VALÈNCIA. Will y Manolo son primos. Los dos proceden de Perú. No han visto el Machu Pichu pero Will bromea y dice que sí ha subido al Miguelete. En la actualidad Will vive en el Barrio de Malilla mientras que Manolo lo hace en la avenida Ausiàs March. Es viernes, mediodía del 29 de diciembre. Un año más los dos pasarán el cambio de curso en una ciudad de la que se sienten parte. Cuándo se les pregunta de dónde proceden, la primera respuesta que ambos dicen es: “De aquí, de València”. Los dos trabajan en la obra del Parque Central. Forman parte de la plantilla que está construyendo el nuevo corazón verde de la ciudad, un parque tan esperado como necesario en un momento en el que se ha vuelto a plantear la necesidad de una ciudad más ecológica. Y los dos saben de la importancia de este proyecto.
No son los únicos. Más bien al contrario. La mayoría de las personas implicadas en la construcción del Parque Central lo entienden como algo propio. Hay cierto proselitismo inconsciente. Los técnicos que han hecho real el diseño del jardín de Katrhyn Gustafson, por ejemplo, cuando hablan del proyecto lo hacen como los técnicos de una película o los de una construcción de referencia; así, defienden todas las alternativas que se han tomado y como mucho sólo se permiten una reflexión estilo: “Yo no lo habría hecho así pero…”. El ‘pero’ es siempre para dar la razón a la diseñadora. El jardín será de autora, tendrá una firma, pero el trabajo final es una labor de equipo. Así, el diseño lo concretó la UTE formada por Gustafson Porter, las valencianas Nova Ingeniería y Grupotec, y Borgos Pieper; mientras, la obra la ejecuta la UTE formada por Pavasal y Dragados. No hay protagonismos.
Para entender el Parque Central, la obra, se puede ver como una catedral medieval. Este templo de nuestro tiempo será el ágora donde se congregará un ejército verde sólo comparable al del jardín del cauce o el Parque de Cabecera. Los árboles que tomarán la ciudad van llegando. En esta primera tanda, que se inició hace ya meses, son 1.000. Es menos que la punta de este iceberg esmeralda porque en total serán 86.000 ejemplares entre árboles y arbustos. Desde la entidad Parque Central echan cuentas. Se ha plantado ya el 70% de esta primera entrega, unos 700 ejemplares. La tarea comenzó hace aproximadamente un mes y se inició con las especies arbustivas. Oxígeno para la ciudad. Y tierra. Toneladas de tierra que se apoderan del asfalto, que lo quitan. Vida a la postre.
Entre los que se encuentra trabajando con esa tierra, cerca del muro verde donde se ubicarán miles de plantas más, se halla Nicolás, vecino de Canyamelar, “del Marítimo” como dice él. Pasadas las doce del mediodía para un segundo y, a la manera de los agricultores valencianos de la huerta, levanta la vista para mirar el terreno sobre el que está trabajando, tierra ocre, pura tierra. “¿Cuándo lo inauguren vendrá a visitarlo?”. “Por supuesto”, responde de primeras, para acto seguido plantear su única condición: “si me dejan venir con mi perro, claro”. “El Parque Central tendrá una zona para la socialización de perros y animales domésticos que se ubicará en el lado recayente a Peris y Valero, cerca del viaducto de Giorgeta”, comentan miembros del equipo técnico mientras prosigue la visita. Nicolás, pues, sí podrá acudir.
Donde se está echando el resto estos días es en la ejecución de pavimentos, canales y fuentes, muros verdes, una vez finalizado el montaje de estructuras. En los próximos meses se montarán las jardineras de los muros, unas 1.300, y se plantarán las especies correspondientes. A primera vista parece que no haya muchas personas trabajando hoy, básicamente porque los ruidos que emanan de la zona no son muy elevados y están ahogados por el tráfico que la circunda. Pero en cuanto se están unos minutos allí se es consciente de la cantidad de profesionales que están implicados. Máquinas, excavadoras, es un no parar… “El clima está condicionando el programa de plantaciones ya que en el mes de octubre ha hecho mucho calor y no se han dado las condiciones más adecuadas”, relatan desde Parque Central. Esto ha provocado que las arbustivas se hayan empezado a sembrar en noviembre, aunque no hay mal que por bien no venga y ha permitido, a su vez, acompasar mejor los trabajos de recuperación de todo el complejo.
