No falta en este local informal, pero cálido, clásicos del taperío mediterraneo (bravas, sepia) sobre los que se imprimen las tendencias gastronómicas imperantes o la experiencia culinaria personal (berenjenas en tempura con miel y salsa New Age; erizos gratinados y huevas de trucha; Picadito de solomillo picante marinado en rocoto).
Está escondido entre las callejuelas de Altea la Vella, pero sus cócteles no pasan desapercibidos. Los tragos largos, combinaciones y fórmulas alcohólicas sobrepasan lo manido para ofrecer, en la primera planta del establecimiento, un viaje de dulzor, amargor y notas ácidas. El mojito queda dignificado por la piratería.