Desde hace casi un año, continúa siendo un misterio a qué se dedicaron las autoridades valencianas en la tarde del 29 de octubre. Mientras las inundaciones se llevaban por delante cientos de vidas, la Generalitat Valenciana, responsable de proteger a los ciudadanos, no dio apenas señal de vida. Su presidente, Carlos Mazón, aún menos. Sólo pasadas las ocho de la tarde, cuando la mayoría de las víctimas ya había muerto o estaban muriendo, llegó un mensaje a los teléfonos móviles a través del sistema ES Alert que informaba de lo que, a esas alturas, todo el mundo ya sabía, sobre todo en las poblaciones afectadas. Mazón tardó un buen rato en aparecer, hacia las nueve y media de la noche.
Cuando se acerca el primer aniversario de la catástrofe, la ciudadanía ya se ha hecho una idea clara de la gestión de la crisis, caracterizada por la incompetencia, frivolidad e irresponsabilidad de sus máximos responsables, comenzando por Mazón. Pero no sabemos aún, no del todo, por qué fueron tan inútiles. Podemos hacernos una idea revisando su trayectoria y declaraciones, pero a ciencia cierta no lo sabemos. Y no lo sabemos porque, increíblemente, ni se grabó íntegramente la reunión del Cecopi (o eso se nos dice) ni nadie ha salido a explicar qué hizo Mazón esas horas, ni con quién. Mejor dicho: inicialmente mintieron (afirmando que Mazón se pasó esa tarde trabajando en el Palau de la Generalitat), y después volvieron a mentir a raíz de la aparición de Maribel Vilaplana en este drama. Mazón había estado con ella durante las horas cruciales.

- Maribel Vilaplana.
- Foto: JORGE GIL /EUROPA PRESS
Más o menos cubierto por esta historia (que le dejaba a los pies de los caballos de la opinión pública, pero le preservaba judicialmente, porque al menos justificaba de alguna manera su ausencia e inoperancia), Mazón fue cambiando una y otra vez de versión: al principio, Mazón habría llegado al Cecopi "pasadas las siete", tras abandonar la comida con Vilaplana a las cinco y media. Pero después, instado por la jueza instructora, Nuria Ruiz Tobarra, la Generalitat reconoció que Mazón había llegado al Cecopi mucho más tarde, a las ocho y media.
Esto, a su vez, creaba otro agujero en la historia de Mazón, que se va asemejando a un queso gruyère: ¿a qué se había dedicado el President desde las cinco y media hasta las ocho y media, tres horas cruciales en las que nada se supo de él, salvo una llamada surrealista al alcalde de Cullera?
Al respecto, en esta última semana han aparecido también novedades relevantes. Primero, la carta de Maribel Vilaplana en la que reconoció que había estado mintiendo durante todo este tiempo y que su reunión con el president duró hasta pasadas las seis y media, momento en el que ella (pero no sabemos si también Mazón) abandonó el Ventorro. Lo cual contribuye a reducir el misterio de qué hizo el President después de estar con ella, tanto como incrementa la perplejidad con la que cabe evaluar la actuación de un president que se pasa horas y horas encerrado en un restaurante, pasando de lo que sucedía fuera mientras tanto.
Por otro lado, la filtración de un vídeo grabado por los informativos de À Punt durante el Cecopi, en el periodo en el que se desconectó a los participantes online (que representaban, en su mayoría, al Gobierno central), mostró que la entonces consellera Salomé Pradas, como cabría esperar, era quien tomaba las decisiones, y no una ingenua marioneta en manos de los malvados (y penalmente responsables) técnicos, como ha defendido ante la jueza. Evidenció que si no se mandó el mensaje ES Alert mucho antes era porque Pradas quería antes consultarlo con Mazón (se envió más de una hora después de que la exconsellera hubiera decidido su contenido, pero un minuto después de que lograse hablar con el president). Y puso de manifiesto, en fin, el frívolo partidismo de Pradas, con ese "no me apetece" llamar a Miguel Polo, presidente de la CHJ.

- Salomé Pradas.
- Foto: ROBER SOLSONA /EUROPA PRESS
La filtración del vídeo, a Televisión Española, ha escandalizado tanto a la Generalitat como a los actuales directores de À Punt. Y es normal que así sea: a los primeros los deja en evidencia. Y los segundos han fracasado en su cometido, que naturalmente no es informar, sino hacer propaganda de Mazón y el PP y censurar cualquier visión desfavorable. Aunque suponga tener un año en la oscuridad a los ciudadanos, preservando de la luz pública una información de indudable valor, y que de ninguna forma puede justificarse que no deba hacerse pública. Así que, sin ninguna duda, quien lo haya filtrado sí que ha hecho su trabajo, que es informar. Y más con un asunto de esta relevancia.
Los responsables de lo sucedido el 29-O (no, evidentemente, de la riada, pero sí de sus terribles consecuencias, por su imprevisión e incompetencia) lo tienen difícil para salir indemnes de esta. Son sucesos demasiado graves, con demasiados testigos, y sobre todo con demasiadas víctimas. Pero por ellos que no quede, ya hemos visto que están dispuestos a mentir, obstruir y censurar todo lo que haga falta. La jueza de Catarroja tiene mucho trabajo por delante, que con bastantes probabilidades acabará con la imputación del president Carlos Mazón. Y no, desde luego, porque éste acceda voluntariamente a prestar declaración como imputado.