Era una noche de abrasante de 2020. Yo terminaba de cenar en no recuerdo dónde y paseaba sin rumbo por el barrio del Carmen. Como siempre, llegué a la Plaza de Virgen, donde entre burbujas de jabón de algún espectáculo y el reflejo de las bombillas vi aquel local tan molón. Ya le tenía echado el ojo, no voy a decir que fue casualidad. Bops ‘N Bops, la nueva heladería de la ciudad.

He de decir que soy una killer de los helados. He asumido el reto de buscar el mejor helado vegano de la ciudad y la cosa a veces se pone difícil, más cuando todo lo que encuentro son siempre sorbetes de fresa, mango, limón y frambuesa. Que oye, me flipan, pero también mola una textura algo más cremosa. Así que en mi búsqueda incesante, allí estaba justo antes de que echasen el cierre, probando cucharaditas para ver cuál me conquistaba. Que tenía uno de coco en el obrador me dijo y que me lo iba a sacar porque me aseguraba amor eterno por ese helado. Y no se equivocó. Qué locura, me parece el mejor helado (vegano) del mundo. Qué cremoso, qué bueno, qué maravilla. Y ahí me quedé, en los escalones de la plaza de la Virgen encajada mientras saboreaba cada cucharada.

Resulta que sus helados son 100% artesanos y hechos con un gran mimo (se nota). Acaban de abrir un nuevo espacio en Mercabañal en el que van a lanzar sus helados de stracciatella (con base de coco) y de coco y piña. Yo no sé tú, pero ha empezado el verano y este finde huele a helado que no veas.