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La nave de los locos

La Real Academia Abandonada

  • El jurista Santiago Muñoz Machado, tras su elección como director de la RAE. Foto: EFE

Entre la maraña de noticias con que nos aturden los medios, no reparamos en las verdaderamente importantes. A la mayoría le habrá pasado desapercibida la que contaba la delicada situación financiera de la Real Academia Española (RAE). La corporación cerró el año pasado con un déficit cercano a los dos millones de euros. Este agujero contable se agrandará si la RAE, bajo la nueva presidencia de Santiago Muñoz Machado, no encuentra más vías de financiación para su sostenimiento. Hasta ahora los recursos han llegado principalmente de la asignación consignada en los Presupuestos Generales del Estado y de los patrocinios.

En principio, es lamentable, por no emplear otro calificativo más grueso, que los gobiernos españoles hayan sido tan cicateros con una institución de la que todos deberíamos sentirnos orgullosos. Esta crítica habría que dirigirla especialmente a Mariano Rajoy, el tahúr del Miño, que congeló la partida presupuestaria asignada a la RAE. En 2018 ascendió a 1,7 millones de euros, cantidad que no alcanza ni la tercera parte del presupuesto de la Academia (7 millones). En ella trabajan 85 empleados y más de 40 académicos, entre los que se encuentra lo mejor de nuestra literatura.

Resulta curioso que un Gobierno del PP, tan dado a extender certificados de españolidad, haya abandonado a su suerte, hasta el punto de empujarla a una situación casi terminal, a una institución que vela por el principal patrimonio de los españoles, que es su lengua común, compartida con una veintena de repúblicas iberoamericanas. Mejor prueba de españolidad, si se quiere de patriotismo, es ser generoso con una institución tricentenaria que trabaja por la unidad de la lengua.

Una potencia por su lengua y cultura

A ver si nos enteramos: si España, un país de medio pelo, puede destacar por algo en el mundo, y en muy pocas facetas puede hacerlo, descontados el sol y la playa, es por su cultura y su arte. Nuestro activo es la lengua española, como también lo son Velázquez y la Alhambra. En esto sí somos una potencia. Cualquier gobierno inteligente, antes de malgastar el tiempo y el dinero en zarandajas como la Marca España, mimaría a la RAE y el Instituto Cervantes. Entretenidos en asuntos menores como el destino de la momia de Franco, aún no nos hemos enterado de que el castellano, con más de 500 millones de hablantes en el mundo, es una formidable herramienta para competir en el mundo. ¡Ay si los franceses hubieran descubierto América y no los genocidas Cortés y Pizarro! Otro gallo cantaría.

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