionales en todo tipo de maquinaria: excavadoras, palas cargadoras, motoniveladoras, retroexcavadoras... No hay gente", insiste Ferrer. La escasez de mano de obra ha alcanzado niveles críticos. "Hay empresas con contratos que se paralizaron con la Dana que luego se reactivaron, pero con precios antiguos. Y encima no hay personal para afrontarlos", lamenta este empresario.
El problema, según Ferrer, viene de años atrás. "Tras la crisis de 2008 se demonizó al sector. Se le llamó la ‘crisis de la construcción’ cuando fue financiera. Mucha gente se marchó a otros sectores y no ha vuelto. Además, hay desconocimiento: se cree que seguimos trabajando con máquinas antiguas y condiciones duras, pero hoy los maquinistas tienen buenos sueldos y buenas condiciones", explica.
Esa falta de relevo generacional también la percibe Emilio Zafón, gerente de Transportes y Servicios Emilio Zafón S.L. y presidente de Apecas. "Nos encontramos con gente que no es profesional: no han llevado nunca una máquina ni un camión. Hay que formarlos desde cero", explica. Su empresa acaba de iniciar un curso de formación en Castellón para una docena de personas. "El problema es que cuando ya tienen experiencia, muchos se van a otras empresas. Por eso muchas no quieren invertir en formar a alguien", admite.
Las principal consecuencia de esta situación es el rechazo de numerosos proyectos que no se pueden atender. "Al no tener profesionales suficientes, no compramos máquinas, porque no hay conductores que las sepan llevar y se rechazan proyectos todos los días. Muchos presupuestos ni los miras porque sabes que no podrás asumirlos", confiesa Zafón. "Antes el problema era que había gente pero poca maquinaria. Hoy es justo al revés", agrega.
Magdalena Verdú: "No falta formación, falta voluntad de trabajar"
Desde el ámbito de las instalaciones de gas, Magdalena Verdú, gerente de Segurgas Verdú y presidenta de Ficoval, destaca que el problema no es la falta de formación, sino el rechazo de muchos profesionales a trabajar para una empresa. "No hay mano de obra, pero no porque falte gente formada. Es que no hay voluntad de trabajar para una empresa", sentencia. Verdú asegura que muchas compañías se encuentran con candidatos acreditados que no acuden a las entrevistas o que directamente rechazan trabajar. "Hay personas que prefieren cobrar una ayuda mientras hacen reparaciones por su cuenta, sin darse de alta. Eso alimenta la economía sumergida y deja a las empresas sin personal", denuncia.
"Hace tres años te habría dicho que el problema era la falta de formación, pero ahora es un problema de política laboral. Veo situaciones de que gente que realmente necesita el subsidio no lo tiene y viceversa”, lamenta Verdú.

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Pese a ello, su empresa ha encontrado un respiro en nuevos perfiles: inmigrantes latinoamericanos con ganas de aprender y trabajadores mayores de 45 años acogidos a la ley de segunda oportunidad. "Estos últimos buscan estabilidad, pero hay que formarlos desde cero y eso tiene un sobrecoste brutal para las empresas", apunta.
Un sector tensionado por los costes y los retrasos
El problema de personal no llega solo. La subida del precio de los materiales ha agravado aún más la situación. El presidente de Fecoval, José Luis Santa Isabel, advertía que el hormigón ha subido entre 10 y 15 euros por metro cúbico, el hierro un 30% y los áridos un 20%. Una inflación de costes que en Valencia es superior a la media nacional debido al volumen simultáneo de obras ordinarias y de reconstrucción por la Dana. "Tenemos las obras normales y las de la Dana. Encontrar una bañera o una máquina es casi un milagro", resumía.
Ante este escenario, las empresas se ven obligadas a importar maquinaria y trabajadores de otras comunidades, con el consiguiente aumento de gastos en desplazamientos y dietas. Otras estudian traer personal del extranjero, aunque los costes se disparan. "Hemos contactado con una empresa de Asturias que recluta en otros países, pero entre el viaje, la estancia y el alojamiento, acaba saliendo aún más caro", explica Zafón.
Para tratar de paliar la escasez, la Generalitat impulsó junto a Fevec y Femeval una formación exprés con el objetivo de incorporar 3.000 nuevos profesionales para las obras de reconstrucción. Fevec, por su parte, formó a 10.000 personas el pasado año a través de su fundación y espera repetir cifras similares en 2024, aunque su presidente admite que "todos los esfuerzos son pocos".
La reconstrucción total de los municipios afectados por la Dana podría demorarse hasta cinco años si no se refuerza el músculo laboral del sector, según Fecoval.