Opinión

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El interior de las cosas

Indignas hijas de su patria

Publicado: 15/12/2025 ·06:00
Actualizado: 15/12/2025 · 06:00
  • Acto celebrado sobre el Patronato de Protección a la Mujer.
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CASTELLÓ. Pasaron la adolescencia en los centros franquistas del Patronato de Protección a la Mujer. Sufrieron malos tratos, vejaciones, violencia psicológica y física, perdieron su libertad sin cometer delitos, tan solo por ser rebeldes, por tener una “moral distraída”, por romper moldes, por ir a la contra del sistema, por conflictos familiares, por ser niñas sin recursos o porque sus familias las ingresaron por ser niñas difíciles, sin que tenga que ver el nivel de renta familiar. En cualquier caso fueron víctimas del Patronato de Protección a la Mujer, un proyecto franquista para “recuperar” ovejas descarriadas, para obligarlas a cumplir con la moral católica de aquellos tiempos oscuros.

Se trataba de redignificar la moral perdida, apartando a las mujeres del vicio, eran, al fin y al cabo, reformatorios y cárceles para jovenes. El carácter represivo de estos centros, muchos eran centro religiosos y conventos de Oblatas, Directrices y el Buen Pastor, entre otros, eran el mismo infierno. Sobrevivían vigiladas constantemente, eran mano de obra gratuita para las órdenes religiosas que vendían su trabajo en forma del bordado de ajuares de boda, de elaboración de dulces, de manualidades. Se encerraba a niñas y jóvenes, a mujeres en riesgo de caer en la perdición, porque el Patronato de Protección a la Mujer buscaba convertirlas en modelos de mujer ejemplar, esposas y madres. La Iglesia decía que eran enfermas, peligrosas, contaminantes, tan solo por pasear solas con un chico, o besarse, por ser rebeldes, por llevar la falda corta, por tener relaciones fuera del matrimonio, por ser madres solteras, lesbianas, por haber sido violadas por algún familiar. En definitiva, por poner en peligro el modelo de mujer católica del franquismo.

Todo esto está escrito en el libro Indignas Hijas de su Patria. Crónicas del Patronato de Protección a la Mujer en el país valenciano, obra de las periodistas y activistas de memoria histórica Marta Garcia Carbonell y María Palau Galdón. El pasado sábado, en El Menador de Castelló, tuvo lugar un acto dedicado al Patronato de Protección a la Mujer, organizado por Liceu de Dones de Castelló, con el apoyo del Ayuntamiento. Un acto que contó con numeroso público y que abordó estas cárceles de mujeres. Participaron, asimismo, las víctimas y supervivientes de aquel sistema de represión Paquita Beltrán Conesa y Consuelo García del Cid Guerra. Ambas describieron el horror que sufrieron internadas en centros religiosos del Patronato que estuvo activo hasta 1985. (Yo misma realicé en 1984 un reportaje denunciando la situación de las niñas internadas en el reformatorio de Oblatas de Benicàssim).

“Se olvidaron de aquellas niñas mientras el mundo giraba en los años ochenta, en plena democracia, diez años después de la muerte del dictador Franco”, señalaba Maria Palau Galdón. El Patronato pertenecía al Ministerio de Justicia y sus figuras clave eran las celadoras o guardianas de la moral, que accedían por oposición, acreditando una moral intachable y una formación católica franquista. Desde 1948 que se creara el Patronato, eran tiempos por los que se avisaba a la policía por cualquier comportamiento inadecuado de una joven, o una niña. Nada más ingresar en el Patronato eran sometidas a un examen ginecológico, si no eran vírgenes eran señaladas como incompletas y completas si lo eran, marcando su futuro en aquellos macroconventos. Muchas no sobrevivieron, prefirieron suicidarse.

Momento de la presentación del libro sobre los centros del Patronato.

Consuelo Garcia del Cid Guerra, fue expulsada de un colegio privado en Barcelona, no le iba bien en los estudios y mantenía una relación difícil con su familia. Era una niña y adolescente rebelde, introducida en círculos políticos de la izquierda de los años setenta, clandestinos. Con 16 años fue sedada por el médico de su familia, y despertó en una habitación, cerrada con llave, junto a una maleta con ropa que abordaba todas las estaciones del año. Viajó de Barcelona a Madrid sin enterarse y fue internada en un reformatorio, “donde vi más ojeras que miradas, donde una monja me dijo que estaba en un colegio de formación. Nunca pensé que la amenaza familiar de llevarme a un reformatorio sería verdad”. Trabajaban todo el día en diversos talleres, sin contar con un titulo que acredite algún tipo de formación. “Si te quejabas o llorabas mucho te amenazaban con llevarte al psiquiátrico de Ciempozuelos. Muchas no regresaban, otras se cortaban las venas”. Era una niña ‘rebelde’ a quien pusieron el mote de terrorista, pasó muchos días en las celdas de aislamiento donde solo podías estar en cuclillas, dado la altura del techo. Estuvo también en el reformatorio  de Ávila y el 2 de abril de 1976 se escapó, fue detenida y la trasladaron al Instituto del Buen Pastor, de Huelva, “donde estaban todas las fugadas de España”. De ahí también huyó y ha dedicado su vida a denunciar las torturas y abusos que sufrió y la situación de los centros del Patronato. Ha escrito diversos libros "Las insurrectas del patronato", "Las desterradas hijas de Eva", "Patronato de protección a la mujer. Origen y pervivencia", "La niña del rincón" y "Ruega por nosotras”.

Por su parte, Paquita Beltrán Conesa, castellonense de 92 años, ingresó en el reformatorio a los 16 años. “Con ocho años era el lazarillo de mi padre que era ciego y vendía cupones, me lo pasé muy mal en mi casa desde pequeña. Eramos pobres. Lo malo no me lo dio la vida, me lo dieron mis padres que no me trataban bien, me vigilaban y decían que me portaba mal, incluso mis hermanos iban a La Pérgola, pero yo me iba a bailar a otro sitio”. Nos contó que pasó por el centro de Oblatas, que era un infierno y luego por el Instituto del Buen Pastor. Paquita fue, posteriormente, celadora en centros hospitalarios y siempre pensó que no quería morirse sin contar aquellos años de represión y sufrimiento bajo el manto del Patronato de Protección a la Mujer.

Ahora, el Gobierno central prepara, para principios del próximo año, un homenaje a estas mujeres víctimas del franquismo, que sufrieron torturas y abusos en los centros del Patronato, que fueron ingresadas por motivos inocentes, que crecieron rodeadas de violencia y humillaciones. Tanto Consuelo como Paquita reivindican reparación y justicia, recuperación de la memoria histórica como víctimas del franquismo, que se abran los archivos del Ministerio de Justicia y de la Iglesia, para restaurar la dignidad de estas mujeres.

 

Buena semana. Buena suerte.

No se olviden de Gaza, ni de Cisjordania.

 

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