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Podemos: ¿un filón para el PP?

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Los 'populares' piensan que Podemos es menos peligroso para ellos que los socialistas, porque no abarca con igual eficacia que el PSOE (al menos, el PSOE anterior a la crisis) a los votantes centristas, dejándoles "desvalidos" en manos del PP

VALENCIA. Desde que apareció en nuestras vidas con sus cinco escaños, Podemos se ha hecho casi omnipresente en los medios de comunicación. Ya no es sólo Pablo Iglesias, contertulio perfecto, con un excelente dominio de los tiempos televisivos y la lógica de los distintos formatos en los que participa, además de una notable inteligencia y capacidad expositiva. Es todo lo que tiene que ver con este partido.

Obtuvo un 8% de los votos, pero, como ya hemos comentado en varias ocasiones, su efecto en la política española, a todos los niveles, hace pensar que sus resultados fueron aún mejores... o que sus expectativas en las encuestas van mucho más allá de ese 8%. Entre otras cosas, porque apenas se publican encuestas, y las que aparecen -con cuentagotas- le otorgan ya un 15%, a poco más de cinco puntos del PSOE.

El interés por Podemos es genuino, pero también existe una evidente labor concertada desde muchos medios de comunicación, así como desde el partido en el Gobierno, por poner el foco sobre su programa, sus motivaciones y, sobre todo, sus líderes. Son continuas las informaciones escandalosas que sobre Podemos publican algunos medios; a menudo, más escandalosas por cómo cuentan los hechos que por el potencial escandaloso de los hechos que cuentan.

Y llama la atención, incluso en una cotidianidad política tan poco civilizada como la española, el volumen y el tono de los gritos y acusaciones que surgen desde las filas conservadoras, y que al final se resumen en el lugar común en el que acaban casi todas las cosas en España, nuestra Ley de Godwin particular: X = ETA. En este caso, Podemos = ETA.

En un contexto de normalidad, podría pensarse que una cobertura mediática tan negativa como esta es perjudicial para Podemos. Pero, en el escenario de desafección que vivimos, es más que probable que contribuya a proveerles de más votantes, así como a reafirmar muchos votos obtenidos en las Europeas. De manera que, aunque pierdan algunos apoyos, sean más los que ganen a cambio en el proceso.

Desgastar al PSOE golpeando a Podemos

¿Por qué se afana tanto el PP en atacar a Podemos? La respuesta es más que obvia: puesto que el principal nutriente de votantes de Podemos es el PSOE, engordar electoralmente a Podemos (que es lo que provocan estos ataques desde el PP) implica adelgazar (aún más) al PSOE. La estrategia no es nueva: es, de hecho, exactamente la misma que la que ensayaron los gobiernos de Aznar en su segunda legislatura con sus desaforados ataques al nacionalismo catalán y -sobre todo- vasco: crear una polarización política en torno a un eje (entonces fue el identitario: un choque de nacionalismos) que obligue a posicionarse a los votantes y vacíe el campo intermedio.

Pedro Arriola

En aquella ocasión, no puede decirse que al PP le saliese demasiado bien la apuesta, pues, como recordarán, el PSOE alcanzó el Gobierno en 2004. La estrategia de polarización tiene el problema de que moviliza a los votantes abstencionistas: a los propios, pero también a los contrarios. Y, puesto que los contrarios (los votantes de izquierda) tienden a ser más abstencionistas, el resultado final no suele ser demasiado atractivo para los intereses del PP. Por eso este partido acabó volviendo al redil de Pedro Arriola tras su fracaso electoral de 2008 (culminación de una legislatura particularmente crispada), con un perfil más bajo, menos agresivo, más volcado en la gestión.

Así pues: ¿yerra el PP en su nueva apuesta de tensionar el escenario político, esta vez en torno al eje netamente ideológico (izquierda-derecha)? No está tan claro. Podemos, piensan en el PP, es menos peligroso para ellos que el PSOE, porque no abarca con igual eficacia que el PSOE (al menos, el PSOE anterior a la crisis) a los votantes centristas, dejándoles "desvalidos" en manos del PP.

