Opinión

La banca gana a la lotería

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VALENCIA. Dentro de unos días alguien será desgraciado con un premio millonario. Tras la alegría repetida frente a la administración de lotería, el pobre infortunado ganador se enfrenta a un trabajo agotador. Tomar decisiones nuevas, ir al banco, informarse de las distintas opciones de ahorro, inversión o gasto, y dirimir sobre si conviene dejar de trabajar o vivir de rentas. Reconozco que hablo desde la ignorancia, ya que como decía Groucho, quien no ha tenido nunca dinero no sabe lo reconfortante y placentero que es.

Son decisiones que pueden quedar en nada, ya que muchos pierden lo ganado al cabo de los años. Al más puro estilo municipal, se comprometen gastos variopintos sin tener en cuenta sus derivas a largo plazo. ¿Se acuerdan del plan E o del plan Confianza? Además el reparto a amigos, familiares y conocidos ha sido objeto de numerosas rupturas matrimoniales y disputa judiciales. En definitiva, un marrón: arduas tareas que suelen no servir para nada, como define el Brown Handbook.

La lotería es una forma más de enriquecerse sin hacer nada. Por ejemplo, se puede comprar algo para luego venderlo más caro. No se aporta más valor que el riesgo asumido por la expectativa al alza en los precios. Ha sido práctica habitual comprar tulipanes (siglo XVII), acciones (1929), empresas puntocom (2000) o pisos (2007) para venderlos al poco tiempo después por más del doble.

La banca está siguiendo este esquema: compra dinero barato y poco después lo revende más caro. Con el doble agravante de que el vendedor y comprador son la misma persona: el Estado. El banco obtiene dinero al 1% del BCE y luego financia a españoles o italianos casi al 6%.

A la banca le ha tocado un premio gordo del 5% y ha dejado de trabajar. Con un décimo de 4 millones de euros es complicado vivir de rentas. En cambio con un beneficio de 9.328 millones de euros en los nueve primeros meses del año, resulta un poco más fácil.

¿Para qué atarearse en dar créditos, hipotecas y préstamos? Mientras la banca siga ganando esta particular lotería, seguirá la sequía del crédito privado y la angustia de la financiación pública. Al menos el día 22 algunos se llevarán una alegría, otros recaudarán un poco más en impuestos y lo demás seguiremos con nuestra vida con un quebradero de cabeza menos.
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Jordi Paniagua Soriano es ingeniero de telecomunicaciones y economista, profesor de la Universidad Católica de Valencia

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