Con la llegada de julio no pocas personas me preguntaban si dimitiría Mazón, aprovechando ese momento estival en el que las noticias llegan sin que les demos relevancia porque nuestra mente está ya en modo semivacacional, con un cuerpo intentando aclimatarse a las temperaturas cada vez más elevadas.
Pero julio se acaba y Mazón ahí sigue, sin dimitir, aunque escondiéndose como puede de la gente pues cada vez que sale de su entorno seguro le increpan y le hacen la gran pregunta ¿por qué no dimite?
Después de lo ocurrido el fatídico 29 de octubre, ante algo de tanta gravedad como el hecho de haber negado el riesgo en rueda de prensa para después priorizar una comida privada, al mismo tiempo que los bomberos rescataban a cientos de personas y el 112 colapsaba, lo que a mi juicio se puso en evidencia no es sólo que no estuviera en su puesto de trabajo, sino que es un ser sin escrúpulos.
Aún a fecha de hoy no sabemos ni dónde ni con quien (ni en qué estado) estuvo tras la comida con la periodista. Han eliminado las grabaciones de las entradas del edificio donde se encuentra su despacho para que no podamos saberlo y nos niegan la información de los trayectos de su coche oficial.
El reguero de mentiras que el propio Mazón ha pronunciado sobre lo ocurrido ese día nos permite conocer qué tipo de persona es, su falta de ética y humanidad.
Pero no pedimos su dimisión porque queramos castigarle por su inexistente gestión de la emergencia, no. Aunque solamente por el desastre postdana fuera suficiente.
Ya se ha visto que miente con soltura y que pretende manipular a la gente con lenguaje histriónico y especialmente denigrante sobre la gestión del gobierno anterior (como llamar chiringuito a la Unidad Valenciana de Emergencias) o las propuestas de la oposición. Pero aún es más grave que en lugar de trabajar por mejorar la gestión de la Generalitat opta por atacar de continuo al gobierno central, y que en la Dana ha visto más una oportunidad de negocio y de desregulación que una responsabilidad de protección del territorio y las personas. Por ello la gente no soporta ni su voz.
No ha tenido ni la decencia ni la humanidad de reunirse con las Asociaciones de Víctimas de la Dana ni de pedir perdón.
Y para rematar esa imagen ganada a pulso nos enteramos de que la comida especial del día de su santo con su familia en un restaurante con dos estrellas Michelin se la pasó a pagar a la Generalitat.
Que Mazon es un mentiroso se sabe en toda Europa. Que es un vividor también. Que debería haber dimitido también.
Quien sabe qué oscuros motivos impiden a Feijoo activar el botón del cambio.
Lo que es seguro es que este pueblo valenciano alegre y combativo, no merece que un ser así siga al frente de la Generalitat. Esta vez no nos importaría que la dimisión se produjera con “agosticidad”, pues sería una buena noticia.