VALENCIA. Hace un año, más o menos por estas fechas, Alberto Fabra anunciaba el cierre de RTVV. Se lo confirmó primero a Pedro J. Ramírez, entonces todopoderoso director del diario El Mundo y principal apoyo mediático del presidente de la Generalitat, para que a su vez lo anunciase vía Twitter a los demás ciudadanos. Pedro J. alabó la firmeza de Fabra, su capacidad para acometer problemas drásticamente, sin medias tintas. Fabra iba a cerrar RTVV, y lo iba a hacer como un nuevo Alejandro Magno: cortando de raíz el nudo gordiano, imposible de deshacer, de RTVV.
Pocos estuvieron entonces de acuerdo con la decisión de Fabra. Sobre todo después de ver el alucinante proceso de cierre de RTVV, esa noche mítica, terrible, triste, dolorosa, pero sobre todo esperpéntica, que fue la "Operación Telefunken". Nadie lo contó mejor que este periódico, y a ese artículo, dotado con uno de los mejores titulares de la historia del periodismo, me remito.
Las ventajas de no hacer nada
El cierre de RTVV evidenció el enorme error que había cometido Fabra. El PP plasmaba su incapacidad para mantener el autogobierno; acababa destruyendo una herramienta fundamental de vertebración y generación de espacio público, una TV que previamente había degenerado, económica y profesionalmente, hasta abismos insondables, como consecuencia de las decisiones políticas del propio PP. Y, por supuesto, con el cierre de RTVV este partido perdía un instrumento extraordinariamente importante e influyente desde el punto de vista social y político, por mucho que tuviera escasísimas audiencias.
A lo largo de los meses siguientes, Fabra aventuró diversas propuestas para paliar lo que ya entonces se evidenciaba como el mayor fiasco de una legislatura difícilmente superable en este capítulo (el de los fiascos): ampliar la programación de TVE, pagar a alguna de las televisiones privadas autonómicas para hacer contenidos de servicio público, tal vez combinando lo anterior con el "regalo" de las instalaciones y los equipos de RTVV...
Ninguna de estas opciones acabó cristalizando, como no ha cristalizado prácticamente nada de lo que Fabra ha propuesto, ha anunciado o ha prometido en estos meses. Y no lo ha hecho porque Fabra es, desde hace muchísimo tiempo, un presidente carente de poder efectivo. Un presidente que se ha desgañitado intentando que el ministro de Hacienda se dignase a recibirle, y que trata a los secretarios de Estado como si fuera un voluntarioso subalterno. Un presidente sin presupuesto, sin poder y sin capacidad para llevar a cabo los propósitos que anuncia, salvo los más folklóricos y ridículos (los que cuestan poco o ningún dinero), y que precisamente por ello sustancia su acción política en la impotencia y la inacción.
Lo cual, sin duda, tiene sus ventajas. A veces, es mejor no hacer nada que hacer según qué cosas. O si no, que se lo pregunten a Rajoy, máximo exponente de este modelo. El Fabra de 2014 ha tenido la ventaja de que no hacía las cosas que hizo el Fabra de 2013.
En todo caso, prácticamente todo el mundo ha asumido ya, a estas alturas, que Alberto Fabra es un cadáver político y que su opinión sobre casi cualquier asunto es irrelevante. Que su destino es perder la Generalitat en mayo, en el mejor de los casos. En el peor, que ni siquiera le dejen presentarse; porque, de hecho, si se presenta será sólo en la eventualidad de que las encuestas dejen claro que el PP no tiene ninguna posibilidad de retener la Generalitat (en cuyo caso, tal vez Génova prefiera quemar a un candidato ya más que quemado que exponer a otro/a).
Llega "TeleRus"
Sin embargo, una noticia reciente ha obligado a Fabra a salir, aunque sea momentáneamente, de la inacción perenne: el proyecto de TV privada, pagada con dinero público, anunciado por la Diputación de Valencia, conocida popularmente (y quién sabe, visto lo visto, si también oficialmente) como "Tele Rus". Un proyecto en virtud del cual Rus anuncia que hará lo que Fabra no ha podido hacer: proporcionar programación de servicio público (tiemblen al pensar lo que Alfonso Rus pueda entender como "servicio público") en valenciano (ídem). Un proyecto detrás del cual se encuentran múltiples irregularidades, de entre las cuales me gustaría destacar una de las inconsecuencias más llamativas: que una institución de ámbito provincial esté pagándose una TV con una licencia autonómica, imagino que para garantizar que los ciudadanos de Vinaròs y de Orihuela puedan ver a Alfonso Rus inaugurando pasos de cebra en Xàtiva.
Pero detrás de TeleRus hay, ante todo, dos cosas: por un lado, la necesidad imperiosa que tiene el PP, y sobre todo sus alcaldes, de contar con algún instrumento de propaganda de cara a unas elecciones municipales que se antojan más que adversas. Una necesidad que la desaparición de RTVV ha puesto de manifiesto, y que la eclosión de Podemos ha hecho más acuciante, pues por lo visto, piensan en el PP, dado que el éxito de Podemos deriva de la televisión, para emularlo lo único que hace falta es tener otra televisión a su servicio, y todo arreglado (tal vez deban sopesar pequeños detalles que puedan invalidar esta Arcadia feliz, como el 2% de audiencia al que tal vez aspire TeleRus, o la credibilidad de los dirigentes del PP, combinada con la receptividad del público a sus mensajes). No es la primera vez que un político se paga sus festivales propagandísticos con dinero público, y esta, por desgracia, no será la última.
Pero, en segundo lugar, el anuncio de TeleRus es una forma de evidenciar la clamorosa ausencia de TeleFabra. Y si no hay TeleFabra es porque Fabra la cerró. Por ese motivo hemos disfrutado, esta semana, de las excéntricas declaraciones del president de la Generalitat, en un intento de "contraprogramar" el anuncio previo de Alfonso Rus. Fabra anuncia ahora que reconstruirá, en una fecha indeterminada, lo que se encargó de destruir en 2013.
Una decisión que, como consecuencia de sus propias decisiones previas, ya no está en su mano, pues el proceso de desaparición de la antigua RTVV previsiblemente impedirá cualquier intento de reinaugurar la nueva antes de las elecciones de 2015. Y eso, por no hablar del extremadamente improbable escenario en el que Cristóbal Montoro le proporciona a Fabra los fondos necesarios para reabrir RTVV. Es posible que esto sí que ocurra después de las elecciones; pero es extremadamente improbable que sea Fabra el encargado de reabrirla.
#prayfor... Pdro Snchz
Son muchas las cosas que ocurren a lo largo de una semana, y habitualmente es difícil decantarse por una para esta sección. Pero esta semana, nadie ha podido rivalizar con el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y su nueva web, en la que Pedro Sánchez se ha convertido en Pdro Snchz para... Pues no lo sabemos exactamente. Para dar una imagen moderna e innovadora que conecte mejor con los jóvenes, o algo así.
No es la primera ocurrencia del equipo de asesores de Sánchez que llama la atención. De hecho, esa parece ser su estrategia: continuas ocurrencias para llamar la atención del sufrido público. El problema es que, si para ello tienes que hacer el ridículo, no está claro que el efecto logrado compense el esfuerzo de los asesores de Snchz para convencer a la gente de que lo verdaderamente importante, en la tesitura actual, es "desvocalizarse". Puede que el populismo sea malísimo, pero no deberíamos despreciar el potencial destructivo de la estupidez.