El 29 de julio de 2008, el entonces presidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra, calificó de "hijo de puta" a quien era portavoz socialista en la institución, Francesc Colomer, tras un tenso pleno en el que este le exigió explicaciones sobre el fraude fiscal y los delitos de corrupción por los que estaba imputado. Hoy Colomer es presidente de las Corts, Fabra está en la cárcel y algunos de los que le rieron el exabrupto andan imputados o apestados fuera de la política.
El mismo jueves que Colomer era elegido presidente se produjo otra de esas coincidencias que conviene destacar para dar esperanza a quienes desconfían de la democracia: mientras las diputadas Clara Tirado y Mireia Mollà estrenaban su renovado escaño en las Corts, el exconseller Rafael Blasco, al que ambas denunciaron por robar dinero destinado al Tercer Mundo, recibía la orden de ingreso en prisión.
"Este paso por la oposición nos va a venir bien", comentaba el otro día un cargo electo del PP de esos que empiezan su labor de oposición con un ejercicio de autocrítica. Los populares necesitan autocrítica, renovación de personas y, sobre todo, de discurso. El del miedo, el ¡que vienen los rojos!, suena tan antiguo como el de quienes llaman fachas a los del PP, pero sobre todo suena a hipocresía en boca de quienes han saqueado o permitido el saqueo de instituciones desde las que no resolvían los problemas de los ciudadanos. Miedo daba Carlos Fabra.
Otro de los discursos preferidos del PP valenciano, el de los símbolos, tiene cada día menos recorrido. La foto buscada del flamante alcalde Joan Ribó con seguidores que enarbolan banderas del Cap i Casal, con su franja azul, tiene una lectura clara: Búsquense otros argumentos.
Esos no son los problemas que preocupan a la gente, los populares necesitan volver a pisar la calle. Cuando un partido tiene el poder es cómodo y barato dejar en manos de sus gobernantes el contacto con el pueblo. Cuando está en el poder muchos años olvida su obligación de trasladar las inquietudes de los ciudadanos a los gobernantes y se dedica a ensalzar al gobierno o a justificar sus errores.
Los valencianos hemos padecido años de mal gobierno y una última legislatura con una gran labor fiscalizadora por parte de los grupos de la oposición. Los medios de comunicación, que en cierta manera siempre estamos (o debemos estar) en la 'oposición', lo hemos agradecido. En la legislatura que ahora empieza necesitamos un mejor gobierno y que el PP haga una buena labor de control. Nosotros seguiremos ahí, con nuestra modesta aportación.
