La actriz se instala este fin de semana en La Rambleta con un monólogo sobre una abogada defensora de agresores sexuales que sufre una violación
VALÈNCIA. No importa cuándo leas esta entrevista. Por desgracia y con casi toda seguridad, la energía en el teatro que acoja la representación de la obra Prima Facie, estará condicionada por un nuevo caso mediático de agresión sexual a una mujer. El que nos ocupa estos días es la suma de tres nuevas acusaciones de violencia contra el cineasta Carlos Vermut. Pero de haberse representado la semana pasada, la indignación que coparía la sala sería la sentencia del caso Alves. Vicky Luengo (Palma de Mallorca, 1990) protagoniza este fin de semana un monólogo sobre los juicios que invariablemente soportan las víctimas. Su autora, la dramaturga Suzie Miller, es una abogada australiana que aparcó su trabajo para escribir, convencida del poder de los relatos para cambiar convicciones y, posiblemente, también, sistemas legales.
- Antes de hacer su debut en el West End con esta misma obra el año pasado, la estrella de Killing Eve, Jodie Comer, declaró que asumir este papel maratoniano no solo le requirió intensa dedicación y memorización, sino también una recalibración de su estilo de actuación para emocionar a un teatro en lugar de a una cámara. ¿Cómo lo has encarado tú?
-Yo lo tenía un pelín más fácil, porque llevo 20 montajes teatrales profesionales, así que el impacto de presentarme ante tanto público no me parecía tan abrupto. No reconfiguré mi manera de presentarme, hice la mismo que siempre que hago teatro, pero estaba aterrorizada.
- De hecho, tengo entendido que estás dejando el sueldo de esta obra en sesiones de fisioterapia.
- Voy bastante a menudo porque en esta función me tenso mucho y se me contractura una barbaridad la espalda, así que me ayuda a relajarme.
- El público sale haciéndose muchas preguntas, ¿cuáles te has hecho tú?
- La principal es qué le pasa a un cuerpo cuando es agredido sexualmente, porque estamos muy acostumbrados a hablar de lo que le pasa a la cabeza y a juzgar desde lo intelectual. Como sociedad, enjuiciamos a la víctima desde lo racional, planteando aspectos como la ropa que llevaba puesta o sospechando de su felicidad después de lo ocurrido. En contraste, esta obra lo que hace es dar un golpe en la mesa y decir qué le pasa al cuerpo.
- ¿Crees que la sociedad sabe distinguir lo que es una agresión sexual?
- Poco a poco la gente lo va entendiendo. Todos estamos de acuerdo en lo que es una agresión sexual a pie de calle, con una navaja en el cuello, pero no estamos tan acostumbrados a asumir situaciones donde la línea es más fina. Así que aún queda trabajo. Espero que la emoción de esta función se impregne dentro de la audiencia y luego les cueste olvidarla.
- La obra llega a València días después de la publicación en El País de nuevas acusaciones de agresión sexual contra Carlos Vermut, del mismo modo que fue noticia la semana pasada la condena al jugador del Barcelona CF Dani Alves, y a finales del año pasado, el caso Rubiales. ¿Afecta la actualidad mediática a la energía que emana el auditorio?
- ¿Cuál ha sido el momento en el que una agresión sexual no ha sido actualidad? Parece que la gente no quiere verlo ni asumirlo, pero es una constante. De modo que mi interpretación no cambia nada porque las agresiones contras las mujeres siempre están de actualidad.
- ¿Crees que los casos que te he citado son un indicativo de avances en la sociedad?
- Sería irresponsable decirte que no, porque mi abuela lo pasó mucho peor que yo. Pero es un tema muy complejo al que no se le puede pedir una solución simple. Hay que respetar que la gente necesite su tiempo para entender y gestionar estas situaciones. Vivimos en una sociedad patriarcal súpermachista y lo fundamental para que esto cambie es modificar la educación, porque los jueces que ponen las leyes, al final. son gente como tú y como yo, que han nacido en un sistema patriarcal y no están por encima a nivel moral ni de conciencia, sino que actúan como el resto de la sociedad, influidos por haber sido educados en una sociedad machista y patriarcal, aunque cada vez nos revisemos e intentemos ser mejores.
