VALENCIA. Ya lo dice la sabiduría popular: "Cuando el gato se va, los ratones hacen fiesta". El gato, José Luis Olivas, atraviesa por sus horas más bajas desde que alcanzara la presidencia de Bancaja hace ocho años, cuando impuso el cumplimiento del pacto entre Zaplana, Camps y él mismo, que le daría la presidencia en sustitución de Julio de Miguel.
Ocho años después, una inusitada oleada de informaciones con señalados focos de procedencia sitúa al vicepresidente de Bankia practicamente en la calle, expulsado por un colérico Rodrigo Rato -el 'supergato'- sorprendido supuestamente en su ignorancia y buena fe por los malos resultados del Banco de Valencia, de los cuáles nadie hipotéticamente le había hablado hasta ahora. Alucinante, ¿verdad?
De ser ciertas las informaciones publicadas, la cúpula de Bankia, infiltrada por los hombres de Rato y por la dirección superviviente de CajaMadrid, habría iniciado un 'progrom' en la sede la Torre de Kio para acabar con cualquier vestigio de la cultura y la influencia de Bancaja en la entidad. Dicho así suena fuerte, pero es al fin y al cabo lo que históricamente ha ocurrido cuando dos organizaciones se fusionan: la fuerte toma el control y expulsa a la minoritaria.
Sea como fuere, hemos asistido al desarrollo de una campaña 'viral' de informaciones unidireccionales, propia de guerra fría. Desde luego, no es habitual que un tema 'de provincias' ocupe durante días consecutivos las ‘primeras' de un influyente medio digital madrileño de reciente aparición, y la de algunos impresos. Una cosa son las habilidades del todavía presidente de Bancaja para haber alcanzado lo más alto del tejado, y otra es entrar en el terreno generalista de los merecimientos... que aquí podríamos repartir a diestra y siniestra, mon dieu!
Si todo esto es lo que está ocurriendo en Madrid, se trataría en todo caso de una mala noticia, otra más, para los escasos circuitos financieros que aún sobreviven por la economía valenciana. Descontado Olivas, solo quedarían en la nómina valenciana del consejo de Bankia Juan Martín Queralt, Juan Francisco Ros García y Antonio Tirado, los tres muy lejos de poder ejercer influencia alguna sobre las decisiones del consejo de administración. Invitados de piedra.
¿Sustituiría uno de ellos a Olivas? ¿Amortizaría Rato el puesto dejándolo vacante o ascendiendo a uno de los suyos? ¿O contrataría a su 'viejo' colaborador Juan Costa, tal como se baraja en algunos medios, cumpliendo así la cuota valenciana con un personaje de su entera confianza y que le ha acompañado en otros viajes? Esto parece una ruleta rusa...
En todo caso, que permanezca atento a la jugada el president de la Generalitat y sus consellers económicos. Los madrileños juegan fuerte, Rato aún más y Valencia es, ahora, un valor a la baja. Nadie va a dar la cara en estos momentos por la mellor terra del mon, ni siquiera el poder valenciano que pueda surgir de las urnas el próximo 20 de noviembre.
Los 'ratones' hacen fiesta en Valencia
Mientras esto ocurre en las alturas, en Valencia los 'ratones' organizan su propia fiesta. No importa que el jefe se encuentre en declive. Siempre sobra cierta capacidad de movimientos para salvar los muebles, especialmente si se trata de los propios. No otra cosa se puede deducir de la inminente eliminación del límite temporal a los mandatos de los consejeros de Bancaja que será aprobada dentro de la Ley de Acompañamiento de los Presupuestos de 2012, próxima a su aprobación.
Una reciente sentencia del Tribunal Constitucional sobre la Ley de Cajas de Andalucía ordenó la supresión del límite de seis años establecido por la legislación andaluza, así como el tiempo máximo de 12 años de estancia en el consejo. La sentencia permite que otras comunidades hagan lo propio, aunque no de forma obligatoria. Con mucha discreción, el asunto ha sido tratado en la Generalitat y aprobado su traslado a las normas valencianas que afectan a las cajas de ahorro.
A este cambio no han sido ajenas las presiones ejercidas por dos conocidos personajes del sector financiero local, de los que se desconocen los méritos y presupuestos ideológicos que les ha permitido permanecer durante años en el consejo de la que fuera primera caja de ahorros de la Comunidad Valenciana y tercera de España... Es decir, Bancaja, ¿se acuerdan?
Y es que existe algunos consejeros con aspiraciones que ya llevan más de doce años en la casa y a quienes les tocaría abandonar el consejo, como el abogado Antonio Tirado, barón de Castelló, perfil bajo, alta pretensión y desde siempre consejero de todo (Bancaja, Fundación Caja Castellón, Banco de Valencia, BFA, Bankia...).
Camina a su lado otro consejero ‘Duracel', Ángel Villanueva, sexsimbol de la calle Pintor Sorolla, quien como histórico representante/conseguidor de un sector de impositores diseñado a la medida del Partido Popular, está buscando, asegurándose el puesto en Bancaja, consolidar su ‘carrera' en el consejo del BFA... y lo que haga falta.
