Tiempo hace que quiero escribir sobre este país iberoamericano, pero me resistía, esperando una feliz salida a su ya larga crisis que cada día se complica más
Es muy arriesgado escribir sobre la situación venezolana, ya sea desde el punto de vista de los análisis rigurosos y perdurables, o sobre todo, para no meter la pata y no ser sobrepasado por la actualidad (me ocurrió la semana pasada con las fallidas in extremis elecciones en Nigeria, aunque ya avisaba de los negros nubarrones que se cernían sobre el pais); máxime cuando este fin de semana se va a producir seguro unos acontecimientos que van a llevar a que la situación, prácticamente ya de crisis humanitaria, de Venezuela se complique aún más estancándose en la total Tiranía o desemboque en una autodestructiva espiral de violencia y que el país se destruya por el sumidero de la guerra civil.
La verdad es que el destino, o mejor dicho el ex-presidente Nicolas Maduro, va a optar entre lo malo o lo peor porque una primera opción es que la situación se siga enquistando al estilo de la Cuba de los Castro y su régimen comunista resistente, a pesar de los pesares cubanos, o por otra parte empiece a deslizarse todavía más hacia una abierta guerra civil.
El bloqueo de la situación es una de las opciones que baraja (sino la única) del expresidente Maduro porque, primero, sus entendederas no son entre otras cosas muy democráticas, y además tiene ejemplos muy cercanos, del que resiste gana, desde la ya citada vecina, protectora y cooperadora en su tiranía, la Cuba de los Castro ahora de Miguel Díaz-Canel, donde la violencia estatal sobre todo en el ámbito político es manifiesta, a otro ejemplo más extremo como el de Bashar al-Asad que ha resistido a la violencia terrorista e insurgente gracias a sus aliados externos como Hizbollah, Iran, Rusia, Cuba y China, que prácticamente coinciden, sobre todo los tres últimos, con los socios extranjeros de Maduro. Y ahora toca resistir el desafío de la ayuda internacional situada en Colombia y a la espera de entrar en la Republica Bolivariana.
La otra opción, la de la abierta guerra civil, y digo abierta porque hablando estos días con Jesús, un venezolano cuyo nombre completo omito por motivos de su seguridad y de su familia, me comentaba que ya de hecho lo estaban porque habían cientos de muertos, fíjense que entre 2017 y 2018 sean producido 50.000 asesinatos, y aunque es complicado y sobre todo nada deseable (el de una guerra abierta) parece que no imposible, porque se están dando todas los condicionantes. Fíjense, se están instaurando dos poderes paralelos en el país, al presidente encargado Juan Guaidó ya solo le falta tener bajo control zonas del territorio, porque ya cuenta con población adepta, dispone de algunas estructuras estatales sobre todo en el extranjero (representantes), también ha obtenido una gran reconocimiento internacional, entre otros gran parte de la Comunidad Iberoamericana, la Unión Europea, por supuesto los USA, así es que como decimos solo le falta ejercer su potestas sobre el territorio, para cumplir los requisitos de la Convención de Montevideo de 1933 en cuanto los cuatro requisitos para ser aceptado como Estado, Población, Territorio, Gobierno y Reconocimiento Internacional, aunque claro eso seria chocar frontalmente con Maduro, e iniciar una guerra civil, que al final quedara en una guerra de desgaste político (con sus bajas colaterales, sin duda) más que en una guerra de trincheras.
Desde luego la situación interna de ese país, idílico por otra parte he tenido la suerte de visitarlo, es terrorífica, en el último informe de Amnistía Internacional, referido a los días entre el 21 y 25 de enero pasado, se produjeron 41 muertos en un contexto de protestas y represión, ademas de 900 personas detenidas, desde luego Venezuela está en una situación totalmente desestabilizada, y el haber armado al pueblo sin control, ha generado unas milicias que ejercen su poder a su libre arbitrio y esto no ayuda nada (ya ocurrió aquí en nuestra guerra). Además este fin de semana con el problema de la distribución de alimentos y la ayuda internacional (fíjense que mal tienen que estar cuando ese reparto es un problema) que desvela lo tiránico de un gobierno que además de sufrir deserciones, como hemos ido viendo de empleos militares inferiores, ya se van produciendo llamadas a la rebelión por parte de Generales Chavistas, que incluso habrían dirigido los servicios inteligencia, como el General Hugo Carvajal, hoy diputado bolivariano, que se ha puesto a las órdenes de Guaidó y ha pedido a toda la institución Castrense de un paso al frente para poner fin a la tiranía.
El régimen responde encerrándose en sí mismo, se bunkeriza, y con la ayuda de Rusia y China intenta sustituir esa otra amplia ayuda internacional. Por otra parte, los actores e intereses internacionales que se vislumbran claramente aquí son dos grupos, por una parte los países occidentales y del entorno cultural de Venezuela se posicionan en favor del presidente encargado, mientras que en el entorno al expresidente Maduro se posicionan países nada defensores de la Democracia y las Libertades, en general.
Porque tengamos claro que aquí se juega otra partida de ajedrez, en la que luchan y priman intereses geopolíticos y económicos, frente a los intereses y derechos de los venezolanos, y este caso es muy diferente al de Siria, esta crisis se está produciendo en el patio trasero de Donald Trump, y ya saben que siempre éste será proclive a viejas teorías como la doctrina Monroe “América para los americanos” y a la uso, y esperemos que no llegue la sangre al rio, de esa otra cita de los Padres Fundadores USA, en concreto de Thomas Jefferson “El árbol de la libertad debe ser regado con la sangre de los patriotas y de los tiranos”, y es inevitable que el pais de las oportunidades y de las libertades vaya poco a poco implicándose cada vez.
Hasta aquí hemos hablado de las perspectivas foráneas y de los posibles desenlaces trágicos o peores, pero qué ocurrirá el día de mañana, cuando tenga que reconciliarse la sociedad, abierta y dividida en dos claramente, porque es obvio que gran parte de la sociedad, de forma mayoritaria, está con Guaidó, pero también hay apoyo de una parte de la sociedad a esas camisas rojas de Maduro. Esta difícil y futura reconciliación es el resultado de los desvaríos populistas que nos tienen tan acostumbrados las políticas seudomarxistas, indigenistas, anarquistas, antiglobalizadoras que se prodigan por el mundo tras la caída del muro de Berlín, y esta paz entre hermanos peleados requerirá de todas las partes mucha generosidad.
Esperemos que haya un desenlace lo menos cruento posible, y que ese gran poder decisorio en estas situaciones críticas y de emergencia como son las Fuerzas Armadas actúen lo más al unísono y en favor del pueblo venezolano, su señor y soberano. ¡¡¡Suerte Venezuela!!!