La crisis climática ya no es una amenaza futura: es una realidad que golpea con fuerza creciente. En lo que llevamos de siglo, más de 10.000 desastres naturales han afectado a 4.600 millones de personas y causado pérdidas superiores a 5,4 billones de euros. Entre ellos, las inundaciones son las más frecuentes y las que a más población impactan: más de 1.700 millones de personas desde el año 2000. Y lo harán cada vez con mayor intensidad. Para 2050, se estima que las inundaciones con un período de retorno de 100 años ocurrirán el doble de veces que hoy en el 40% de las regiones del mundo.
Este escenario obliga a repensar nuestras estrategias de resiliencia desde diversos ángulos. Y uno de ellos es la gestión de residuos tras las inundaciones. Cada episodio extremo genera entre cinco y quince veces más residuos que en condiciones normales. Son toneladas de escombros, lodos, electrodomésticos, vehículos y materiales peligrosos que deben ser gestionados adecuadamente para no agravar la emergencia, bloquear carreteras, contaminar acuíferos y poner en riesgo la salud pública.
El caso de Valencia tras la DANA de octubre de 2024 es un ejemplo claro de las magnitudes que consideramos ya que, en apenas unas horas, la región acumuló precipitaciones equivalentes a todo un año, afectando a 75 municipios y generando entre 800.000 y 1,5 millones de toneladas de residuos.
En este contexto, Fundación Naturgy, dentro de su objetivo de impulso a la elaboración de estudios relativos a la energía, el medio ambiente y la sostenibilidad como palanca para fomentar el debate y la búsqueda de las mejores soluciones para la sociedad en su conjunto, y como parte de las actuaciones del programa ‘Sumando Energías por Valencia’, ha apoyado la elaboración del informe ‘Gestión de Residuos tras inundaciones: tratamientos, riesgos y retos futuro’ de la Universitat Politècnica de València que analiza este desafío con rigor científico. El estudio identifica 52 riesgos críticos para los sistemas de gestión de residuos tras inundaciones, agrupados en tres categorías: planificación y gestión, infraestructura y logística, y factores ambientales y sociales. La conclusión es clara: la planificación previa es fundamental para que la respuesta sea adecuada y segura.
Esta planificación incluye predicción de volúmenes, identificación de áreas seguras para almacenamiento temporal, acuerdos con gestores autorizados, protocolos para residuos peligrosos, estrategias para reutilización y reciclaje, y mecanismos de coordinación entre administraciones, sector privado y ciudadanía. Todo ello acompañado de formación y concienciación social. Porque la resiliencia también se construye con conocimiento, cooperación y compromiso.
Sin duda, este reto exige una mirada sistémica que integre factores técnicos, ambientales, sociales y económicos. La gestión de residuos influye en la rapidez de la recuperación, en la salud de las comunidades y en la sostenibilidad del territorio. Por eso impulsamos estudios como este, que aportan evidencia y recomendaciones para seguir avanzando hacia soluciones innovadoras: desde la aplicación de tecnologías emergentes (IA, IoT o gemelos digitales) hasta la simplificación de marcos normativos que permitan actuar con agilidad sin comprometer la seguridad ambiental.
El futuro ya no es lo que era y tenemos que adaptarnos. Intensificar los esfuerzos en planificar hoy es la única forma de reducir el impacto mañana. La gestión de residuos tras inundaciones es cada vez más una prioridad en las políticas de adaptación para garantizar entornos urbanos más seguros, resilientes y sostenibles.
Manuel Calvo es director de Energía y Medio ambiente de Fundación Naturgy