La oportunidad, pues, ha llamado a la puerta de los citados consejeros. Pensat y fet. De paisano a paisano... de excalde de Castelló a exalcalde de Castelló. Cosa hecha y pista libre para la prolongación indefinida de su vocalía y también para la de Rafael Ferrando, que pasaba por allí y cuyo mandato también expiraba en 2013.
EL SAQUEO DE VALENCIA
TIENE NOMBRE Y APELLIDOS
Es condición humana resistirse a la autocrítica y la admisión de responsabilidades por acciones que hayan devengado perjuicio a los demás, e incluso a uno mismo. Yo no fui, fue Parra. Yo tampoco, que fue Olivas. No, fueron los consejeros. El responsable fue el Banco de España, o el Instituto de Finanzas. No, fue Cams. O, mejor, el otro Camps. Y Zaplana, y Uncio. La culpa es del Gobierno, o de los promotores, de los sindicatos y de la oposición... Y de Calatrava.
Nadie hizo nada. Pero el hecho cierto es que la Comunidad Valenciana se ha descapitalizado y navega a la desesperada entre el default público y el privado ¡sálvese quien pueda! Ahora sí que ya estamos definitivamente en el mapa, en el de los países que no supieron coger las riendas de su propios destino y las abandonaron en manos de visionarios, piratas y mequetrefes.
Lo peor de todo es que el único plan del Consell es poner una vela para que cuando gane Rajoy, tal vez, entonces, Madrid vuelva su vista hacia Valencia y rescate su deuda y su presupuesto. No existe otro proyecto. Perdidas las cajas, perdido el Banco de Valencia, hundida la industria, fugado el capital y con el empresariado desmoralizado y sin posibilidades de que el dinero vuelva a fluir de momento entre las empresas, no hay líderes ni ideas a este lado del pantano de Contreras capaces de marcar una dirección. Navegamos a la deriva.
Pero nadie en Valencia asume responsabilidades por lo que ha pasado. Las riendas permanecen en los mismos círculos de poder que dominan la Comunidad desde hace ya tres lustros y ni la oposición ni la sociedad parecen mostrar cambios de actitud ni señales de autoexigencia que permitan pensar que algo va a cambiar a corto o medio plazo.
Gobierna la misma clase política que desde finales de los noventa ha hinchado la deuda autonómica muy por encima de su capacidad de pago, empleándola en sobredimensionar las infraestructuras regionales sin ganar un ápice en eficiencia ni productividad, aunque sí en rentabilidad política corrompiendo voluntades y almacenando votos. Es la misma clase política que se abalanzó sobre la nómina de las Administraciones públicas -autonómica, provinciales y municipales- como si fueran patrimonio propio, procediendo a instalar en ellas a parientes y amigos y utilizando el erario público como fuente de financiación personal y partidaria. Canal 9 es el ejemplo perfecto de este atraco a lo público.
Responsables fueron los presidentes, directores generales y consejos de administración de las cajas de ahorro que no supieron controlar su codicia -la codicia es humana, pero también lo son la disciplina, el control y la decencia- y se lanzaron al boom inmobiliario sin control ni conocimiento, arruinando como consecuencia de ello el sistema financiero autonómico. El festín de dinero cegó sus voluntades hasta que dejaron de distinguir entre el pillaje y la realidad, como hoy estamos conociendo de las actuaciones de algunos altos ejecutivos financieros.
Responsables por complicidad fueron los llamados agentes sociales, patronales, cámaras y sindicatos, que miraban hacia otra parte mientras engordaban con fondos públicos pagados indecorosamente desde la Generalitat para mantenerlos afines.
En fin, responsable ha sido el poder judicial valenciano, que con su lentitud rayana en la parálisis y la complicidad ha alentado comportamientos y circunstancias que de haber sido frenadas ejemplarizantemente desde el principio habrían evitado el saqueo a manos llenas de la hacienda pública por parte de corruptos y chorizos con y sin carnet de partido.
"Yo no sé cómo todavía nos siguen votando. Me tengo que frotar los ojos cada mañana", decía al que esto firma, asombrado, un importante dirigente del Partido Popular. Yo tampoco me lo explico salvo por el delirante panorama de la orilla contraria.
Zapatero en el mitin de Elche: "Jorge, ponte a trabajar"
Es tal el ‘cante' que está dando el secretario general del PSPV, Jorge Alarte, quien durante los últimos meses no mueve ficha para no ser identificado con la presumible gran derrota del PSOE a nivel nacional, que hata el mismísimo presidente Rodríguez Zapatero, durante un mitin celebrado en Elche, tuvo que pedirle un poco de acción: "Jorge, ponte a trabajar" dijo ante miles de seguidores.
Lo de Alarte es impresionante. De acuerdo que no es candidato y no se presenta a estas elecciones, pero no van tan sobrados los socialistas que puedan renunciar a todos los apoyos posibles que pueda recibir del partido, aunque sea a nivel local. Nunca tanto partido ha tenido tan poca presencia en la vida pública y en la campaña como ahora con el PSPV. A eso se le llama trabajar por el cambio...