Así, las naves de Demetrio Ribes ya están acondicionadas y prácticamente listas para entregar a la ciudad. En el Ayuntamiento de València siguen deshojando alguna margarita en cuanto a los detalles de su uso, pero las nociones básicas están más que claras. La Nave 2 será para la Concejalía de Cultura, la 3 para la Universidad Popular, la 4 servirá para centro juvenil y la 1, la más grande, para la Concejalía de Deportes. El grado de ejecución de toda la obra se encuentra en estos momentos en torno al 70%, dicen desde la entidad. Conformada por el Ministerio de Fomento (Adif y Renfe), el Ayuntamiento de València y la Generalitat, su trabajo es técnico y ha permanecido al margen de los vaivenes políticos. Han visto cambiar gobiernos, nacionales y autonómicos; han visto caer presidentes, nacionales y autonómicos; han sido testigos de todo, pero ellos siempre han estado en su labor, un parque que por sus dimensiones y complejidad es casi la obra de una generación de valencianos para sus descendientes, sin distingos de colores políticos o tendencias.
En la cercana Ruzafa, donde tan caros de ver son los espacios verdes, se aguarda a la inauguración del parque. A él se podrá acceder de manera directa. También hay espera en Malilla, el otro barrio beneficiado, o en los bloques de vivienda como el Iturbi, que han pasado toda la vida mirando al Scalextric y ahora otean como crece un lago verde en sus lindes. El parque dará servicio también a distritos como Patraix. A la espera de derribar el muro que suponen las vías del tren, con un soterramiento que se da ya por seguro, la mera existencia del Parque contribuirá a cambiar radicalmente la vida de la zona. No hay fecha de apertura y aunque el alcalde Joan Ribó habló de marzo, en Parque Central prefieren no pillarse los dedos y les gusta más referirse a estaciones climatológicas, por tener más margen. La respuesta en su caso es “primavera”. Muy apropiado.
Ya está casi finalizando el vallado perimetral que separará esta fase del parque de las vías. Son algo más de 500 metros lineales y mide tres metros de altura. Junto al vallado, arboles pinos y arbustivas. De los espacios, la Huerta Jardín es quizás uno de los más avanzados. A falta de la plantación de las arbustivas, se está trabajando en las instalaciones de riego, bancos, canalizaciones… entre otros detalles. En el jardín de los Niños también se ha empezado la plantación y se trabaja en la ejecución de los espacios de juegos. Habrá carruseles, columpios, balancines, y también una zona con una plataforma deslizante, rocódromo y hasta mesas de ping pong; si Forrest Gump existiera, podría jubilarse en València.
Los muelles están ahora vacíos, son espacios grandes por los que circula sólo el aire, si bien en su interior albergan los inmensos cubos metálicos donde se han instalado los servicios. En estos muelles se ha planteado situar cafeterías y lugares de esparcimiento. El 3 está terminado y el 4 ya cerca de su conclusión. Pasear ahora por él es un privilegio. Es como estar en el interior de una promesa. No es lo que se ve; es lo que se intuye que se verá, que supondrá, que contendrá.
Uno de los elementos claves y definitorios del parque será la pérgola, de la cual ahora sólo hay instalada una pieza. Ésta se encontrará cubierta de plantas de plantas, rodeada de fuentes y canales de agua. Los jardines florales se comienzan a entrever así como el pavimento que recubrirá los caminos. Entre los operarios que lo está instalado se halla José, de Torrent, “a sólo 10 minutos de aquí en coche”, dice. José ase una de las grandes losas que conforman el camino y la deja en su emplazamiento. Con las manos llenas de polvo, risueño, dice que tiene ganas de verlo inaugurado. Cuando esté abierto anuncia que vendrá con sus hijos y sus nietos, y le dirá a estos: “Este suelo lo puse yo”.