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AQUÍ NO SE TIRA NADA

¿Vas a usar eso? El arte que se hace con lo que desechas

13/02/2023 - 

VALÈNCIA. “Desechar”, dícese de excluir o desestimar (algo o a alguien) y ‘retirar’ (algo) de su uso. Participio de deshacer. La forma de desecho (‘residuo’) es también un sustantivo. Esta es la definición acotada que aporta la Real Academia Española sobre “aquello que desechamos”, y más concretamente su forma verbal, la acción. A su vez, para aquellos que se alojan en este artículo un “desecho” es algo que merece su atención, una pequeña ventana que se les abre hacia nuevas posibilidades. Ellas son las artistas Sara Reyes y Marina González Guerreiro, y él es Roc Herms. Coinciden en su obra en un aspecto fundamental, hacen arte con aquello que el resto no queremos, ya sea porque decidimos dejar de utilizarlo y tirarlo como si fuera basura o porque desestimamos su valor, comprendiendo en esta categoría -por doloroso que parezca- tanto personas como cosas.1

Estas tres personas ven lo bonito en algo que para los demás no tendría un uso, son los encargados de “consagrar” los desechos. Lo hacen porque en la vida lo terrenal dura demasiado poco, y quieren otorgar a estos elementos un nuevo valor. Entre bastidores, confiesan a Culturplaza cómo nace su pulsión, y lejos del asco y de la rabia tratan con cariño y curiosidad todos los elementos e ideas que les llegan. Como diría cualquier madre: Cabe aprovecharlo todo, aquí no se tira nada… 

Recipientes de historias

A Marina González Guerreiro, uno de los nombres de la galería Rosa Santos, lo que le inspira a crear de cara a su muestra Una promesa es devolver la vida a un lugar inerte, desocupado. Lo revive a través de objetos que tuvieran una historia antes, que puede llevarle a imaginar el rescate de esta. Cualquiera de los elementos que emplea en su obra ha sido contenedor de una historia, y revive las claves que existen en su interior imaginando sus nuevos usos en el plano artístico. Todo viene en parte de una inspiración familiar, su padre, Bernardo tenía una tienda de anticuarios, por lo que justifica su fijación por esos objetos cargados de significado en esto: “En general tengo bastante apego por los objetos con los que convivo, ya sea en casa o en el taller, aunque pasó por épocas de apenas guardar nada. Las pequeñas aventuras de su rescate y encuentro son parte de la diversión de crear”. 

Para ello rescata todo tipo de elementos: muebles, cuerdas, cera, pequeños objetos decorativos, bisutería… y pequeños objetos del día a día que guarda, a los que llama cariñosamente “souvenirs de una tarde”. Con ello genera una obra que lleva al deleite en los detalles, y en la que los visitantes que la observan se acercan con curiosidad y cuidado a lo frágil o inestable: “Creo que en lo que hago hay algo de invocar recuerdos a través de los objetos usados y vividos”, explica sobre su obra, que más bien parece un imaginario por aquella historia que pudiera haber sido, gracias a contenedores de historias que ya se encuentran vacíos, pero que ahora están vivos gracias a las manos y mirada de Marina. 

El desecho de las personas

El artista Roc Herms se centra más bien en el desecho social, basando su obra en su interés por el mundo digital. A Roc le interesa la postfotografía, que surge en el momento en el que lo digital disrumpe en nuestras vidas y otorga al fotógrafo la posibilidad de trabajar con imágenes generadas por otros: “A día de hoy todo el mundo tiene una cámara en el bolsillo, todo el mundo genera algo. La calidad del post fotógrafo es trabajar con estas imágenes que circulan, reutilizar y aglutinar ese material creado por los otros”. En el caso concreto de su muestra en Zape, Derinkuyu, su inspiración son las imágenes que se pueden ver en los teléfonos del metro de Seúl. Cuando estuvo allí se dedicó a observar como un espía lo que hacían los transeúntes en ese momento de intimidad, y esta ahora queda al descubierto en la galería, en un viaje que durará hasta el 6 de mayo. Este imaginario se ve representado en Zape a través de una cueva, en la que las caras y los mensajes conviven en el suelo como el desecho social que generamos constantemente con las redes sociales. 

