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LA OPINIÓN PUBLICADA

50 años sin Franco

Publicado: 22/11/2025 ·06:00
Actualizado: 22/11/2025 · 06:00
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Esta semana hemos celebrado el 50 aniversario de la muerte de Franco. Y pocos lo han celebrado con más efusividad y entusiasmo que la Sala Segunda del Tribunal Supremo, a cuyos componentes les ha parecido buena idea hacer coincidir su fallo (condenatorio del Fiscal General del Estado) con la efeméride. La sentencia no, que aún no la han escrito, pero el fallo era muy urgente difundirlo precisamente ese día. Para mí, esa coincidencia es mucho más reveladora de las motivaciones del tribunal que el sentido del fallo en sí.

Hace bastante más tiempo que desapareció Franco de España (50 años) que el tiempo que gobernó Franco España (39). Una característica del franquismo fue su larga, larguísima duración. Pero, así y todo, se acabó con "el hecho biológico", la muerte de su fundador. El régimen democrático que le sucedió, con todas sus deficiencias y problemas, indudablemente tiene muchas más "cosas buenas" que "malas", remedando esa declaración extemporánea de la alcaldesa de Valencia sobre el franquismo que luego se ha apresurado a matizar. Sobre todo, si estamos comparando el periodo democrático con lo que había antes.

Franco murió hace mucho, pero su legado no ha desaparecido. El Estado actual es producto del franquismo. El régimen de Franco, a su vez, constituye un extraño accidente histórico, una monarquía sin monarca (porque el monarca de facto fue el propio Franco), que elaboró un entramado jurídico para dejarlo todo atado y bien atado y algunos de los que formaban parte del entramado lo deshicieron para dar lugar a un régimen democrático, ante la presión popular de la oposición en las calles, y la presión internacional para abandonar el modelo parafascista creado a mayor gloria de Franco.

El apoyo explícito al franquismo, desde al menos las primeras elecciones de 1977 (cuando el franquismo sociológico representado por Alianza Popular sacó un 8,2% de los votos y 16 escaños y la ultraderecha, representada en las formaciones Alianza Nacional 18 de Julio y Reforma Social Española, un 0,72% de los votos y cero escaños), se ha mantenido siempre en niveles muy bajos. Los nostálgicos de sus realizaciones son minoría, porque se centran en la prosperidad de los años 60 que sucedió a veinte años de miseria y políticas económicas absurdas. Y porque, sobre todo, es una prosperidad que se edificó sobre los cementerios y fosas comunes de las víctimas: 300.000 muertos de la Guerra Civil Española, más de 220.000 asesinados en la represión de ambos bandos, particularmente (en torno a 170.000) del franquista, y en torno a medio millón de exiliados (algunos de los cuales volvieron años después, cuando la represión se moderó por fin). A esta pérdida de población se sumó más adelante la emigración de españoles a otros países, en torno a otro millón de personas. El franquismo edificó la "prosperidad" sobre un erial que comenzó con un golpe de Estado militar. 

  • Manuel Fraga

Por eso sorprende que en los últimos tiempos el balance del franquismo haya experimentado una curiosa evolución en determinados foros de opinión y partidos políticos. Algunos pseudohistoriadores, con Pío Moa a la cabeza, retomaron el revisionismo de los historiadores franquistas para intentar legitimar los monstruosos orígenes del régimen. No tuvieron éxito en la historiografía académica, pero sí en parte de la opinión pública, que básicamente lo que quería es que le dijeran que "su bando" no era tan horrible como manifiestamente fue.

Más recientemente, en el plano político hemos visto una evolución similar, en el afán por "resignificar" el franquismo como un fenómeno vintage sin mayor importancia, con "cosas positivas y negativas", ni malo ni bueno, sino todo lo contrario; o directamente bueno, para qué andarnos con tonterías. En la primera posición, el PP, siempre oscilando entre la condena con la boca pequeña y la reivindicación de que bueno, puede que fuese una dictadura sangrienta basada en enfrentar a los españoles entre sí y asesinar a los rivales políticos... ¡pero construyeron pantanos! En la segunda posición, Vox.

La verdad es que no acabo de ver qué espera ganar la derecha española en este tipo de aventuras involucionistas. Es seguro que a sus votantes, incluso aunque les parecieran bien las disposiciones políticas y económicas del franquismo, no les gustarían nada su celo para fiscalizar la moral pública y privada. Y es ridículo pretender, como a menudo hace la izquierda, que los dirigentes y cuadros del PP son los depositarios del franquismo, porque eso es lo mismo que decir que un partido que gobierna con total legitimidad en muchas comunidades autónomas y ayuntamientos, que ha gobernado España durante quince años, es heredero de Franco. No lo es ni de la Alianza Popular del 8,2% de 1977, porque si lo fuera nunca habría alcanzado el poder.


Más motivo hay para ver en Vox un afán por constituirse en depositarios del legado de Franco, si bien no creo que sea un leitmotiv que les proporcione muchos votos. La mayoría de sus votantes o no saben ni quién era Franco o les da igual, pues los motivos para apoyar a este partido son variopintos y tienen mucho más que ver con cuestiones de actualidad que ni se planteaban en el franquismo, o con el gusto por votar a la contra del poder constituido y los partidos tradicionales.

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