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Hablemos de ciencia y tecnología

La telefonía móvil y la salud

Toda nueva tecnología levanta recelos y miedos, el ser humano reacciona así. Llevamos más de 30 años aprovechándonos de las ventajas de la telefonía móvil y siguen sin encontrarse evidencias que denoten un empeoramiento en la salud de sus usuarios. Estos sistemas de telecomunicaciones son decisivos para el avance de la sociedad: permiten que las personas puedan comunicarse en cualquier lugar y ayudan a salvar vidas en catástrofes o accidentes

Publicado: 08/10/2025 ·06:00
Actualizado: 08/10/2025 · 06:00
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El pasado 3 de octubre funcionarios municipales del Ayuntamiento de Molina de Segura precintaron una instalación de telefonía móvil dentro del casco urbano, no porque las antenas, como algunos dicen, sean perjudiciales, sino por un problema administrativo al haberse acometido una obra de modificación de la instalación existente sin esperar a que el consistorio autorizase los trabajos.

Llevo trabajando directamente en el tema de la telefonía móvil más de 30 años, tanto en operadores de telecomunicación como en fabricantes de equipos de infraestructura, así como terminales de usuario. He conocido de primera mano todas las tecnologías que se han desplegado; comenzando con los sistemas analógicos, ahora denominados 1G, hasta los digitales desde el 2G al 5G. He asistido a numerosas reuniones, cursos, eventos y talleres relacionados con las emisiones radioeléctricas y la salud; y os voy a hacer un spoiler de las conclusiones de este artículo: "No hay evidencias científicas de que las emisiones de telefonía móvil afecten a la salud humana de manera que puedan producir cáncer". Si os he convencido podéis dejar de leer en este punto, si queréis más información para luciros como buen cuñado en las cenas de Navidad de este año, seguid leyendo.

La telefonía móvil, el wifi, la TV, la radio tradicional, los rayos infrarrojos que nos calientan, la luz que nos permite ver las cosas, los rayos ultravioletas que nos broncean la piel, los rayos X de las radiografías, etc, son ondas electromagnéticas. Si las ordenamos según su frecuencia obtenemos lo que se denomina espectro.

  • Espectro electromagnético. -

Las ondas electromagnéticas cuando portan mucha energía pueden llegar a ionizar átomos; es decir, pueden arrancarles electrones y transformarlos en iones lo que convierte a las moléculas afectadas en radicales libres, los cuales pueden dañar seriamente nuestro cuerpo y llegar a producir células cancerígenas. La buena noticia aquí es que no todas las frecuencias pueden ionizar átomos. Vemos entonces que ahora podemos dividir este espectro electromagnético en dos partes: en frecuencias ionizantes y no ionizantes. Los experimentos realizados concluyen que es necesaria una energía superior a 10 eV (electrón-voltios) para ionizar un átomo. Inciso: El eV es una de las formas de medir la cantidad de energía; otras unidades que también se emplean y nos sonarán más son las calorías, los julios o los kW-h (kilovatios-hora).

Según la famosa ecuación del científico alemán Max Plank, la energía que transporta una onda electromagnética es directamente proporcional a su frecuencia. En otras palabras, cuando la frecuencia es más alta la onda lleva más energía, por lo que podemos utilizar su fórmula para calcular la frecuencia a partir de la cual tenemos que tener cuidado porque se pueden ionizar átomos. Esta frecuencia está alrededor de 2,42x1015 Hz. Si miramos en el dibujo del espectro electromagnético cae en la zona denominada ultravioleta extremo y de la que afortunadamente nos protege la atmósfera terrestre. Cabe comentar que los Rayos X y los Gamma son muy peligrosos y a pesar de ello se utilizan en medicina para diagnóstico o destrucción de tumores, por eso existe una limitación muy restrictiva para su uso.

