La primera razón es sencilla: ha habido exceso de alcachofas en las últimas semanas hedonistas; alimento refugio ante la tempestad. La segunda razón tiene que ver con la necesidad de reivindicar los postres que se salen del corsé. Hartos como estamos, silentes comensales, de opciones dulces de la carta que podrías tomar en cualquier parte, de cualquier ciudad en cualquier país, sin diferir en aspecto y sabor, acabar una buena comida con un postre que geolocaliza merece reivindicarse.

Es el fresón valenciano y las fresitas de Canals que Txiscu Nuévalos resuelve con aceite de oliva y aceituna negra, junto a un requesón casero que dibuja la sensación de que ha nevado en el campo.

El suyo es uno de los restaurantes de la ciudad que con más coherencia está recorriendo su avance. Por eso mismo de sus menú no puede esperarse un cierre abrupto, para salir del paso, sino un motivo de orgullo para su cocinero. Ese fresón con fresa es primavera sin problemas, un camino despejado. 

Con poco, tanto. Siguiendo una aspiración cada vez más compartida entre sus compañeros -gozar de autonomía sacrificando volumen y estructura-, Laura Jurado y él logran que todo se entienda. Sin intermediarios, todo a sus espaldas, la recompensa es un restaurante libre capaz de hablar firme y suave. Valor.