Acostumbro a tomar partido. A posicionarme y reflexionar, si puedo en voz alta y en colectivo, sobre qué me lleva a ello. No suelo callarme, ni ponerme de perfil. Defecto o virtud, pues depende de cuándo y para quién.

 

El domingo votaré a Robert Raga para que sea el próximo secretario general en la provincia de Valencia. Y, aunque no pretendo con esta opinión decantar la de nadie, me apetecía escribir mis motivos.

 

Quería hacerlo por dos razones. La primera es que, aunque considero poco edificante dar un peso excesivo a las cuestiones orgánicas de los partidos, a veces las votaciones internas no van solo de posicionamiento orgánicos. Y cuando no van solo de eso, valen la pena.

 

Y la segunda, porque, aunque tendría algunos motivos ideológicos (y no de carácter personal) para decantarme por un candidato y no por otro, creo que este momento es una intersección ética para la política valenciana. En una elección de camino.

 

Porque es cierto que yo no soy provincialista. La provincia no deja de ser un contrapeso conservador al despliegue de las autonomías y, aunque hubo que aceptarlas, aspiro a que podamos reformar un modelo que resta autonomía a los ayuntamientos y la ciudadanía y que, además, tiene enormes déficits democráticos. Aspiro a un partido que se organice como quiero que se organice la sociedad. Así que, como reflexionaba recientemente Vicent Soler, si tenemos que convivir con la provincia, al menos que no sea un lobby de poder interno. Y menos si en algún momento puede suponer que estemos más pendientes de cambiar una lista electoral, que de poner en valor nuestro proyecto político. Como tristemente todos recordamos que ocurrió al perder el Botànic.

 

También pienso que nuestra historia, reciente y no tan reciente, nos demuestra que a las fuerzas progresistas nos va mejor cuando somos lo que se espera de nosotros. Y, ante una decisión de liderazgos, siempre estoy más cómodo con aquel que propone estirar del PSPV hacia la izquierda.

 

Entiendo que una fuerza política como la mía debe abarcar muchos perfiles diferentes o que cada realidad territorial tiene sus claves, pero me veo más reconocido en la tradición política de los Maragall o Ximo Puig que en la de los Garcia Page. Y creo que la mayoría de las y los progresistas valencianos también.

 

De hecho, cuando se tienen dudas sobre a quién apoyar en unas primarias resulta útil preguntarse ¿quién querría el Partido Popular que ganara?

 

Para, inmediatamente, apoyar a la otra persona.

 

Pero, como decía, aunque todo esto sería suficiente para decantarme y votar por Robert Raga, existe ahora un imperativo ético; echar a este Partido Popular.

 

• El presidente de la Diputación de València, Vicent Mompó y el president de la Generalitat, Carlos Mazón.

 

Debemos tomar todas las decisiones posibles que nos ayuden a ganar al Partido Popular que ha gestionado de forma negligente la Dana. Al del Consell del Ventorro, al de las mentiras, al que aplaude a Mazón y se ríe de las victimas. Para echar a quienes están repitiendo con esta catástrofe la misma indignidad que se cometió con el accidente del metro.

 

Porque es cierto que, en una tragedia como esta, todos los partidos tenemos la obligación de hacer ofrecimientos responsables. Yo mismo los he hecho. Pero lo es, también, que la derecha valenciana rechazó la mano tendida y renunció a cualquier posibilidad de hacer lo correcto.

 

El Partido Popular tuvo la oportunidad de poner por delante la gestión de su interés partidista. Pudo reconocer errores, contar la verdad y depurar responsabilidades, pero en lugar de ello quiere utilizar la reconstrucción como operación de salvamento político y oportunidad de negocio. No sabemos en qué orden.

 

Y ante tanta indignidad la obligación ética del PSPV-PSOE es ser una oposición dura y contundente. A la altura de los miles de valencianos y valencianas que se manifiestan pidiendo la salida inmediata del President de la Generalitat. Nuestra obligación es contribuir a que estén el menor tiempo posible y en las menos instituciones posibles.

 

Por eso, no entendí como después de que el Presidente de la Diputación ejerciera de portavoz de Carlos Mazón en prime time, con una aparición en Salvados absolutamente bochornosa, mi partido decidiera apoyar sus presupuestos en lugar de intentar una moción de censura en la única institución donde es posible.

 

Da igual que ahora al Presidente de la Diputación le haya entrado el miedo, debido a los autos del juzgado de Catarroja. E incluso que filtre frases de su participación en el CECOPI. Porque si consideraba que se habían hecho las cosas de forma incorrecta y eso había costado vidas, y, aún así, repite las mentiras y defiende a los responsables, es un cómplice.

 

Y una vez constatada la voluntad de salvar al negligente, de arrastrar las instituciones lo que haga falta para ello, de ponerse por encima de las víctimas en la escala de prioridades no hay acuerdo o engaño presupuestario posible. Hay que decir 'no' a quienes están tratando de tapar su responsabilidad ante 227 muertes evitables.

 

No se puede confiar ningún presupuesto en esas manos, ni mucho menos fortalecer la posición política de los peores gobiernos valencianos de nuestra historia democrática.

 

Por eso, a la nueva dirección provincial del PSPV-PSOE le pido que pase del sí a un presupuesto del PP en la Diputación, a trabajar de forma inmediata por una moción de censura.

 

Le pido asumir que no estamos en un escenario de normalidad y acuerdo entre diferentes, sino en esa intersección ética de la política valenciana en la que hay que ser la voz de esa mayoría de valencianos y valencianas que los quiere fuera, como primera medida para tener un mejor futuro.

 

Por eso votaré a Robert Raga. Que no es poco, ni intrascendente. Y, por eso, creo que debe ganar estas primarias.