Algo que está constatado a lo largo de la historia de la Humanidad es la constante y desigual lucha del hombre contra la Naturaleza, y en los ratos libres que le deja esa lucha el hombre siempre ha aprovechado para disputar entre sí.
Porque la Naturaleza, desvirtuada últimamente por los activistas, ecologistas sandía y abanderados del buenismo a la que llaman “la Madre”, siempre ha sido una maldita..., siempre; desde hace millones de años ha estado arrojando todas sus fuerzas, que son muchas (calamidades, destrucción, debacles, cataclismos, hecatombes, desgracias, desastres, devastación y caos) contra nuestra consigna de desarrollo y civilización. Volcanes, terremotos y tsunamis, inundaciones, sequías, plagas, huracanes y ciclones, calor y frío extremos, glaciaciones, animales salvajes que se nos comían, a nosotros y a nuestros rebaños…, siempre han detenido y retrasado nuestro avance como civilización. Y la Humanidad, en el tiempo que le restaba entre luchas y guerras entre sí, siempre ha innovado, inventado e investigado para defenderse primero y para evitar y paliar estas fuerzas descontroladas de la Naturaleza después. ¿Siempre?
Desde la llegada del mal entendido cambio climático, la sostenibilidad, la Agenda 2030 y demás excusas progresistas para desviar nuestra atención de sus incontables errores de planificación y gestión, las prioridades cambiaron y esa lucha por defendernos, evitar y paliar las consecuencias de una Naturaleza descontrolada cambiaron. Dejaron de realizarse infraestructuras necesarias para salvaguardar la seguridad y la vida de las personas y se antepusieron la destrucción y eliminación de las ya existentes (presas, puentes…) para salvar a la larva de mariposa de río o el junco de cauce…
Nuevos expertos incorruptibles con un horizonte temporal de cuatro años se erigieron en paladines de la Naturaleza y sus nuevos defensores, olvidando todo aquello que durante siglos habíamos aprendido a base de recibir y padecer las consecuencias de los desastres naturales que habían cambiado el mundo. Hablo de las sequías que lastraron al Imperio Romano y las posteriores epidemias surgidas; los terremotos como el de Lisboa (1755) o Venezuela (1812); devastadores incendios como los de Londres (1666) o San Francisco (1906) tras el terremoto o Los Ángeles hace unos días; el tsunami del sudeste asiático en 2004; el huracán Katrina, que devastó Nueva Orleans en 2005; el terremoto de Haití en 2010, las repetidas sequías en el Cuerno de África; las olas de calor de Europa, el ciclón Idai en Mozambique, Zimbabue y Malawi en 2019 o la gota fría que recientemente ha afectado a la Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha y Andalucía.
Desastres como este, gota fría del 29 de octubre en Valencia, reflejan la importancia de planificar estrategias de mitigación y adaptación. Las inundaciones nos recuerdan que es vital anticipar estos eventos para proteger vidas, comunidades y un desarrollo sostenible.

- Río Turia, tras el paso de la Dana. -
- Foto: EDUARDO MANZANA/EP
Vivimos en un medio que nos condiciona y hemos de adaptarnos a él, no ignorar como nos influyen los desastres y por qué debemos protegernos de la Naturaleza, ponernos en equilibrio con sus fuerzas y no olvidar que dichos desastres no tienen un carácter antropogénico.
Para entender toda esta cuestión y bajo una perspectiva eminentemente científica, no política, recomiendo la lectura del libro Cambios climáticos, del Geólogo valenciano Enrique Ortega Gironés, docente e investigador en el Departamento de Geotectónica de la Universidad de Oviedo, así como de sus artículos y ensayos, sobre todo el titulado Riadas, gotas frías y danas: breve recorrido por la desmemoria y los despropósitos climáticos.