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A la actriz, en las últimas semanas se le acumulan los reconocimientos y la exposición pública. Este jueves, 27 de febrero, estrena en Prime Video, la adaptación seriada de la saga literaria Reina Roja, de Juan Gómez Jurado, y acaba de encadenar el Premio Princesa de Girona Arte 2024, por "su naturalidad y convicción para expresar -desde la humildad, el talento y el tesón- el amor por su oficio, el cine, el teatro y la televisión", con el Fotogramas de Plata por la obra de teatro con la que este fin de semana se instala en La Rambleta.
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- Tanto en Reina Roja, donde interpretas a un prodigio de la inteligencia que exterioriza sus nulas habilidades sociales con una actitud a la defensiva y la pose encorvada, como en Prima Facie, donde muestras lo que ocurre en el físico de una persona que ha sido agredida sexualmente, has desarrollado un profundo trabajo corporal. ¿Es algo común en la preparación de todos tus papeles?
- Cada personaje requiere que le dediques un tiempo a pensar en cómo se configura y se coloca su cuerpo. En el caso de Prima Facie, lo tuve clarísimo: al inicio tenía que ser un cuerpo grande, sano, que acabara empequeñeciéndose, ocupando menos espacio, porque es lo que ocurre en un cuerpo que ha sido víctima de una agresión sexual. En el caso de Reina Roja, usé esta curvatura porque pensé que las personas que viven con ansiedad y experimentan ataques de pánico y depresión se cierran mucho.
- Más allá del plano físico, ¿qué impacto personal ha tenido en ti Prima Facie?
- Me ha enseñado a intentar ser menos exigente conmigo misma y a no tener tanta necesidad de control. Después de afrontar un monólogo de 110 minutos, tan duro y que te exige tanta exposición personal y emocional, ya no me exijo un resultado rápido, ya no pretendo alcanzar la perfección a la primera.
- En Prima facie das vida a una abogada penalista que sufre una violación, y la protagonista de Reina roja también busca hacer justicia. ¿Qué has aprendido sobre la diferencia entre ley y justicia en estos dos proyectos?
- Como tú distingues, creo que existe la justicia y existe la ley. Son dos cosas diferentes y sería genial que fueran de la mano, pero no siempre es así.
- ¿En qué se diferencia el impacto del audiovisual en sus espectadores y espectadoras del teatral?
- En el teatro, ves en directo una emoción, mientras que en el cine es un truco, lo que sucede en una serie o en una película es idéntico todos los días. En cambio, lo que ocrrre sobre el escenario está pasando de verdad. Así que te modifica diferente. No puedes mantenerte impermeable ante la emoción que te genera el teatro, porque hace que el cuerpo de los espectadores sea poroso, se mete dentro.
- A Miller le conmociona ver a gente entre el público llorando en el patio de butacas. ¿También a ti?
- La energía en el teatro es recíproca. Yo me alimento de lo que de los espectadores sienten, así que mi monólogo cambia según los rostros que tengo delante. Me impacta mucho darme cuenta de la cantidad de personas que han sufrido y sienten dolores con esto.
- Imagino que saldrás exhausta de cada función, ¿de dónde extraes la energía para atender a las personas que luego se dirigen a ti a la salida?
- La suerte de hacer este tipo de obras tan duras es que me permite sentir que lo que hago genera un debate. Yo me vacío, pero luego me lleno de vuelta del amor de la gente. Es verdad que a veces tengo que poner un poco de distancia, sobre todo con las personas que vienen a contarme las agresiones sexuales que han sufrido, porque es demasiado arduo de escuchar.
El premiado monólogo se representa en La Rambleta y bebe tanto de Homero como de Safo, Anne Carson, Pedro Lemebel y Luis Cernuda