VALÈNCIA “No vayas a la cárcel, hay gente peligrosa”, le dijeron. “Y fuera también”, respondió ella. Beatriz Esteban (València, 1997) es escritora y acaba de publicar su tercera novela, Presas (Nocturna Ediciones, 2019), tras Seré Frágil (Planeta, 2017) y Aunque llueva fuego (La Galera, 2018). En ella se aproxima al mundo de las reclusas comunes a partir de su experiencia como voluntaria en la cárcel de Picasent. Una vivencia que le cambió y le enseñó a mirar el mundo sin prejuicios de ningún tipo. Porque la realidad de las presas comunes tiene muy poco que ver con los clichés, es más difusa e inasible. Algo de lo que dan fe proyectos como el de Impresas de Pilar Almenar.
El caso de Esteban es peculiar por su precocidad. Con sólo 19 años, esta estudiante de Psicología eligió dedicar sus vacaciones de verano a acompañar y escuchar a los internos de la cárcel de Picassent, una de las prisiones más grandes y conflictivas de España. Pero frente a la inquietud general de su entorno y conocidos, ella descubrió que la realidad es menos inquietante cuando se la mira de frente. “El miedo me duró lo que tardé en ponerles cara [a los presos]. Es curioso cómo cuándo dejas de hablar de presos y delincuentes como un grupo y empiezas a llamarles por su nombre, cuando conoces sus vidas y su dolor, la historia que te cuentas a ti mismo sobre la cárcel también cambia”.