Ahora alcaldes y ayuntamientos llorando por lo ocurrido cuando llevan décadas otorgando licencias de obra en zonas inundables sin proteger debidamente a sus vecinos. Partidos políticos que después de años al frente de Instituciones y no haber realizado ninguna obra de protección, ahora echando la culpa al presidente de la Generalitat por no "estar" cuando se producían las inundaciones. Pero detengámonos un momento en esto.
Me he preocupado de investigar un poco, para salirme del relato utilizado por unos y otros, sobre si debía "estar" o no. Ayudado por unos buenos amigos y excelentes juristas, he tenido acceso a la norma rige en este tipo de situaciones y debería haberse aplicado; hemos estudiado la Ley 36/2015 de 28 de septiembre de 2015, de Seguridad Nacional, obteniendo unos hallazgos que comparto con el lector.
En su Artículo 3. SEGURIDAD NACIONAL ... "se entenderá por Seguridad Nacional la acción del Estado dirigida a proteger la libertad, los derechos y bienestar de los ciudadanos, a garantizar la defensa de España y sus principios y valores constitucionales…"
Artículo 10. ÁMBITOS DE ESPECIAL INTERÉS DE LA SEGURIDAD NACIONAL. Se considerarán ámbitos de especial interés de la Seguridad Nacional aquellos que requieren una atención específica por resultar básicos para preservar los derechos y libertades, así como el bienestar de los ciudadanos, y para garantizar el suministro de los servicios y recursos esenciales…
Artículo 11. OBLIGACIONES DE LAS ADMINISTRACIONES PÚBLICAS EN LOS ÁMBITOS DE ESPECIAL INTERÉS.
1…"estarán obligadas a establecer mecanismos de coordinación e intercambio de información, especialmente en relación con los sistemas de vigilancia y alerta ante posibles riesgos y amenazas”…
2…sin perjuicio de lo establecido en la normativa reguladora de protección de infraestructuras críticas, las Administraciones Públicas citadas anteriormente asegurarán la disponibilidad de los servicios esenciales y la garantía del suministro de recursos energéticos, agua y alimentación, medicamentos y productos sanitarios, o cualesquiera otros servicios y recursos de primera necesidad o de carácter estratégico.
Artículo 12. ÓRGANOS COMPETENTES EN MATERIA DE SEGURIDAD NACIONAL.
1. Son órganos competentes en materia de Seguridad Nacional:
a) Las Cortes Generales.
b) El Gobierno.
c) El Presidente del Gobierno.
d) Los Ministros.
e) El Consejo de Seguridad Nacional.
f) Los Delegados del Gobierno en las Comunidades Autónomas y en las ciudades con Estatuto de Autonomía de Ceuta y Melilla.
Y pregunto, ¿dónde está el Sr. Mazón en este listado? ¿dónde figura el Presidente de la Generalitat en esta relación de órganos competentes en materia de Seguridad Nacional?

- Carlos Mazón y Pedro Sánchez, el pasado 31 de octubre. -
- Foto: JORGE GIL/EP
Personalmente, me da lo mismo que estuviera terminándose el tiramisú después de comer (como se ha comentado con muy mala leche en algunos medios), o cambiando las ruedas al coche o recogiendo del colegio a sus hijos; no tenía obligación de estar, como tampoco tiene la obligación de estar el director de la Guardia Civil cuando se produce un atasco o accidente…
A partir de ese momento, el relato y las insidias partidistas han tratado de desacreditar al Sr. Mazón. Se ha dicho, escrito, tuiteado… que si estaba tonto, que si estaba noqueado, que si no estaba a la altura… Los hechos demuestran que de tonto no tiene nada, ni un pelo; lo único que se le puede achacar es que, en el momento de máximo colapso, se fió, confió en la palabra del presidente del Gobierno… Y de dimitir, mucho menos, tiene la experiencia de Camps y de la inutilidad de esa acción. Si sus adversarios políticos le quieren fuera es precisamente por lo contrario, le ven imbatible y utilizan las armas de forzar una dimisión que con cada vez menos intensidad reclaman incluso sus plataformas político-sociales, bien regadas con fondos durante ocho años. Recordemos que es presidente de la Generalitat Valenciana por voluntad de la mayoría de valencianos que le votaron en las últimas elecciones autonómicas.
