La primera apertura del año no es nueva, es mejor. Algo llevaban cocinando entre bambalinas los socios de Vermúdez y este miércoles, tras varias semanas comunicándolo han abierto el telón en una nueva ubicación. El antiguo Bar Vermúdez deja huérfana la esquina de la calle Sueca, para ubicarse en otra esquina, o chaflán, según se mire, con más visibilidad y abolengo: la de la Gran Vía Germanías. El que otrora fuera el mercado de San Valero, deja de ser Santo, pero guarda algo de mercado y es desde el miércoles un local integral, con diversos espacios para disfrutar del Vermúdez de siempre y del que viene.
El nuevo Vermúdez (sin el bar delante) tiene un aforo de más de 200 comensales, en un local de 450 m2 con dos espacios diferenciados. El primero, la sala principal que cuenta con un espectacular mural hecho por Aaron AKA Mr. Simon, es el epicentro gastronómico del local y supone una prolongación del Vermúdez de siempre. El segundo, Bambalino, es el espacio que se oculta tras el telón opaco que nos descubre una coctelería en formato reservados. Vamos: el Vermúdez que viene. Dos espacios pero una identidad propia. Un formato non-stop para el primero y horario vespertino para el segundo (por eso de no mezclar lo sólido con lo líquido y sobre todo, marcar diferencias entre ambientes).
“Por si fuera poco a la oferta gastronómica y la propuesta líquida se les une una propuesta cultural y musical”. Me cuentan los socios. “En uno de los salones de Bambalino, que puede cerrarse para cenas o eventos privados, se realizan exposiciones artísticas. Para la primera, que ya está en marcha, hemos rescatado las interpretaciones que ilustradoras como Inma Carpena, Azucena González o Julia Prats entre otras, realizaron del vermouth, para la apertura del local de Ruzafa en 2015. Además, también contamos con una programación musical a cargo de Pablo Cebrián en la que destacan sesiones de Dj’s o conciertos de jazz, blues o bossanova en directo, siempre a ritmo de Vermúdez, ya sabes”.