Opinión

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AL OTRO LADO DE LA COLINA

El renacer del sol naciente

Publicado: 01/11/2025 ·06:00
Actualizado: 01/11/2025 · 06:00
  • El presidente de China, Xi Jinping, y la primera ministra japonesa, Sanae Takaichi.
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No les voy hablar de la última producción cinematográfica de Hollywood, ni del penúltimo meme de redes sociales, les voy a contar el último, ya quisieran ellos que así fuera, intento de rescatar a Japón, ese país de Asia, que antaño soñó con deslumbrar a todo el mundo con el brillo de su apogeo en el siglo pasado.

El país cuna del Sintoísmo, llamado muchas veces la Alemania de Asia, y para los que tenemos la suerte de conocerlo, es una expresión que se queda corta, para describir el orden, la educación y la urbanidad que rige la vida de los ciudadanos de aquel territorio, acaba de experimentar un relevo en la jefatura del gobierno, desdeñado públicamente por unos (la izquierda), admirado en silencio por otros (la derecha).

La nueva primera ministra japonesa es Sanae Takaichi, primera mujer que alcanza ese puesto en un país donde las mujeres, por ejemplo, tienen vetado alcanzar la jefatura del Estado, por lo que este nombramiento es todo un progreso. Aunque en algún medio de la progresía se afirma, que dado su carácter conservador, no garantiza un avance feminista. Parece ser, que para algunas el éxito de una mujer de derechas vale menos que el de una de izquierdas, para los logros de género; ya saben su próximo hito además de cuotas y discriminaciones “positivas”, será exigir a esas mujeres de cuota que acrediten su progresismo. 

Estos comentarios tan finos y dolientes, que hacen estos medios, generalmente zurdos, no los hacen con la discriminación de las mujeres en el mundo oriental-musulmán, cuando no la persecución y ahorcamiento de homosexuales en regímenes como Irán, algún político de extrema izquierda le llama a esto cabalgar contradicciones.

Quizás, este posible debate, es por el hecho de que a Takaichi, le llaman la Dama de Hierro japonesa, en recuerdo de aquella gran política que fue Margaret Thatcher, a pesar de que el feminismo oficial no la aprecie especialmente. Fue aquella que se enfrentó por el prestigio de su país, a miles de kilómetros, con Argentina por las islas Malvinas (Falkland para ellos) en mitad de la nada; fue la contraparte de la construcción europea del socialista Jacques Delors (llevándose él, el gato al agua); e incluso les hecho un pulso (ganándoles) a los sindicatos más antiguos del mundo, los ingleses, en concreto a los del carbón, y por cierto, hay empezó el lobby del cambio climático (investiguen y verán).

Si al principio del artículo hacia referencia al rescate del Japón, era porque el país nipón después de acercarse a los USA, en el liderazgo económico mundial a finales de los 80s y principios de los 90s de siglo pasado, adquiriendo por ejemplo múltiples empresas USA, ha ido decayendo, paulatinamente, hacia una situación complicada, por tres factores fundamentalmente (perdón por el reduccionismo). El primero es porque desde hace décadas es una economía estancada, que no crece, en parte, por el segundo factor, el problema demográfico, no existe relevo generacional y la población cada vez está más envejecida, con lo que conlleva, entre otras cargas, el pago de cada vez más pensiones, además del incremento de los gastos sanitarios, etcétera; por lo que así se llega al tercer elemento en cuestión, una enorme y asfixiante deuda publica, que se acerca al 250% del PIB (eso sí, en manos japonesas); compitiendo ahora mismo, sólo, por el tercer puesto de la economía mundial con Alemania (otro país que no está en su mejor momento).

Al parecer la Dama de Hierro japonesa, tiene intención de aplicar medidas contundentes en dos áreas para ella fundamentales, la Economía y la Defensa. Respecto a la primera pretende impulsar una serie de medidas económicas  para la reactivación de la economía, mediante la bajada de impuestos, como la abolición del impuesto sobre la gasolina, para así también luchar contra la inflación, apoyar a las Pymes, invertir en sectores tecnológicos como la IA (inteligencia artificial) y los semiconductores, y reactivar la energía nuclear para disminuir la dependencia del exterior por las importaciones de hidrocarburos, toda una serie de medidas que a la izquierda y al centro liberal tibio, no les gustarán.

Por otra parte su pertenencia, aunque lidere el Partido Liberal Democrático, al grupo Nippon Kaigi (ONG) soberanista y muy nacionalista, le hace estar en posiciones que algunos llamarían de extrema derecha. Este orgullo identitario, le hace reivindicar el papel de Japón en Asia a lo largo de la Historia, poniendo en duda el papel del Tribunal Penal Militar Internacional para el Lejano Oriente de 1946, llamado el Núremberg japonés, para así restablecer el honor del Japón, reivindicando el papel y la potencia de unas Fuerzas Armadas nacionales, ahora mismo prohibidas por el artículo 9 de la Constitución, aunque se permitan las llamadas Fuerzas de Autodefensa. Por eso Takaichi, apadrinada por el presidente asesinado en 2022, Shinzo Abe, perteneciente también a Nippon Kaigi, quiere incrementar los gastos en Defensa al 2% aumentando la adquisición de sistemas de armas como la transformación de los dos destructores clase Izumo, en portaaviones ligero para operar con los F-35, que está ya en marcha.

Las apreciaciones anteriores llevan a pensar que los propósitos de Takaichi son muy difíciles de implementar dado el incierto entorno en el que vivimos, tanto económico como geopolítico, y sobre todo con el invierno demográfico en el que vive Japón, unido a su política muy muy restrictiva respecto a los inmigrantes.

Precisamente, en aquel lejano oriente, estos días el presidente Donald Trump ha visitado diversos países incluido Japón. Así ha podido conocer y reunirse con Takaichi, en una visita muy protocolaria, aunque como es normal en Trump, también ha hecho negocios, y ha firmado con ella un acuerdo sobre tierras raras (minerales estratégicos) como también lo ha hecho con Camboya, Malasia, Tailandia, y Vietnam, toda una declaración de intenciones. Todo ello ha sido antes de visitar la península coreana, en la que además de reunirse con el presidente Lee Jae Myung (Corea del Sur), se reunió con Xi Jinping (verdadera razón del viaje transcontinental, creo yo) para tratar la cuestión de los aranceles comerciales y bajar el diapasón en las tensas relaciones entre ambas potencias globales.

Es curioso ver en los medios chinos, mass media y redes enfocados al exterior, y por tanto muy controlados por el régimen comunista, como hablan literalmente de rendición de Trump frente a Jinping, al haber acordado una cierta rebaja en los aranceles impuestos por los USA a los productos chinos. El nivel de nacionalismo y orgullo expansionista de la República Popular China, unido al incremento de su músculo militar-tecnológico, hace preocupante el pulso entre las dos superpotencias; la trampa de Tucídides, está servida.

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