VALENCIA (17/05/2015). El economista escocés Duncan Black formuló en 1948 el teorema del votante medio, una modalidad de teoría de los juegos que explica el sorprendente viraje de Podemos desde la ultraizquierda hacia el centro. Según demuestra este teorema, con todas las matizaciones que se han hecho con posterioridad, los partidos políticos que aspiren a ganar una elecciones como las que se celebran en España deberán situar sus propuestas en el espectro ideológico en el que se ubica la mayoría de los votantes, que en una escala del 1 al 10 (izquierda-derecha) suele situarse en España unas décimas por debajo del 5.

Pablo Iglesias hizo números cuando vio que las encuestas lo colocaban por encima del PSOE y sacrificó parte de sus principios y a Monedero para disputar el centro izquierda al PSOE y a UPyD, sin sospechar que Ciudadanos se iba a meter en la contienda por el lado del PP. Los estudiosos del teorema explican que donde sólo hay dos grandes partidos, como en Estados Unidos, ambos se disputan el centro ideológico, cada uno hacia un lado, mientras que en sistemas más plurales como el español los dos grandes tienen más problemas al centrar sus discursos por la posible fuga de votos por los lados. Allí hay formaciones sin vocación de gobierno -por mucho que diga Mónica Oltra- a las que no les preocupa alejarse del votante medio. Lo nunca visto es un escenario donde cuatro formaciones se disputan al votante medio casi a partes iguales.
Esto, del lado de los partidos, pero sería interesante aplicar alguna otra teoría de los juegos al dilema que en estos momentos se le plantea al votante de izquierdas valenciano. Una especie de dilema del prisionero colectivo en el que todos desearían saber qué va a hacer el resto de ciudadanos para que su voto no acabe, como se suele decir, en la basura.
El escenario es el siguiente, según la mayoría de encuestas publicadas: Alberto Fabra aspira a seguir gobernando en la Generalitat y para eso necesita que la suma de PP y Ciudadanos alcance los 50 diputados (mayoría absoluta). Los sondeos publicados muestran que esto es posible siempre que Esquerra Unida (EUPV) no alcance la barrera del 5% de los votos y quede fuera de las Corts. Los cinco o seis diputados que obtendría con el 5% se repartirían entonces entre el resto y el más beneficiado sería el PP. Si Ignacio Blanco entra en las Corts, es probable pero no seguro que las cuatro formaciones de izquierdas (PSPV, Podemos, Compromís y EUPV) fueran las que sumasen más de 50 escaños.
Y aquí es donde se plantea el dilema para el votante de izquierdas, el que se ubica entre el 2 y el 4, el que se disputan EUPV, Podemos, Compromís y, en menor medida, PSPV. ¿Cuál es el voto útil? ¿Hay un voto inútil? Es una estupidez eso que se oye en las tertulias de que "los valencianos han querido que no haya mayorías absolutas", como si se hubieran puesto de acuerdo. Qué más querrían los votantes que ponerse de acuerdo para que no hubiera mayorías absolutas o para, en este caso, pactar si meten o no a Esquerra Unida en las Corts. Por suerte o por desgracia, el resultado es la suma de voluntades individuales, como mucho influidas por el cálculo que cada uno haga después de ver las encuestas.
Los sondeos, la mayoría, dicen que EUPV apenas supera el 4%, lo que significa que mucho tendrían que cambiar las cosas para que los más de 100.000 votos que puede recibir esta formación no sirvan para otra cosa que el reciclaje de papel. Este resultado, cocinado o no, desanima al simpatizante y lo empuja al voto útil, por lo que no es descartable que alguno de los medios de comunicación que han recibido las filtraciones de Blanco sobre el caso Imelsa se apiade de él y le haga el favor de publicar una encuesta que le dé posibilidades de superar el 5%. Lo necesita, y no sería la primera vez que se cocinan sondeos para aupar o acabar de hundir a algún partido.
Todo lo escrito hasta aquí parte del supuesto de que las encuestas son fiables y no se están copiando las empresas demoscópicas unas a otras para acertar o equivocarse todas juntas, dada la cantidad de indecisos. Y parte del supuesto de que Ciudadanos apoyará al PP si la suma da 50 o de que Puig, Oltra, Montiel y Blanco lograrán un pacto para desbancar a Fabra en caso de ser mayoritaria en las Corts, que es mucho suponer.
Lo increíble a estas alturas y con lo que ha llovido es que gracias a la sempiterna división de la izquierda, que lo tenía a huevo, Fabra llega, como él mismo dijo, "vivito y coleando" al sprint final de la campaña. Un final en el que, por cierto, se rumorea que quedan por salir un par de escándalos gordos que pueden afectar a más de un partido.