En principio, este análisis se antoja correcto en líneas generales: no parece que el sector más centrista, que oscila tradicionalmente entre PP y PSOE, pueda verse cautivado con similar eficacia por Podemos y su discurso. Pero olvida varias cosas. Por un lado, que el PSOE no parece necesitar demasiada ayuda para hundirse electoralmente: ya se desinfla solo. Sus votantes se están desperdigando hacia otras muchas opciones. La agresividad discursiva y de las políticas de fondo del PP (así como, no lo olvidemos, el claro fracaso de su gestión hasta la fecha) escamotean la posibilidad de que los más centristas vayan a este partido. Así que huyen, en lugar de ello, a la abstención.

En cuanto a los votantes más hostiles hacia el PP (la mayoría de los votantes del PSOE), muchos irán a Podemos, en parte por la clara percepción de que este partido es quien más nítidamente se opone a las formas y contenidos tradicionales de la política (de las que participarían tanto PP como PSOE). Una percepción cultivada por el propio PP.

Cañete y Valenciano no obtuvieron buenos resultados

Por otro lado, no conviene dejar de lado el fenómeno, verdaderamente notable, del giro a la izquierda experimentado por el país en las últimas Elecciones Europeas. La división del voto según criterios ideológicos, que en 2009, en los anteriores comicios europeos, mostraba una ventaja de cuatro puntos de las opciones conservadoras (un 50% frente a un 46% de los partidos ubicados en la izquierda política), en 2014 ha pasado a distribuirse así: 42% derecha, 49% izquierda.

Una explicación sencilla de este movimiento de los votantes hacia la izquierda viene dada por la situación económica: el aumento de la precariedad, el deterioro de los servicios sociales, el empobrecimiento general, están creando una ciudadanía más reivindicativa respecto de estos problemas, y más dispuesta a arriesgarse y protestar, visto que lo que pueden perder (lo que en teoría garantizan los partidos "de orden") es cada vez menos.

Por esta razón, el "voto protesta" en España está siendo copado casi totalmente por la izquierda. El problema, desde el punto de vista de la formación de mayorías, es que se trata de un voto disgregado entre varias opciones. En cambio, las alternativas surgidas frente al PP son escasas, y con poco éxito electoral hasta la fecha. De manera que el PP monopoliza su espacio electoral, aunque sea un espacio cada vez más reducido. Y de ahí que la aparición de Podemos, quizás estén pensando en el PP, pueda convertirse en la garantía de su permanencia en el poder; al menos, en el Parlamento español. En cambio, tal vez no ocurrirá lo mismo en los parlamentos autonómicos y locales, como veíamos la semana pasada, ni siquiera si median leyes electorales de urgencia para consolidar mayorías con un 30% de los votos.

#prayfor... Descomposición en la Generalitat Valenciana

Donde parece totalmente imposible que el PP siga manteniendo el poder tras las elecciones, por mucho que ataque a Podemos o al "tripartito catalanista", es en la Generalitat Valenciana. Porque es tal la degradación de la situación política, económica y social en la Comunidad Valenciana, y tan evidente el desgaste del PP como consecuencia de ello, tan clamoroso su papel central en el desastre, que día tras día puede verse cómo, tanto en Valencia como en Madrid, son los propios dirigentes del PP los que dan por perdida la Generalitat y quién sabe cuántos ayuntamientos.

Montoro y Fabra

Esta semana hemos vivido abandonos de significados miembros del gobierno valenciano (la cúpula de la conselleria de Educación, regentada por María José Catalá, aspirante a suceder a Fabra no sabemos si en 2015 o 2019); rumores de intervención desde el Gobierno central; pulsos a dicho Gobierno desde la Generalitat y desde el empresariado valenciano, en un intento de mejorar el semicolonial modelo de financiación autonómica que padecemos... que no tienen efecto alguno para reconducir la situación y evidencian la debilidad de las instituciones valencianas.

Y, para rematar la faena (esta semana; ya veremos qué ocurre la siguiente), la Comisión Europea ha abierto una investigación a la Generalitat Valenciana para comprobar si se falsearon las cuentas de gasto sanitario para maquillar el déficit a lo largo de sucesivos ejercicios. Y, por si alguien tuviera alguna duda de en manos de quiénes estamos y qué prioridades tienen, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, se apresuró a acusar de ello... a José Luis Rodríguez Zapatero. Culpable no sólo de los fracasos y errores de su gestión de Gobierno (que bastante tiene ya con ello); también de los fracasos y errores de los gobiernos autonómicos del PP en la época, así como de los fracasos y errores del actual gobierno de Rajoy, responsable de nada, salvo de los éxitos, en el caso de que llegue alguno.

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