VALENCIA. Bankia, junto con el resto de entidades financieras que necesitarán fondos externos para ser solventes, pueden acabar con la crisis ahora mismo. Lejos de ser el problema, la inyección de dinero al sistema bancario representa la solución.
Hay situaciones en las que causas simples acarrean consecuencias graves. Por ejemplo, si la batería falla, el coche no funciona. Como solución el conductor puede optar entre sustituir la batería o cambiar todo el motor e ir andando mientras tanto. En su último libro, "End this depression, now!", Krugman utiliza este símil clásico para describir la trampa de liquidez en la que se encuentra encerrada la economía.
Las reflexiones del Nobel acerca de la crisis rezuman optimismo y frustración a partes iguales: la solución de todos conocida, sencilla y rápida. Tan solo el empecinamiento ideológico de nuestros dirigentes obstaculiza una recuperación viable y sencilla: gastar más.
Estructuralmente nada ha cambiado en el mundo, ni en España. No somos ni más listos ni más tontos que hace cinco años. Tampoco hemos sufrido un cataclismo natural que nos haya restado capacidad de producción o de raciocinio. La diferencia es que hay menos dinero circulando, ya que cuando yo gasto menos, tú ingresas menos.
Una causa sencilla que trae graves consecuencias, especialmente en forma de desempleo. Nos rasgamos las vestiduras e intentamos resolver de golpe todos los desequilibrios estructurales y morales de la sociedad. Puede que el motor esté dañando, pero sin cambiar antes la batería el coche no funcionará.
Aunque sea a regañadientes, España y especialmente Europa tienen la oportunidad de inyectar liquidez y sensatez en la economía como estímulo de ideas, gastos e ingresos. Se puede conseguir si se condiciona el rescate de Bankia y sus primas hermanas a un incremento del crédito hacia sus clientes.
Cuando la banca salga de su parálisis y recuperemos el aliento (junto con un par de millones de puestos de trabajo de paso) será el momento de actuar eficazmente contra las causas ulteriores de la disminución del gasto. Como sintetizaba Keynes en 1937, es en "el boom, y no en la depresión, el momento de la austeridad".