Opinión

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PALABRAS LLANAS

Matar al mensajero

Publicado: 19/09/2025 ·06:00
Actualizado: 19/09/2025 · 08:25
  • La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Leyen.
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Este fin de semana ha tenido lugar en Madrid un multitudinario evento que ha reunido a miles de personas en torno a un proyecto, a unas ideas y a una esperanza de futuro.

Hay momentos cruciales en la historia en los que es imprescindible posicionarse, y este es uno de ellos. Millones de europeos y españoles están hartos y se han puesto en pie para reconquistar el derecho a decidir su futuro y el de sus hijos.

En un momento en el que la civilización occidental se ve amenazada, la libertad se ve recortada, la familia está menospreciada, la soberanía está cuestionada y la seguridad y la propiedad en deterioro manifiesto, miles de ciudadanos reivindican reconquistar esos valores occidentales que sustentaron a Europa durante años.

Pero en las últimas décadas, las élites de Bruselas han intentado convencernos de que el futuro de Europa pasa por disolver nuestras identidades nacionales en un proyecto burocrático, ajeno al pueblo y dirigido por tecnócratas que nadie ha elegido. Se nos ha repetido que debemos renunciar a lo que somos —a nuestra historia, a nuestras fronteras, a nuestras raíces cristianas— en nombre de un federalismo europeo que, en la práctica, sólo ha servido para debilitar a los Estados soberanos y desarmar moralmente a Occidente. Sin embargo, Europa no será nunca una auténtica unión si no es una Europa de naciones soberanas. Europa no se construyó desde Bruselas, ni desde un tratado, ni desde una burocracia; Europa nació de Atenas y Roma, de Jerusalén, de las catedrales góticas, del derecho romano y del humanismo cristiano. Nuestra civilización occidental no es una abstracción: es el fruto de siglos de fe, cultura y lucha por la libertad.

Hoy todo eso está en riesgo. El globalismo —esa alianza entre grandes corporaciones, lobbies ideológicos y burócratas sin patria— trata de diluir nuestras naciones en un magma multicultural donde todo vale y nada importa. Quieren que olvidemos que somos españoles, franceses, italianos, polacos… para convertirnos en simples consumidores sin raíces. Y mientras tanto, el islamismo radical aprovecha la debilidad de Occidente para expandirse, protegido por el relativismo de las élites progresistas que nos piden “tolerancia” mientras callan ante la intolerancia ajena.

Frente a todo ello, Vox defiende con firmeza que la única Europa posible es la Europa de las naciones libres y soberanas, una alianza de pueblos que colaboran en lo necesario —defensa de las fronteras, seguridad, comercio justo— pero que no renuncian jamás a su identidad ni a su soberanía. Porque solo desde el respeto a lo que somos podremos garantizar un futuro para nuestros hijos.

La civilización occidental es mucho más que un legado: es una responsabilidad. Defenderla significa defender la vida, la libertad, la familia, la nación y la dignidad humana frente a quienes quieren imponer la cultura de la muerte, la censura del pensamiento único o la sumisión a poderes extranjeros hostiles a nuestros valores.

Europa no necesita burócratas que nos dicten cómo vivir desde Bruselas; necesita naciones fuertes que cooperen desde la libertad. Y España debe estar a la vanguardia de esa batalla cultural y política. Porque si Occidente cae, no habrá una segunda oportunidad.

Y precisamente, poco más de un día antes del evento de Patriots en Madrid, fuimos testigos en directo del asesinato de un referente en la defensa de esos valores occidentales, Charlie Kirk. Una prueba de que pretenden acabar con los valores occidentales matando al mensajero. Se equivocan. El asesinato de Charlie Kirk está despertando conciencias. El asesinato de Charlie Kirk marcará un antes y un después de la lucha de occidente por sus valores. La historia se repite, la izquierda no renuncia a la violencia si es necesaria para sus intereses, pero lo que no saben es que algunos, cada vez más, no renunciaremos a nuestros valores por mucho que intenten demonizarnos, estigmatizarnos y deshumanizarnos antes de disparar. Es mucho lo que está en juego.

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