Estuve en la presentación del libro de Alejandro Font de Mora Revolcaos en un merengue. El tango crítico: texto y contexto (OLElibros, 2025) Me hubiera gustado haber hecho una intervención más adecuada de la que hice en la Academia del Tango de la Comunidad Valenciana (Espacio Cultural. Librería), donde mi memoria se perdió en un cierto abismo negro al recordar y ponderar lo que había leído. Este trabajo/estudio es principalmente una revalorización de la poesía de los tangos, y lo hace alguien que sabe de poesía y cuenta ya con un buen currículo como poeta. He leído recientemente Memorial de Otoño (Huerga y Fierro editores, 2013), con más de noventa páginas: "En tiempo de sarmientos el otoño, / de savia perezosa, / de frutos de amargores y asperezas/ -membrillos y granadas/ y castañas y nueces/ que han de ser disfrutados/ con lentitud paciente", versos que me llevaron a mi infancia donde el 1 de noviembre los niños recibíamos una mochila en mi ciudad de Ceuta con todo tipo de frutos. 

Por eso era persona adecuada para analizar la letra de los tangos que se difundieron desde principios del siglo XX hasta la actualidad. Esos tangos que ya son historia y cultura mundial como estudió en su otro libro: Poesía y tango. Una propedéutica (OLElibros,2023). Ahora los hace con el tango crítico que no es un canto estrictamente político como Bela chao o L'estaca, refleja principalmente las condiciones sociales, la lucha por la vida, la desesperanza por la situación que nos envuelve para salir adelante. Es el Cambalache de Enrique Santos Discépolo o Yira, Yira ("Veras que todo es mentira/verás que nada es amor/que al mundo nada le importa/! Yira... Yira!.../ ...no esperes nunca una ayuda ni una mano ni un favor"). Pero no solo destaca a ese gran tanguista sino una cantidad de otros autores que compusieron letras que son buenos poemas (Cátulo Castillo, que fue boxeador, Homero Expósito, Héctor Negro, Homero Manzi, Mario Batistella, Francisco Gorrindo, mujeres letristas como Eladia Blázquez, Marta Pizzo, y otros muchos), destacando al compositor Astor Piazzola, una de las cumbres de la música tanguera. Allí estaban también su continuador Daniel Binelli, otro compositor y virtuoso del bandoneón, el instrumento por antonomasia del tango, junto a la gran pianista Polly Ferman, que ahora residen en Valencia y van por el mundo dando conciertos y expandiendo la música argentina.

Si el tango fue en principio danza y música, después canto, con interpretes como Gardel o Goyeneche, la letra fue perfeccionándose para convertirse en buenos poemas a los que Font de Mora analiza aplicando la preceptiva literaria con sus metáforas, onomatopeyas, anáforas, hipérbaton, metonimias... que hacen del libro no solo el conocimiento de autores sino el análisis literario de una poesía no siempre valorada. Y todo ello enmarcado en las coyunturas políticas de Argentina de los siglos XX y XXI con el nuevo tango bizarro donde la música y el baile permanece pero con influencias del Rock y del Pop. Algunos de ellos implicados con el peronismo sufrieron persecución a la caída de este. Además, Alejandro se sabe de memoria una gran cantidad de tangos y los canta con buena entonación con la compañía también de otro amante y cantor, el piloto de aviones de altos vuelos Juan Luis Enguídanos 'Gavión'. Y el guitarrista Ramiro Porto.

Una vez le oí decir al hispanista John Elliot, investigador de los Austrias hispanos, por qué los españoles no estudiábamos otras culturas, otras políticas, otras economías fuera de España. Algunos como Font de Mora ya los hacen con la dinámica de Argentina, ese país europeo situado en Sudamérica. Y es  que salir de nuestro espacio nos ayuda a entenderlo mejor. Winston Churchill después de la II Guerra Mundial cuando un diputado laborista le interpeló sobre qué hacer con la "fascista" España, le contestó; ¿Se refiere su señoría a ese país sudamericano que tenemos en Europa? Si todos los liberales del centro derecha son como Font de Mora con ese rasgo de cultivo por la poesía, la música o la pintura, a lo mejor es posible un gobierno de coalición.