 

Si todas las frecuencias empleadas en las comunicaciones móviles midieran un metro de longitud y las tuviéramos aquí en Murcia, la zona de radiaciones ionizantes peligrosas empezaría en Nueva Zelanda"

 

 

Como podemos comprobar las frecuencias de la TV, la radio, el wifi o la telefonía móvil quedan muy muy lejos de la zona de radiaciones ionizantes. La frecuencia más alta que ahora viene utilizándose para estas aplicaciones es aproximadamente 3,5x109 Hz. Los humanos somos muy malos calculando proporciones y comparando números, sobre todo cuando hablamos de exponenciales como en este caso. Quizá el siguiente ejemplo nos sirva para hacernos una idea de lo extremadamente lejanas que están las frecuencias que empleamos en la telefonía móvil de la zona de radiaciones peligrosas. Pasémoslo todo a metros que es una medida con la que sí podemos hacernos una idea de las proporciones implicadas: si todas las frecuencias empleadas en las comunicaciones móviles, de 0 a 3,5x109 Hz midieran un metro de longitud y las tuviéramos aquí en Murcia, la zona de radiaciones ionizantes peligrosas empezaría en Nueva Zelanda. Dicho de otra manera: podemos olvidarnos de que por el uso de estas frecuencias se nos generen radicales libres, es más normal que estos radicales libres se produzcan por causas químicas debido a hábitos pocos saludables como fumar, dietas desequilibradas con pocos antioxidantes, estrés, algunos medicamentos o la polución atmosférica.

A pesar de que la telefonía móvil está entre nosotros más de 30 años, recordemos que en España el sistema GSM (2G) comenzó a funcionar en 1995 y no se ha detectado ningún incremento de enfermedades que pudieran relacionarse con esta tecnología. Ningún estudio ha sido concluyente, pero aun así los gobiernos han legislado para limitar la potencia de las estaciones base de telefonía, radio y TV. Se han establecido niveles que desde el punto de vista médico se consideran seguros y todas las instalaciones se miden una vez al año para comprobar que se encuentran dentro de los márgenes establecidos por la ley. De ello se encarga la Jefatura Provincial de Inspección de Telecomunicaciones dependiente del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital. En Murcia, por ejemplo, la media de densidad de potencia medida en el entorno de las estaciones base de telefonía móvil fue de 1,6 µW/cm2, cuando la ley establece límites de entre 400 y 1000 µW/cm2, es decir, unas 250 veces menos que el límite más restrictivo. Pongamos un ejemplo, similar al anterior utilizando metros, para poner estas proporciones en una perspectiva que nos resulte útil: existe una preocupación por la cercanía del complejo petroquímico de Escombreras al casco urbano de Cartagena que se encuentra 4 km o de la industria de Derivados Químicos a Alcantarilla, a unos 1,5 km; pues si estas industrias se hubiesen ubicado siguiendo la misma proporción con la que los niveles de emisión de la telefonía móvil están por debajo de los marcados por la ley, el complejo petroquímico de escombreras estaría a 1000 km (más o menos en Galicia) y Derivados Químicos a 375 km (aproximadamente en la provincia de Madrid).

Los niveles de emisión a los que trabaja la telefonía móvil son ridículos si los comparamos con otras fuentes de emisión que nos rodean, tanto naturales como artificiales. El que no se hayan encontrado evidencias científicas en 30 años de que dichas emisiones sean perniciosas para la salud nos debería tranquilizar un poco. De todas maneras, para intentar poner en manos de la ciudadanía toda la información disponible y actualizada, en España se creó el CCARS (Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud) definido como una institución independiente, formada por reconocidos expertos en Medicina, Física, Química, Biología, Ingeniería de Telecomunicación, Derecho y otras disciplinas relacionadas, con la misión de aportar elementos de juicio, información y asesoramiento de carácter científico y técnico a las Administraciones públicas y al conjunto de la sociedad en los debates que pudieran generarse sobre cuestiones relativas a las radiofrecuencias y la salud. Este comité está al día de todas las tecnologías y estudios científicos relacionados con este tema, liberando cada dos o tres años un completísimo informe que recomiendo leer a todos aquellos que pudieran estar interesados o preocupados por este tema.

