Joven alcalaína violada por un inmigrante maliense; intento de homicidio de un inmigrante marroquí a una mujer en la estación sur de autobuses en Madrid; un hombre de nacionalidad marroquí detenido por presuntamente agredir sexualmente a un joven en los baños de la Estación Intermodal de Palma; la Policía Local de Palma arrestó a un hombre de 44 años y nacionalidad nigeriana por intentar matar a un vigilante de seguridad en la Estación Intermodal, arrojándolo por unas escaleras mecánicas; un joven marroquí en situación irregular y sin carné de conducir atropelló a un niño de dos años en Granada mientras realizaba "caballitos" con una moto; un inmigrante guineano agrede sexualmente a una niña de 10 años e intenta raptar a otra en los Sanfermines.
Y así un día y otro.
Y lo más sangrante es que esas violaciones y esas agresiones eran evitables. Los agresores no debían estar aquí.
A la pobre chica salvajemente violada en Alcalá y a otras muchas ¿Quién les devuelve su vida? Están condenadas para siempre. Y esas mujeres podrían ser las hijas, las hermanas o las esposas de cualquiera de ustedes. Y si es usted mujer, mañana puede ser usted.
La inmigración ilegal no es solo un problema de y en las fronteras: es un riesgo directo para todo el territorio nacional. Es un factor clave en la creciente inseguridad de los barrios y una losa para el sostenimiento del Estado de Bienestar.
Durante años, los sucesivos gobiernos han fallado en su deber más básico: proteger nuestras fronteras. Este es el resultado de décadas de inmigración masiva y descontrolada. Décadas de políticas de efecto llamada, regularizaciones masivas y fronteras abiertas de par en par. No son casos aislados, son la consecuencia lógica de las políticas de este gobierno y de los anteriores.

- Llegada de un barco de inmigrantes al Puerto de Algeciras.
- Foto: EFE
El compadreo de Populares y Socialistas en este tema es desolador. Les abren las puertas de nuestra patria cuando dan una patada a la valla y después los pretenden regularizar. El estado aceptando y dando carta de normalidad al delito, pues eso es asaltar una frontera, un delito.
Vox ha sido la única fuerza política que ha hablado claro y sin complejos sobre esta realidad. No hay libertad sin seguridad.
La seguridad de nuestros barrios no puede ser un artículo de lujo al alcance de unos pocos que viven en sus “zonas bien”. Nuestros barrios tienen que dejar de ser el laboratorio multicultural de los burócratas. Vivir en tu barrio de siempre no puede ser un acto heroico ni un peligro constante.
La solidaridad no puede llevarnos a la sumisión y a la desaparición de lo que somos. El buenismo se ha convertido en injusticia.
Quien venga sin llamar a la puerta y asaltando nuestras fronteras debe ser inmediatamente expulsado, todo aquel que venga sin ninguna intención de integrarse debe ser expulsado. Y todo aquel que venga para delinquir debe compartir el mismo destino. Es sentido común.
Vox seguirá alzando la voz para que España no pierda el control sobre su futuro. Porque sin fronteras no hay nación, y sin nación no hay libertad.