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El alimento como intercambio cultural

Ruralco, el albergue para compartir cocina, huerto y vida rural en las montañas de Culla

  •  Sebastián Gallera

Este albergue está situado a diez minutos del pueblo medieval de Culla, declarado uno de los pueblos Más bonitos de España, entre las silenciosas montañas de la comarca del Alt Maestrat. 

Para llegar aquí se necesita vehículo propio, concretamente sesenta minutos desde la estación de Castellón. Podría parecer un trayecto largo si no fuese porque el mismo gerente, Óscar Traver, es quien recoge a los huéspedes que no disponen de coche. Carretera y risas, hay que subir más de 800 metros sobre el nivel del mar y cuando las curvas empiezan a notarse es cuando el corazón se acelera por adentrarse en un mundo que, sea como sea, no deja indiferente.

 Sebastián Gallera

Los tres fundadores vieron en este edificio un proyecto para co-habitar. Según Óscar, “nace de tres personas que no querían vivir en la ciudad”. Habla de Anna, originaria de Les Useres, Lluis de Atzeneta y él mismo que es de Culla. Su visión de trabajar en el mundo digital no estaba reñida con querer vivir en el rural. Apostaron por un coliving que aunase el contraste de las ventajas de trabajar mirando a la pantalla del ordenador y levantar la vista para ver a través de la ventana las montañas de olivos y cerezos.

 El resultado fue un reclamo para nómadas digitales que buscan una estancia entre un mes y dos, pero también escritores que buscan silencio para tener foco, o incluso viajeros con ánimo de desconectar. Todos comparten una sensibilidad hacia la naturaleza, hacia lo rural y eso es lo que crea un ambiente mágico entre los grupos que se crean por capricho del destino. El albergue tiene 14 habitaciones privadas y zonas comunes que van desde un coworking, una sala polivalente para reuniones o yoga, un comedor y una cocina equipada de manera casi profesional que marca la dinámica de Ruralco.

 Sebastián Gallera Sebastián Gallera

Ruralco, colinving y cohabitar. Aquí casi todo es colaborativo y colectivo, incluso la comida que se vuelve tema central casi cada día. El domingo es el momento de reunión cuando se crea un horario para distribuir los tiempos en cocina: en parejas de dos, cuando hay muchos huéspedes, se asigna un día por cada grupo y se decide el menú. Es el mismo Óscar quien se encarga de comprar la lista de ingredientes el lunes a primera hora. Así dan pistoletazo de salida a toda una semana de intercambio cultural mediante recetas internacionales.

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