VALÈNCIA (EFE). Los ministros de Finanzas de la Unión Europea (el Ecofin) negocian ya la letra pequeña de la las nuevas reglas fiscales que limitan el déficit y la deuda públicos en una cena informal convocada por la presidencia española de la UE con el único objetivo de lograr un acuerdo político sobre la reforma.
"Ya hemos advertido a los ministros que la noche va a ser larga", dijo la vicepresidenta primera de Asuntos Económicos del Gobierno, Nadia Calviño, que dirige las conversaciones y ha preparado un último documento con los asuntos que quedan por resolver.
Los Estados miembros pactaron en primavera relajar el famoso Pacto de Estabilidad - suspendido desde 2020 y que se reactivará a partir del 1 de enero de 2024 - para hacerlo más simple y aplicable, pero las últimas modificaciones que se han realizado a petición de Alemania endurecen la propuesta original de la Comisión Europea.
En concreto, exigen un recorte medio mínimo de la deuda de un 1 % al año para los países con una ratio de endeudamiento superior al 90 % del PIB y establecen el objetivo de reducir el déficit hasta el 1,5 % como margen de seguridad incluso si el desfase de las cuentas públicas es inferior al 3 % que marca el Tratado.
Italia es el país que más oposición muestra al texto español y Francia, que hasta ahora rechazaba endurecer la propuesta de Bruselas, acepta los dos puntos que se han incluido a instancias de Berlín, aunque pide cierta flexibilidad a la hora de realizar ajustes para aquellos países que tienen abierto un expediente por déficit excesivo.
El ministro galo, Bruno Le Maire, pide en particular que aquellos países que se comprometen a realizar una serie de inversiones y reformas el ajuste estructural se reduzca de un 0,5 % del PIB a un 0,3 %, pero su homólogo alemán Christian Lindner no ve esta opción con buenos ojos.
"Los déficit excesivos deben tener un trato diferenciado, necesitamos más ambición para combatir los déficits excesivos"; dijo el alemán, quien reconoció este punto de divergencia con su compañero francés a pesar de que París y Berlín, afirmó, están de acuerdo en el 90 % del texto.
Además, los Estados miembro siguen divididos sobre el indicador con el que se medirá este ajuste del déficit: actualmente se toma el déficit estructural, pero Italia exige que se utilice el déficit estructural primario, que excluye el pago de intereses de la deuda.
Por su parte, la vicepresidenta Calviño negó a su llegada a la cita que el documento español se incline más del lado de las pretensiones de los llamados 'halcones' y defendió que se trata de una propuesta "equilibrada" que conjuga tanto la necesidad de garantizar una trayectorias de reducción de la deuda y el déficit con la de dejar espacio para inversiones en prioridades comunes.
En este contexto, el vicepresidente económico del Ejecutivo comunitario, Valdis Domobrovskis, expresó que las diferencias que todavía existen entre los Estados miembros son "salvables" si éstos tienen un espíritu "constructivo", al tiempo que calificó como "factible" un acuerdo hoy o mañana.
Menos optimista fue su compañero en el equipo económico de la Comisión, Paolo Gentiloni, que cifró en un 51 % las posibilidades de éxito y, en cualquier caso, puso el acento en la importancia de mantener en el texto definitivo un equilibrio entre disciplina fiscal y margen para inversiones.
Tampoco se mostraron muy convencidos del acuerdo el ministro portugués, Fernando Medina, y la titular finlandesa, Riika Purra, quien señaló hay "muchas cuestiones abiertas tanto políticas como técnicas", al tiempo que remarcó que "el diablo está en los detalles" y por eso deben ser "muy precisos".
"El último kilómetro es el más difícil", dijo el ministro de Finanzas belga, Vincent van Peteghem, quien por contra se mostró "bastante seguro" de que hoy se pueda lograr un acuerdo sobre las reglas que sería "importante para la credibilidad, la predictibilidad y la estabilidad de la UE".