No se trata de dar cheques en blanco, pero el nombramiento de una profesional procedente del sector privado para la dirección general del ente público RTVV ha sido en principio una decisión afortunada
VALENCIA. El puesto ha recaído, además, en una abogada del Estado que sabrá poner coto al desorden que históricamente ha reinado en esa casa. Era grande la tentación de nombrar a otro profesional de la información cercano a los presupuestos ideológicos del partido y así de paso calmar las ansias corporativas de un colectivo muy influyente sobre el día a día de la acción del gobiermo y de su imagen ante la sociedad. El presidente del Consell, esta vez, ha tomado la decisión correcta y puesto al frente de la ruinosa TVV a un profesional que no se deje arrastrar por las presiones políticas ('presuntamente': aún lo deberá demostrar).
Solo cabría ponerle una objeción al nombramiento de Rosa Vidal como nueva directora general de RTVV: que no haya sido consensuado en el Parlamento regional. No obstante y dada la relación de fuerzas políticas en la CV, la escasa actitud negociadora tanto del partido en el Gobierno como de la oposición, así como la urgencia en la toma de decisiones, convierte el nombramiento por la ‘vía rápida' de la nueva directora prácticamente en una virtud.
Rosa Vidal será la primera gestora profesional del ente en muchos años, una rémora que ha tenido como efecto el endeudamiento sin control del ente, su sobredimensionamiento de plantilla que ha concluido con un dramático expediente de regulación de empleo sobre más de 1.200 trabajadores -que se convierten en paganos de la negligencia de los gestores y responsables politicos anteriores-, e incluso ha conducido a alguno de sus gestores ante los tribunales de justicia.
Todo ello sin venir acompañado por una posición de liderazgo en audiencias televisivas o tan siquiera un puesto entre las TV más vistas de la Comunidad, incumpliendo, del mismo modo, alguno de sus cometidos estatutarios. La manipulación contínua de que han sido objeto sus servicios informativos y su supeditación a los intereses del partido en el Gobierno han sido la nota dominante de una época de la TV autonómica valenciana a olvidar.
La nueva directora se enfrenta ahora a una difícil, casi imposible tarea: hacer que el ente público, que será semiprivatizado, deje de ser una carga pesada e inútil sobre las muy castigadas espaldas fiscales de los contribuyentes valencianos. Y compaginarlo además con una gestión digna de la televisión pública que no recuerde en absoluto sus oprobiosas épocas anteriores.