Recortes de la cueva de 'Derinkuyu', de Roc Herms, que se mantendrá en Zape hasta el próximo 6 de mayo (Fotografías: ALBERTO FEIJÓO)

El nombre de la muestra es un paralelismo con la ciudad subterránea Derinkuyu, un lugar escarbado en la piedra hace miles de años que fue utilizado para esconderse de invasiones de bárbaros y mongoles, para huir de la superficie: “Para mi era como huir de los demonios, creo que cuando nos metemos en el metro hacemos un poco eso. Nos metemos en la pantalla en un espacio temporal en el que vas de un sitio hacia otro, es como si dejáramos fuera el resto de las cosas: preocupaciones, trabajo… es una forma de conectar para desconectar”, explica el artista. Todo esto se materializa en un libro, y fue Guillermo Ros quien le trasladar las ideas y metáforas del libro a la sala expositiva, imaginado como serían los habitantes de esta cueva: “Al final hablamos del desecho de las imágenes, de las pantallas desechada y el ruido de la cueva. Reflexiono sobre cómo usamos nuestro tiempo, y reflejo esta inquietud en lo visual”. 

Pelos, galletas y miscelánea

La joven Sara Reyes cuenta con una filosofía de lo más natural. Le cuesta en cierto modo hasta conceptualizar por qué esto sí y esto no; en su caso su obra se nutre de pelos, galletas, chicles mascados y demás elementos que según la artista tienen una vida corta: “Trabajo con galletas que pueden romperse, y pelos que luego se recogen y se tiran a la basura. Me gusta jugar con el contraste de lo frágil y conservar lo que es orgánico”. En una práctica que parece que dictaría hacia algo de lo más trascendental la artista ve en realidad la forma de llevar la contraria, jugar con sus límites y encapsularlas en su obra: “Trabajo con objetos perecederos, en cierto modo pongo energía para transformarlo en otra cosa”, explica. 

'Bittersweet dreams', de Sara Reyes

'Mes cheveux, pas chez-moi' de Sara Reyes (Fotografías cedidas por la artista)

Su práctica se desarrolla sobre objetos que se encuentran en lo cotidiano, y su labor es quitarle el peso dentro del arte: “Creo que eso ya tuvo su momento y que ahora deja de tenerlo, me sale automático en mi día a día darle esa interpretación”. Se autodefine como “jardinera” de la basura, porque en cierto modo cultiva la forma en la que trata a los elementos y a través de su inquietud los trabaja: “Aprovecho para ir trabajando con lo que me apetece sobre la marcha, tampoco lo teorizo demasiado, va más a través de impulsos”, confiesa la artista. Parte de la gracia de su obra es esa pulsión de la idea momentánea, que le lleva a plantearse cuántos chicles mascados mide su cuerpo de altura y como conservar algo tan frágil como una galleta para siempre. 

'Un-break the cookie game', obra de Sara Reyes

'Rideau des pâtes', obra de Sara Reyes (Fotografías cedidas por la artista)

La cotidianidad que se desecha

¿Qué es lo que os inspira a la hora de crear?

Marina González Guerreiro:  "Me inspiran las pequeñas cosas del día a día, los momentos de belleza en lo cotidiano, hacer algo que no tenía pensado hacer ese día.  Hacer limpieza, reordenar un espacio. Dejar que me sorprendan los acontecimientos, los encuentros, los hallazgos, los accidentes".

Roc Hermes: "Me introduzco en una cueva conceptual para pensar en lo que sucede día a día en la sociedad. Es algo que vemos día a día pero no paramos de pensarlo. En mi caso la nueva no está solo en la exposición, ni solo en su hogar ni en la pantalla… Creo que a través de este ejercicio de observación de la cotidianidad habrá personas  que reflexionarán sobre sus propias cuevas". 

Sara Reyes: "Trabajo con lo que me rodea, cosas que de normal tienen una vida muy corta. Elementos frágiles como una manzana, galletas que pueden romperse, mis propios pelos… Me gusta experimentar y ver hasta cuanto aguantan, pero tampoco teorizo demasiado sobre esta práctica, es casi como un juego". 

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