Opinión

OPINIÓN

Ensayo de la ceguera

Publicado: 05/05/2025 ·06:00
Actualizado: 05/05/2025 · 06:00
  • Giancarlo Staubmann.
Suscríbe al canal de whatsapp

Suscríbete al canal de Whatsapp

Siempre al día de las últimas noticias

Suscríbe nuestro newsletter

Suscríbete nuestro newsletter

Siempre al día de las últimas noticias

El apagón que sufrimos todo el país el pasado lunes ha dejado una estela de preocupación, de solidaridad, confianza, tranquilidad y también de críticas despiadadas contra el gobierno estatal. De repente, el país se llenó de especialistas de la energía eléctrica, bulos y opiniones para todos los gustos sobre las energías renovables y, sobre todo, expertos en ciberataques ‘de los rusos’. Ciertamente, no ofrecer desde el Gobierno las respuestas deseadas por la ciudadania está generando mayor desazón y un elevado tono de confrontación política, aunque esto último no es nuevo ni ha sorprendido. Porque no responder sobre las causas es ser "un capullo", tal cómo definió Abascal al presidente del Gobierno. No responder es ser “un incompetente y un mentiroso” tal como se expresó Ayuso que calificó el apagón como “una imagen bochornosa”, afirmaciones que mostraban su cabreo, en el mitin político que organizó para celebrar el 2 de Mayo en Madrid, porque el Gobierno no autorizó la presencia de las Fuerzas Armadas en el espectáculo organizado en la Puerta del Sol. Así de claro, todo.

 

En nuestro pequeño país mediterráneo, el de los valencianos, el que más debería callar exigió ‘rápidas explicaciones’ al Gobierno central. Lo hizo el mismo día en el que se cumplían seis meses de la catastrófica DANA, de la que el President de la Generalitat Valenciana se ha inhibido desde el minuto cero. Mientras, el PP europeo celebraba una cumbre en Valencia. El mismo día. Y Feijóo también pedía explicaciones y acusaba a Sánchez de inútil, tras menos de 24 horas de ofrecer su colaboración. La verdad es que en este Coro de Babel que somos, como reza la canción de Sabina y Varona, Peces de Ciudad, han desafinado estrepitosamente un gallego y un alicantino.

 

  • René Magritte.

El apagó me pilló en Castelló, junto a mi hijo mayor y mis nietos, en su casa. Ni luz ni agua a partir de las 12.33h. Tras una llamada de Clara, mi nuera, desde un teléfono fijo del trabajo, nos enteramos que era un apagón nacional. Y no hay nada como dos periodistas juntos y sin información, sin radio a pilas, porque en medio de una mudanza no se pudo encontrar el bendito transistor. Incomunicados. Permanecimos alertas al exterior, viendo como aumentaba el tránsito de gente que salía de Mercadona cargada de garrafas de agua, pan, latas y papel higiénico. Como sucediera en la pandemia. No nos pareció urgente ni nos motivó bajar seis pisos para cargar agua y papel de water. Pero sí que nos preocupó el paso de las horas, y los silencios. Me concentré en ver a mis nietos jugar animadamente, sintiendo que les espera un futuro incierto. Me sumé a sus juegos, fabricando Gegants i cabuts de Morella con cajas de cartón y globos como cabezas. Y tan jodidamente felices.

 

Habían pasado tres horas sin luz ni agua, sin comer de puro nervio. Bajé a la calle para buscar un aparato de radio de pilas. El trasiego de personas cargadas de agua era un agobio, como quienes habían instalado sus radios en las mesas de terrazas llenas de gente. Por fin pude hacerme con un transistor de pilas y marché a casa, a escuchar la radio. A las 17.30h, afortunadamente, se hizo la luz en mi céntrico barrio, también en el no tan céntrico de mi hijo. No pasó lo mismo con mi madre, en Madrid, que permaneció sin suministro hasta las 22.30h. Ella siempre ha guardado velas en cajones de todas las habitaciones, y pequeñas linternas. Puso en marcha su radio a pilas, que sigue usando a diario, y no se alteró en ningún momento. Los apagones han formado parte de nuestras vidas y, sobre todo, de las personas mayores.

 

  • Anke Merzbach.

Nuestro primer mundo es privilegiado. Un apagón nacional de unas diez horas, recuperándose el suministro, que no debe ser tarea fácil. Sin saber el origen del apagón, aunque la opinión pública opte porque se trate de un ciberataque y no de un fallo técnico. Porque, tal como han corrido las noticias falsas, el tremendismo popular advierte, entre otros bulos, que así comenzó la guerra de Ucrania, con un apagón masivo. Ahora cabe esperar la evolución de las comisiones de investigación que ha establecido el Gobierno, la del sistema eléctrico y la de ciberseguridad, así como la comisión solicitada a la Unión Europea. Porque no se descarta nada de nada.

 

Nuestro primer mundo es privilegiado. Mientras escuchaba la radio el pasado lunes, iba sintiendo toda la rabia y la indignación, sintiendo que esto de los apagones en el primer mundo es cosa normal comparado con la situación a oscuras y la hambruna que está sufriendo la población de Gaza y otras poblaciones en zonas de conflictos. Puntos negros insostenibles. Incluso, mis pensamientos se detuvieron en el magnífico libro del añorado escritor José Saramago, Ensayo sobre la Ceguera (1995).

 

…Por qué nos hemos quedado ciegos, No lo sé, quizá un día lleguemos a saber la razón, Quieres que te diga lo que estoy pensando, Dime, Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, Ciegos que ven, Ciegos que, viendo, no ven.

La mujer del médico se levantó, se acercó a la ventana. Miró hacia abajo, a la calle cubierta de basura, a las personas que gritaban

y cantaban. Luego alzó la cabeza al cielo y lo vio todo blanco, Ahora me toca a mí, pensó. El miedo súbito le hizo bajar los ojos. La ciudad aún estaba allí.

 

 

 

Buena semana. Buena suerte

Recibe toda la actualidad
Valencia Plaza

Recibe toda la actualidad de Valencia Plaza en tu correo