VALÈNCIA. La ciudad de València despunta como una de las plazas en España que más eligen nómadas digitales y profesionales desplazados para trabajar o emprender nuevos proyectos. Además, las numerosas noticias en medios internacionales que sitúan al 'Cap i Casal' como una de las mejores a nivel mundial para vivir también han contribuido a generar un gran 'efecto llamada'. Una situación que ha agitado el mercado residencial en la ciudad, al aumentar aún más la demanda en plena tormenta alojativa por la falta de oferta.
Ante este 'boom' y con el objetivo de ofrecer una solución a estos perfiles, surgió hace cuatro años la empresa de alquiler temporal WeVLC. Una firma que decidió apostar por la reconversión de activos en desuso para liberar nuevo stock al mercado, pero sin contraer inmuebles del alquiler tradicional hacia la media estancia. Por tanto, su modelo se basa en la transformación y rehabilitación de pisos cerrados o en muy mal estado para ofrecer un valor y dar alternativas a estos nuevos perfiles que llegan a la Capital del Turia.
De hecho, la compañía nació a raíz de los problemas que su fundador, Andrés Nieto, detectó entre muchos profesionales desplazados para encontrar una "vivienda digna, bien equipada y con precios razonables en València". "Por aquel entonces, estaba trabajando en una empresa internacional con presencia en la ciudad y comprobé que faltaba oferta digna para vivir. Había una gran necesidad en el mercado y, por ello, decidí montar la compañía con un enfoque corporativo y pensado para gente joven que se desplaza a la ciudad por cuestiones laborales", explica Nieto.
De aquel diagnóstico nació una firma empresarial que hoy gestiona cerca de 100 unidades residenciales en diferentes puntos del 'Cap i Casal' destinados a la media estancia a través de un modelo particular de coliving descentralizado, dirigido a jóvenes de entre 24 y 34 años que llegan por motivos laborales o formativos. Cuenta con un equipo interno de 13 personas, además de entre 40 y 50 profesionales externos vinculados a obras y reformas.
En un principio, WeVLC arrancó levantando un capital de 3 millones de euros procedentes de inversores individuales de Holanda para sus primeros 8 activos, pero ahora el negocio se centra en la captación de inmuebles de terceros que transforman al completo y explotan durante un periodo mínimo de cinco años, aunque también cuentan con algún activo propio. Poco a poco, la compañía empezó a escalar y en 2023 se ejecutaron siete proyectos; en 2024, más de veinte; y en lo que va de este año, más de 50, con una inversión acumulada que ya ronda los 25 millones de euros.

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"Nuestro modelo se basa en ofrecer unidades compartidas o individuales por la ciudad, tanto habitaciones como estudios y apartamentos completos. Estamos empezando con algún edificio pequeño que operamos al completo, por eso consideramos que no somos un coliving como tal, sino descentralizado porque también ofrecemos servicios como nuestro coworking en el entorno de Nuevo Centro y organizamos eventos y actividades para generar comunidad", explica.
Reformar para ofrecer "un alquiler decente"
Una de sus principales características es que únicamente aceptan activos vacíos, en desuso o en muy mal estado para poder reformarlos de manera integral, decorarlos y movilizarlos en alquiler de media estancia. "Actualmente, muchos operadores alquilan y reforman de forma poco cuidada. Nosotros no lo hacemos así y solo incorporamos viviendas en las que podamos ofrecer un alquiler decente", explica el fundador. "Si tenemos un piso de 100 metros, no buscamos hacer siete habitaciones, sino cuatro y un buen salón. Buscamos calidad", subraya.
De media, sus estancias rondan los seis meses, con un perfil de usuario tanto nacional como internacional, con más de 40 nacionalidades y de edades comprendidas entre los 24 y 34 años. Para facilitar la convivencia y ofrecer una mejor experiencia, la compañía realiza entrevistas individuales para que las personas que van a compartir pisos tengan afinidades similares y sean lo más compatibles posibles.
Su cartera actual abarca desde pisos granulares hasta pequeños y medianos edificios completos, así como casas antiguas en El Cabanyal, que llevaban años cerradas e, incluso, la reconversión de oficinas. La mayoría son habitaciones en pisos compartidos con tarifas que oscilan entre los 575 euros, pero también cuentan con estudios y apartamentos completos, que están entre 900 y 1.400 euros. "Nuestra motivación desde que empezamos fue hacer algo positivo para la ciudad y no solo para los inquilinos. Por eso, solo cogemos unidades en desuso o en mal estado. Queremos contribuir a sacar más oferta. El problema de la vivienda es muy real y lo que se necesitan son más unidades en el mercado”, asegura.
De cara a los próximos ejercicios sus previsiones son ambiciosas. La empresa quiere invertir 100 millones de euros hasta 2028, de los que ya ha ejecutado aproximadamente 25 millones. Para el próximo año planea movilizar otros 30 millones, además de ampliar el equipo a más de 20 personas y sumar otras 100 unidades a su cartera. "Al final, nuestro trabajo es desarrollar activos, ponerlos en valor y gestionarlos bien. Y en ese camino, esperamos que la inversión, especialmente la local, nos ayude a generar una mejor oferta de vivienda en València", concluye.