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LAS CUOTAS SE DESPLOMAN EN BOLSA

Los 'accionistas' de CAM deberán asumir el quebranto y pueden perder toda la inversión

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VALENCIA. El acuerdo de recompra de las cuotas participativas aprobado por el consejo de CAM días antes de ser intervenidos se tomó desoyendo las propias advertencias que la caja hizo a los inversores en el momento de salir a bolsa. La decisión, que fue revocada el miércoles por los administradores nombrados por el FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria), podría suponer incluso una gestión cuanto menos cuestionable por parte del consejo, ya que se trata de una operación innecesaria que implica una salida de capital de la caja, afectando a su solvencia.

A esto se une el hecho de que los cuotapartícipes ocupan una situación similar a la de los accionistas en cualquier sociedad anónima, tanto a la hora de asumir responsabilidades como a la de cobrar en un proceso de liquidación, es decir: son los últimos de la cola. Están por detrás de los acreedores ordinarios, y de los tenedores de deuda subordinada y participaciones preferentes. Solo la Obra Social está a su mismo nivel.

Con estas premisas el Banco de España revocó una decisión a todas luces insostenible, la de recomprar las cuotas cuando ni tiene ninguna obligación de hacerlo y con un coste económico superior al que se estima que valen pese a lo que digan los mercados.

CAM, según el folleto de emisión de las cuotas registrado en la CNMV, no tiene ninguna obligación de recomprar las cuotas excepto en un único escenario: "en el caso de que hay un cambio en la normativa reguladora de los derechos políticos de los cuotapartícipes".

Aun en el caso de pensar que el traspaso del negocio financiero a Banco CAM pudiera acogerse a esa excepción, la recompra solo podría hacerse, y siempre con la autorización del Banco de España, "siempre que no se vea afectada la solvencia de la caja", apuntaba la documentación facilitada a los inversores.

Con unas necesidades de capital de 2.800 millones como mínimo para reforzar su solvencia -a la espera de que se concluya la auditoría- y de otros 3.000 millones para atender amortizaciones inminentes (aportados ambos por el FROB), el uso de fondos para hacer la operación no parece razonable.

Como tampoco lo es, al entender del Banco de España, que los cuotapartícipes -al fin y al cabo, socios de la caja en tanto que accionistas por muy peculiares que sean- salgan del capital sin asumir las obligaciones que contrajeron. Una de ellas era cobrar dividendos. De hecho, también unos días de pedir el rescate al Banco de España, la entidad aprobó un dividendo a cuenta en metálico de 0,16 euros por cuota, una operación que no encaja en lo que se presume un banco quebrado. Si bien solo son 35 millones de euros, no sería el primer caso que unos administradores de una empresa intervenida han revocado este tipo de pagos cuando la empresa ya está en crisis, obligando a devolver las cantidades entregadas a los socios.

La otra obligacion es asumir las pérdidas. La compensación de esas pérdidas que se espera que afloren, se realiza contra el fondo fundacional de la caja pero también contra el el fondo de reserva de los cuotapartícipes (que seguramente se agotará antes de cubrir el quebranto), cada uno en su parte proporcional como accionista. El folleto de emisión advertía reiteradamente que: "como consecuencia de la compensación de pérdidas, los cuotapartícipes pueden llegar a perder todos sus recursos mientras que la caja puede seguir contando con reservas y recursos afectos a la Obra Social".

En este punto aparece la primera pista de la pérdida de valor de las cuotas participativas. Y es que pese a que en bolsa hayan cotizado en este tiempo en rangos que llegaron a superar los siete euros, lo que posiblemente valgan las cuotas en este momento sea muy próximo a cero.

Hay un detalle importante que diferencia a las cuotas participativas de las acciones al uso. Mientras que en los títulos comúnmente empleados el inversor siempre mantienen un porcentaje estable de la compañía si no hay ampliaciones de capital, aquí la parte que representan las cuotas emitidas varía con la valoración contable de la caja, así como de otras variables ajenas completamente a la valoración del mercado, es decir, del precio de las acciones en el mercado. Esto, ante una situación de quebranto como la que vive CAM puede ser definitivo. El folleto aprobado por la CNMV lo puso negro sobre blanco: "Puede implicar la dilución progresiva de la parte atribuida inicialmente", que fue del 7,5% del capital.

Estas peculiaridades -y sus consecuencias- son públicas y deberían ser conocidas por los inversores. Pero no fue hasta este jueves, tras el anuncio del Banco de España de que no se iba a autorizar la recompra, cuando los cuotapartícipes se dieron cuenta de que tenían papel mojado en las manos. La avalancha de venta ayer colapsó literalmente el valor, al que se tuvo que aumentar el margen dinámico, para que pudiera oscilar más del 50%. Por cada ocho acciones a la venta había una posición compradora. Era imposible cruzar operaciones.

Al cierre las órdenes de venta alcanzaron los 300.000 títulos, muy por debajo de las de compra. Este elevado volumen de ventas hizo imposible casar las órdenes hasta el periodo de ajuste. Finalmente, se intercambiaron 23.634 títulos y el precio bajó hasta 1,7 euros. Una caída del 50% sobre el cierre anterior. Un desplome del valor, en todo caso, acorde con la crítica situación de CAM.

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