Además, el interés en que dimita ¿no tendrá que ver con la cantidad de fondos que requerirá la reconstrucción y que tanto PSPV como Compromís desean, aspiran a controlar?
¿Decimos reconstrucción? Yo no lo llamaría así, ya que hay muchas cosas erróneas que no deberían reconstruirse, más bien reconsiderarse y empezar de cero. Disponemos de Inteligencia artificial, algoritmos, etc. pero todo ello está sujeto a interpretaciones humanas y es aquí donde falla el proceso, ya que intervienen muchos intereses y criterios. La realidad es tozuda y no deja de aportar datos que debidamente analizados nos permiten tomar las mejores decisiones.
En Valencia disponemos de una de las mejores universidades politécnicas de Europa con unas escuelas superiores de Arquitectura e Ingenierías que son de las más prestigiosas y de las que salen, recurrentemente, los mejores arquitectos e ingenieros. ¿Por qué no los utilizamos? Por qué debemos poner la “reconstrucción” en manos de un militar que no conoce ni el fondo ni la forma del problema.
Le recuerdo al Sr. Gan Pampols que considerar factores a largo plazo no es invertir en reconstrucción. Solo invirtiendo es “invertir”, es decir crear beneficios estructurales y económicos a largo plazo que nos proporcionen retornos sociales tales como la seguridad en zonas inundables, calidad en los sistemas de aviso y mitigación y una cultura basada en la previsión y la innovación. Por cierto, donde está el dinero, los fondos que tenían que llegar a Valencia y resto de damnificados para recuperar cercanías, carreteras, infraestructuras, etc.
Lo que si tiene analogías militares es que nos encontramos ante una “economía de guerra”, partimos de una destrucción casi total que hay que revertir, y en estos casos -economía de guerra- donde todo el esfuerzo de ciudadanos, empresas e instituciones gira y se moviliza en torno a la reconstrucción hay que realizar sacrificios. Para empezar, deberían suprimirse todo tipo de subvenciones y subsidios, excepto las de carácter sanitario y de vulnerabilidad vital, a todo tipo de actividades no indispensables. Léase el Presupuesto de la CV y saque la cantidad de cientos de millones que se podrían emplear en la ingente tarea de reconstrucción. Además, sugiero a los partidos políticos presentes en las Cortes Valencianas que rehúsen a sus subvenciones y las donen a este colosal servicio. También a sus diputados y concejales, que donen parte de su sueldo, como ejemplo, a la tarea de reconstrucción. Será en ese momento cuando de verdad nos den una auténtica y legítima lección de solidaridad y se equiparen al esfuerzo del resto de la sociedad valenciana.
¿Quién no ha tenido la sensación de acumular oportunidades perdidas, una vergonzosa lista de inversiones que ha rechazado? Las acciones de Apple cuando Steve Jobs se reincorporó en 1997 o Bitcoin hace una década a 10 dólares… ¿Oportunidades perdidas? He tenido tantas que es hasta vergonzosa la lista, pero la sensación actual es la misma, estamos perdiendo la oportunidad de resetear, reiniciar, hacer bien de una vez algo que lleva mucho tiempo en la lista de espera. Y parece ser que para ello estamos solos, recuérdese el ”si necesitan más recursos que los pidan”… o algo así, me niego a buscar las palabras exactas debido a la angustia que me produce. Los holandeses, con más de un tercio de su país bajo el nivel del mar han sabido y podido solucionar ese problema, ¿por qué nosotros no vamos a poder hacer lo mismo?. Se requiere unidad de acción y empezar cuanto antes… el tiempo corre en nuestra contra.
Mi recuerdo para las más de doscientas víctimas de las inundaciones y mi apoyo y cariño a sus familiares. Y nuestro esfuerzo para los damnificados y perjudicados.
Ricardo Romero es especialista en estrategia de impacto y sostenibilidad