El CCARS trata todos los temas de interés sobre las emisiones electromagnéticas y que pudieran afectar a la sociedad, como serían los relacionados con la salud, la tecnología o incluso la legislación y jurisprudencia. Resumiendo, las principales conclusiones de sus informes por temas:

  • -Los niveles de exposición a los campos electromagnéticos se encuentran muy por debajo de los límites de exposición recomendados, respetándose la normativa en todos los casos.
  • -No existen razones técnicas ni sanitarias que justifiquen imponer límites de exposición mucho más restrictivos pues para mantener la misma calidad de servicio habría que aumentar el número de antenas con importantes impactos ambientales, económicos, paisajísticos, urbanísticos y administrativos.
  • -Las redes móviles de nueva generación permiten mejorar los servicios de telefonía móvil sin aumentar la exposición de la población.
  • Los estudios clínicos y epidemiológicos siguen sin encontrar una relación directa entre la telefonía móvil y riesgos significativos para la salud.
  • -Existen personas que dicen tener hipersensibilidad electromagnética. Esta no es reconocida como enfermedad en ninguna parte del mundo y no se ha podido encontrar relación causal entre la exposición a los campos electromagnéticos y los síntomas que sufren esas personas. Las personas que declararon sentir ese tipo de hipersensibilidad fueron incapaces de distinguir, en condiciones experimentales, si estaban expuestas o no a campos electromagnéticos.
  • -La percepción por parte de la población del riesgo asociado a los campos electromagnéticos sigue de manifiesto por lo que se considera importante seguir informando y utilizar estrategias de comunicación efectivas para su tranquilidad.

El único efecto estudiado que producen los campos electromagnéticos es un levísimo aumento de temperatura de la superficie corporal que se encuentra cerca del terminal móvil, pero que es regulada automáticamente por los mecanismos que posee nuestro organismo para ello. Está comprobado que el mayor perjuicio para nuestra salud por el uso del teléfono móvil son los accidentes de tráfico que se producen cuando se maneja el móvil mientras se conduce.

El CCARS, a pesar de que sigue sin encontrarse evidencia científica sobre la afectación de la radiofrecuencia usada en telecomunicaciones a la salud humana, considera que se debe seguir investigado de manera rigurosa sobre el tema y sobre todo definir protocolos claros y estandarizados de medida para que puedan compararse distintos tipos de estudios e investigaciones. Aboga por la colaboración internacional y el consenso científico como base para futuras políticas de salud pública y recomendaciones de seguridad.

Quiero terminar de la misma manera que comencé, comentando mi amplia experiencia en este tema. A lo largo de estos años he hablado con muchos políticos, científicos, comunidades de vecinos (lo que me pasó en Puente Tocinos quizá os haga sonreír un poco) y siempre se ha intentado ofrecer respuesta a las inquietudes de la gente. Puede que se le haya dado demasiado bombo a este tema creando un problema donde no lo había por muchas razones, en unas ocasiones han sido farsantes, negociadores o empresarios de dudosa calaña que aprovechan el río revuelto para ofrecer productos carísimos “antiradiación” que no sirven para nada; en otras ocasiones la propia clase política ha utilizado estos movimientos para obtener votos. He visto manifestaciones de grupos “antiantenas” donde cada uno llevaba su móvil en el bolsillo y otros lo utilizaban mientras sostenían la pancarta. Estas imágenes indican un profundo desconocimiento de cómo funciona la telefonía móvil y ofrecen una paupérrima imagen de nuestras comunidades. Pero seamos optimistas, conforme pasa el tiempo vengo notando cada vez menos hostilidad hacia las instalaciones de telefonía móvil. Parece que la gente está comprobando, por ellos mismos, que no son tan perjudiciales para la salud y que, en cambio, los beneficios que producen a la sociedad son altísimos.

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