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Música en el césped: de Kempes a Ximo Bayo pasando por las urnas

  • Ximo Bayo, durante un momento de su actuación.
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Colgué las botas en Milán, última parada de mi adolescente tour. En la fila de atrás del autobús, dirección San Siro, destino final de la final de la Champions League, durante el trayecto compartí con muchos amigos - Carlitos, Ángel, Paco Gisbert- horas de sueño con el sueño de ser campeón de Europa. No pudo ser. La tanda de penaltis quebró nuestra inmensa ilusión, la de una carrera sin meta. Elegí hace años la opción de no salir de mi zona de confort, la que rodea al clásico forofo padecer la insana enfermedad hemofílica de la hipertensión. Dieciocho años después de aquella ardua aventura europea, me ha seducido siempre atrincherarme en la euforia local. Jugarla en casa, abrazarme al triunfo envuelto por el ruido de las tracas, banderas o los sonoros pitidos del claxon de los vehículos que circulan por las ciclocalles a 30 km/hora en una ciudad de scalextric sumergida por la pólvora de la victoria.

Vísperas del encuentro copero disputado en el Benito Villamarín charlaba con el eléctrico de Ximo Bayo. Al ecléctico músico de Monteolivete lo había conocido tiempo atrás en la morada semicircular, blanquecina, de arquitectura marinera, de otro músico, Jordi, viejo amigo, veterano rockero, hijo de pescador, bailarín de la noche y excelente anfitrión. La sobremesa dio para mucho, la tarde más. La música, los ochenta, la ruta, centraron los temas del bacalao tertuliano de aquella intensa mesa. El galáctico del ¡Hu Ha! ha madurado en barrica. Le reconocí que en mis tiempos de grada, los incondicionales del Gol Gran no adaptamos a nuestro Spotify ninguna versión de sus éxitos. Lo sentía mucho. De Nino Bravo sí, Un beso y una flor. Intenté convencerme con la canción tatareada a ritmo de samba que el potente coro del Gol Sur cantaba ¡Uh ah Viola! ¡Uh ah Viola! cuando saltaba al césped de Mestalla el extraordinario jugador carioca. La charla telefónica previa a la final duró poco tiempo, Ximo estaba preparando el ajuar que debía portar a la ciudad hispalense. ¡Bienvenidos al sur! Viajaba contratado por el Valencia C.F. al costat de la caravana blanquinegra, con el fin de hacer bailar hasta Los Morancos en la fan zone valencianista. Es que, este Bayo tiene un sonido especial, poético, bukowskiano.

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