Entre los barrios de Campanar y Tendetes se puede trazar un mapa psicogeográfico para nostálgicos de la antigua Unión Soviética que no han salido de cruces para afuera. El antiguo hospital de La Fe, los edificios administrativos del PROP, el Expo Hotel, la bolera de Campanar, una plaza comatosa dedicada a Robert Baden-Powell, el fundador del Movimiento Scout Mundial y el núcleo de este artículo: la estación de autobuses.
Primero la arquitectura, después la manduca. La estación de autobuses se enmarca en el catálogo arquitectónico de la València del 57, cuando la ciudad sufrió lo que en valenciano se conoce como la riuà. La construcción del edificio buscaba agrupar a todas las compañías de transporte en un punto concreto, en lugar de que estuvieran diseminadas por la ciudad.
Fue Javier Goerlich quien plasmó sobre plano una gran infraestructura en el Llano del Remedio, que no vio la luz. Este proyecto no realizado suma un elementos más a la 'Valencia imaginada' de los proyectos de este arquitecto que no prosperaron. Décadas después, la estación fue edificada en el barrio de Tendetes sin prestar demasiada atención a elementos de accesibilidad, protección frente a las inclemencias meteorológicas o señalética clara. Vale que eran otros tiempos, pero hasta el año pasado no ha habido ningún claro movimiento desde los organismos de gestión y gobernanza por intentar evitar que las palomas fueran un pasajero más.