Desde el 3 de julio el PP y Vox se han negado a que hubiera actividad parlamentaria, pero la vida sigue corriendo fuera del hemiciclo. Los problemas no descansan, aunque las y los consellers se vayan de vacaciones. Las listas de espera sanitarias no se reducen porque haga calor, más bien al contrario, algunas se han multiplicado por tres. Y el cambio climático, como estamos viendo con olas de calor extremas y fenómenos meteorológicos cada vez más violentos, tampoco espera a septiembre para mostrar su impacto. Cada vez el calor se vuelve más intolerable, causando muertes y obligándonos a buscar refugios climáticos, junto con un mar mediterráneo con temperaturas caribeñas, con el riesgo tristemente conocido que acarrea e incendios de tercera generación que se propagan con mayor celeridad.
Por eso, desde Compromís, no entendemos el verano como un paréntesis, sino como un momento para seguir pisando la calle, sobre todo hablar con la gente, escuchar sin filtros y con ese relax que solo dan las vacaciones. Este verano lo hemos dedicado a eso: a estar al lado de quienes sufren la falta de vivienda, las consecuencias del turismo masivo, de quienes ven cómo su territorio está amenazado por intereses económicos que no entienden de biodiversidad ni cambio climático y lo padecemos todos, al lado de quienes siguen esperando una respuesta justa del Estado en materia de financiación o infraestructuras que nunca llega.
Uno de los temas más urgentes que hemos constatado sobre el terreno es el colapso de nuestro modelo turístico. Un modelo que en muchos lugares ya no es sostenible, ni social ni ambientalmente. No podemos seguir vendiendo nuestro territorio como si fuera un producto sin límites. Las consecuencias están a la vista: urbanismo descontrolado, escasez de vivienda para la población local, presión sobre los recursos naturales, como el agua.
El agua, ese gran recurso finito que maltratamos en pleno contexto de emergencia climática, permitiendo que se consuma de forma irresponsable en campos de golf o grandes complejos turísticos mientras muchas comarcas sufren restricciones o cortes. Y como si fuera poco, nuestras playas se ven afectadas por vertidos fecales sin depurar porque los incrementos de población en verano por la presión turística no van acompañados de las infraestructuras necesarias, con el consiguiente cierre de las playas en plena ola de calor y el daño ambiental que se produce.

- Turistas en el centro de València. -
- Foto: KIKE TABERNER
Por eso, no podemos entender que se haya derogado la llamada “tasa turística”, que mucha gente habrá pagado este verano en otros países y ciudades. Pero aquí el PP decidió negar a los municipios la posibilidad de instaurarla para recaudar directamente de quien genera el gasto y el efecto dañino, una herramienta de justicia fiscal para que quienes más presionan nuestros recursos contribuyeran también al mantenimiento y protección del entorno natural y el patrimonio cultural. Pero ¿qué podemos esperar de quienes tras padecer una Dana con 228 muertos siguen especulando con el territorio en lugar de poner medidas para ayudar a frenar el cambio climático? ¿qué podemos esperar de quienes creen que la única gran industria posible para esta Comunitat es el turismo masivo?
Ahora empieza un nuevo curso político y lo hacemos con más fuerza. Porque si algo hemos aprendido en estos años es que la esperanza es la que nos mantiene firmes cuando las cosas se ponen difíciles. Es la que nos empuja a seguir luchando por políticas que mejoren la vida de la gente. Y vamos a seguir pidiendo la dimisión de Mazón, por dignidad, porque no vamos a olvidar que mientras la gente se ahogaba él tenía otras prioridades inconfesables y luego no ha hecho más que mentir intentando engañar al mundo entero.
Vamos a seguir exigiendo un modelo de financiación que no castigue a los valencianos y valencianas. Vamos a continuar defendiendo un sistema sanitario público, gratuito y universal para todos los departamentos, porque la sanidad no debe ser un negocio, sino un derecho. Vamos a seguir promoviendo medidas que pongan freno a la emergencia climática, alertando de las consecuencias de mirar hacia otro lado, como ya hemos padecido con la Dana. Y vamos a seguir trabajando por una sociedad donde ser mujer, ser joven, ser mayor o vivir en un pueblo no signifique tener menos derechos.
Frente al ruido, la mentira y el teatro político que representan PP y Vox, seguiremos haciendo política útil, ofreciendo respuestas reales a los problemas de la ciudadanía. Frente al odio que promueven algunos para obtener rédito político, toca proteger la convivencia y recordar que somos un pueblo de acogida. Y frente a quienes se conforman con lo que hay, toca seguir soñando en grande, pero con los pies en la tierra.
Porque la esperanza no se va de vacaciones.