Opinión

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AL OTRO LADO DE LA COLINA

Las dos Europas

Publicado: 20/09/2025 ·06:00
Actualizado: 20/09/2025 · 06:00
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Entre las diversas publicaciones escritas por el filósofo y analista internacional, Oscar Elia, hace unos días leí un breve pero condensado artículo suyo, en el que confrontaba dos grandes personajes europeos del siglo XX (pero con proyección intemporal), que eran Raymond Aron, que lo define como “atlantista, defensor de la democracia liberal” y sobre el que incluso escribió un libro, y Jean-Paul Sartre, como “compañero de viaje del comunismo, defensor del terrorismo revolucionario, enemigo declarado de la sociedad occidental y sus fundamentos morales”.

Esta confrontación, hoy, es de máxima actualidad, porque Europa como concepto-ideal, por una parte, pero también como proyecto o estructura política, vive hoy un trágico momento disruptivo, que ellos en sus posiciones alternativas pudieran representar.

Por una parte, está esa Europa nihilista, que de facilona de cómo ha crecido, tiene una falta de responsabilidad y cultura del esfuerzo, ha caído en el todo vale nada importa. Además, como decía Zygmunt Bauman se ha transformado en una sociedad líquida (más bien gaseosa diría yo) logrando lo que quería Karl Marx, acabar con los principios sólidos de la civilización Occidental, que no olvidemos se sostiene en la triada, Grecia, Roma y judeocristianismo, y por eso, por ejemplo, el Papa Pio IX, afirmó que la nefasta doctrina del comunismo, como dicen, es sumamente adversa al mismo Derecho Natural.

Estos europeos nihilistas, insuflados de buenismo-solidario están provocando la sustitución de principios, valores y poblaciones occidentales por otras venidas de oriente, con otra cultura, que no sé si será mejor o peor, o simplemente diferente, pero en la que, por ejemplo, la mujer no es un ser social igual al hombre, es un ser familiar que pertenece al hombre (auténtico sometimiento hetero-patriarcal), con la complicidad, da la impresión por su silencio, del feminismo oficial y subvencionado.

De forma curiosa estos nihilistas son los mejores aliados de ese globalismo financiero que dirige los lobbies existentes en Bruselas, que ya han acabado prácticamente con nuestra agricultura, ganadería y pesca, y que ha puesto a la industria al borde del colapso, por su deslocalización. Porque, también, en su afán regulatorio está maniatando a la sociedad civil, creando un gran Leviatán, descrito en su momento por Thomas Hobbes.

Por otra parte están los que denominan soberanistas, movimiento, en parte, aparecido como reacción al anterior, pues por una lado, no desean que su identidad nacional se diluya en el globalismo indefinido y relativista, desean mantener los valores morales que han permitido a Europa llegar a un estadío civilizador del bienestar sin igual, con el mayor grado en el mundo de igualdad entre hombre y la mujer, y la posibilidad de usar el ascensor social de la meritocracia por medio de la educación gratuita (por ejemplo), pero que a la par han visto retroceder todos esos indicadores, proletarizándose la clase media y empobreciéndose el proletario.

Y esos posicionamientos en Europa, las dos Europas, ¿cuándo se iniciaron?. Pues por fijar un eje de coordenadas espacio-temporales, y por convencionalismo, obligatorio por lo limitado de este artículo de prensa, lo estableceremos en el fin de la Guerra Fría.

Cuando el régimen opresor de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas cayó a muchos les pilló por sorpresa, al igual que después las Primaveras Árabes, entonces surgieron dentro de las Comunidades Europeas dos posiciones disyuntivas. Una representada por Jacques Delors, francés y socialista, presidente de la Comisión Europea de 1985 a 1995, la otra liderada por la Dama de Hierro, Margaret Thatcher, conservadora británica, y primera ministra de Reino Unido de 1979 a 1990.

Como todos ustedes recordarán, o a las pruebas-situación actual me remito, se impuso la primera opción, la de crear una gran estructura política, reguladora y lobista en Bruselas, capital de la UE, de carácter más federalista, y la opción de la Europa de las naciones, de estilo más confederal, se desdeñó. La UE creció y creció hasta llegar a lo que el político belga (fue desde primer ministro pasando por ministro de Asuntos Exteriores y también de Finanzas) Mark Eyskens, definió como, Europa es un gigante económico, un enano político, y un gusano militar.

Hoy en día, con el cambio geopolítico que experimentamos, y que al igual que el cambio climático está siempre variando, la UE experimenta una depresión en lo económico, una decadencia en lo político, y una potencia militar capitis disminuida, igual a la que definía Eyskens (como un gusano), a pesar de haber gastado (hasta la invasión de Ucrania) entre tres y cuatro veces más que Rusia; con un estado de cosas que nos lleva a la nadería internacional y ser objeto del Pim, pam, pum... ¡fuego! de otros actores internacionales como son Estados Unidos, Rusia o China. Por lo que parece, si no queremos desaparecer en la historia de las civilizaciones, que habrá que cambiar de modelo de Europa, pues el motor de la actual se está calando y las otras potencias nos adelantan por derecha e izquierda, incluso por el centro.

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