VALENCIA. La deteriorada situación política de la Comunidad Valenciana se encuentra dominada por dos rasgos estrechamente relacionados. Por un lado, el Partido Popular, con su presidente a la cabeza, afronta una compleja situación judicial con indicios claros, aunque de momento presuntos, de generalizada corrupción. Sin que quepa dejar de lado, además, como han puesto de relieve conversaciones grabadas con autorización judicial, comportamientos y actitudes por parte de algunos de sus dirigentes que están en las antípodas de lo que es el servicio público en democracia y de la ideas de interés general que, para vergüenza de compañeros suyos como Basagoiti, con tanto énfasis dicen defender.
Pero, por otro lado, no es menos destacable la incapacidad de los partidos de la oposición, y en primer lugar, del que Jorge Alarte es secretario general, por ampliar el respaldo ciudadano y, a partir del mismo, sus expectativas electorales. Al menos es lo que indican cuantos sondeos se han realizado y una percepción muy extendida entre grupos amplios de ciudadanos. Hasta el punto de que, dentro de la incertidumbre que domina los procesos electorales, hay pocas dudas de que el PP pueda volver a obtener la victoria en 2011 a pesar de las graves implicaciones de corrupción del caso Gürtel.
¿La historia se repite?
Frente a la sorpresa y la decepción que algunos muestran por la conjunción de estas dos características, o la incredulidad de la actual dirección socialista ante tales constataciones, debe indicarse que ni la situación ni su previsible consecuencia en mayo de 2011 son nuevas. En las elecciones autonómicas de 2007, tanto una parte sustancial de los dirigentes socialistas entonces con Joan Ignasi Pla a la cabeza como de los ciudadanos de ideología afín, creyeron que las graves acusaciones judiciales, y las actitudes, del presidente de la diputación de Castellón, Carlos Fabra, tendrían un reflejo electoral destacado, dando unos resultados mucho más favorables al PSPV. No hace falta recordar que la realidad demostró cuán equivocados estaban.
Frente a la fácil opción de intentar buscar cómodas explicaciones en una presunta derechización de la sociedad, que los indicadores socioeconómicos no avalan, o en la burda manipulación de los medios de comunicación controlados por el Consell, como si hubiéramos sido abducidos por unos informativos de los que la mayoría ni somos oyentes ni espectadores, cabe plantear que una parte relevante de la explicación reside en las importantes carencias que dominan la acción política del propio Jorge Alarte. El cual se presentó, y fue percibido, como adalid del cambio y a menos de un año de la cita electoral se viene demostrando incapaz de transmitir a los ciudadanos el contenido concreto de aquel lema que, aupado por la hartura de lo que parecía más de lo mismo, le llevó a la dirección del PSPV con al apoyo de muchos que lo defendimos publicamente.
Entre nosotros siguen siendo demasiados los que se arrogan el papel de guardianes de la ortodoxia y que ante cualquier atisbo de crítica utilizan el reaccionario argumento de que interrogarse críticamente sobre las insuficiencias de lo propio es hacer el juego al contrincante político, esto es al PP. En mi modesta opinión, esta es una de las muchas formas de ejercer un chantaje moral e intelectual que ayuda a explicar por qué estamos en la oposición desde hace muchos, demasiados, años y con escasas expectativas de conseguir que la situación se modifique. Porque al evitar el debate público de cuestiones que preocupan a todos los ciudadanos interesados en el espacio colectivo de la política y que nos permitan llegar a explicar la hegemonía conservadora en la sociedad valenciana y cómo superarla, nos alejamos de los ciudadanos que aspiramos a representar. Es la ausencia de este debate una de las razones principales por las que los partidos políticos y los propios políticos son vistos por los ciudadanos como parte de sus problemas y no como parte de la solución a sus problemas que es lo que, en democracia, cabría esperar.
Carencia de nitidez
A menos de un año de las elecciones autonómicas y municipales ¿es hoy suficiente la nitidez del mensaje que trasmite Alarte sobre los temas fundamentales que preocupan a los ciudadanos y que van mucho más allá de las vicisitudes del caso Gürtel? ¿Conocen éstos y asocian con él propuestas claras que conducirían a la mejora de su situación y de quienes les importan si gobernara? Como es obvio a la vista de los ya muchos sondeos publicados la respuesta es tan negativa como rotunda. Y quizá, opinan algunos sin que les falte parte de razón, porque tales propuestas o no existen o no son conocidas tal vez porque no son explicadas con claridad.
A la vista de lo ya ocurrido con el denominado caso Fabra es un grave error hacer descansar la estrategia de transmisión de la alternativa en el creciente ruido provocado por la imputación judicial de muy significados dirigentes del Partido Popular, incluso aunque entre éstos se encuentre el presidente de la Generalitat. Lo cual no quiere decir que no sea importante que se sienten en el banquillo de los acusados tan destacados gobernantes. Pero es un error deducir de ello otra cosa que el descrédito de la Comunidad Valenciana en el resto de España. Como demuestra la historia política contemporánea de las sociedades avanzadas el deterioro de la reputación del contrincante, o incluso su condena en los tribunales, por sí sola no tiene traducción en una mejora de la valoración propia ni, por tanto, en el aumento del apoyo electoral. Jorge Alarte y el resto de los dirigentes que le acompañan hoy en la dirección del PSPV no debieran perder de vista esta constatación.
No hay mucho tiempo hasta la cita electoral. Pero si no se rectifica ya, parece difícil pensar que el resultado pueda ser otro que el que hoy avanzan todos los sondeos. Con la satisfacción del Partido Popular ante la expectativa electoral de seguir en el poder pese al descrédito de la democracia que su acción gobernante ha generado ante la inmensa mayoría de los ciudadanos.
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Teresa Carnero Arbat es catedrática de Historia Contemporánea y militante del PSPV