Hoy es viernes de viajar una vez más. A país vecino y gracias a ese lugar que se va, permanecerá. Porque, aunque nuestro Lavinia ya no está, Francia volverá y volverá.
Hablamos de etiquetas seleccionadas por esa distribuidora que con sus impresionantes tiendas hizo y sigue haciendo las delicias de muchos. En Madrid cuando abrió en Ortega y Gasset, que fue sitio de nuestro recreo desde sus inicios y que ahora se despide para pena de nuestros vicios. Y también en La Moraleja y La Finca donde continúan su andadura para que la vida sea menos dura. O en encuentros como este, con los que partimos a niñez rememorada hasta cruzar la frontera. Con parada en el Landa, paso por Irún y por fin San Juan de Luz. Para tirar hacia Biarritz, Bayona o retrepar a esa Normandía que será siempre mía. Con trayecto de iluminación impresionista en Le Havre, expresionista en Aix en Provence o cubista en Avignon. Estudiando en Montpelier, trasteando por Marsella o siendo divas de Saint Tropez hasta Niza pasando por Cannes. Con París como epicentro, porque es LA CIUDAD. Esa que nos deslumbra como anfitriona para trasladarnos de la mano de viñedo en viñedo, empezando en Champagne con el Montchenot 2019 (Nicolas Maillart). Pinot noir que nos embebe porque bebe del bosque que le acompaña. Frescura de cítricos que son consciencia de su conciencia. Pureza de limón que se despoja de su piel de forma firme y segura. Con entereza y toda la autenticidad junto a un par de ostras.
Seguimos gurbujeando sin salir de denominación con Les Meuniers de Raoul Extra Brut 2020 (Wirth Michel). Pinot meunier de tres viñas tres y precisa longitud. Con aires espaciales en combinación crujiente de galletas de jengibre y bollitos ciruelosos. Tonos hermosos que nos conducen al pajar para que nos dejemos llevar al tomar un poquito de caviar.
Pasamos al Loira con el Clau de Nell Chenin 2021 (Clau de Nell). Lo de ser biodinámico y tan feliz. Con la seguridad y seriedad de los que entienden que serán apreciados por los que valoran el fondo además de la forma. Manteniendo el peso y la compostura, porque no se deja amedrentar ante ninguna situación y menos con unas rillettes de pato.
Giro a la Provenza para pintar cuadros nuevos con La Tourtine 2021 (Domaine Tempier). Mourvèdre, cinsault y garnacha en conjunción que es un juego. El sur en modo untuoso y sabroso. Con el masticable de las arcillas y una concentración que depara emoción. Sensación que no se va, porque promete durar muchos años, aunque ahora lo rematamos con un paté de campagne.
Ya en Burdeos nos topamos con La Collection 2020 (Château Sainte Anne), un bombón que no es para nada del montón. Mourvèdre con un puntito de garnacha y cinsault en explosión de fruta negra y gordota y alguna ramita de tomillo. A la sombra de árboles de monte apretado. Seda que se expresa sin complejos y mirándose al espejo. Porque se sabe guapura y una locura con una cassoulet.
No nos vamos muy lejos con el Château Pey-Bonhomme Les Tours 2021 (Château Pey-Bonhomme). Merlot, cabernet franc y malbec que te da volteretas con alegría, pero sin marear en demasía. Poesía que habla de fresitas y algunas especias espaciosas. Cosas presiozas con el justo espachurre. Sinceridad de la de verdad, pero que es una realidad que te asegura que esto puede ser una barbaridad con un filet mignon.
Momento de irnos al Ródano con una syrah de nombre La Giroflarie Côte-Rôtie 2021 (Patrick Jasmin). Largura que acaricia hasta lograr sus objetivos. Los de acercarnos a campo de moreras con sus moras que enamoran. Vestirse de ciertopelo con ramillete de violetas en el pelo. Saboreando esos taninos chicos que revolotean por paladares pidiendo manjares que serán unos pies de cerdito.
Toca Borgoña, claro, que no podía faltar en este no parar de brindar. Con La Perrière 2021 (Domaine Heresztyn Mazzini), que es pinot noir mineral, liviano y regonito. Río de vida que fluye a lo loco. Ojos que hacen chiribitas con elegancia en militancia por lo de ser ideal. Para beberlo por litros mientras suenan los acordes más acompasados y mejor si son pensados con un boeuf bourguignon.
Casi casi terminamos en zona tan necesaria como querida, el Jura. Con su Domaine de la Renardière Vin Jaune 2014 (Domaine de la Renardière). Savagnin blanc de intensidad e inmensidad oxidativa. La profundidad de esa armónica que suena en plena calle y que no permite que nadie la calle. Amplitud de miras que observa cómo crecen los almendros y que nos pone tan contentos con un poquito de comté viejo.
De la montaña de Reims viene la uva que hace posible el Sous Les Roses Blanc de Noirs 2017 (Yann Alexandre). Remate a esta jornada retornando a la Champaña y que nunca nos falte. Pinot meunier y pinot noir que se sostienen en lo sostenible con su poquito de barrica. Y se aplica en lo de hornearnos algo rico, unos pasteles con ralladuras ácidas. De los de repartir a cambio de achuchones necesarios y que son palmarios con unos mejillones de los chiquitos. Remate exquisito para recordarnos que volvemos prontito.