Hace unos días el teniente general en la reserva, Gan Pampols recordó en una brillante conferencia la máxima que hemos escuchado varias veces: “en una guerra la primera víctima es la verdad”, reconociendo que la comunicación y la manipulación de la información son claves en los escenarios bélicos.
La realidad es que la invasión rusa en Ucrania lleva más de un mes dejándonos la sangre helada, y en estos días los reportajes fotográficos de la masacre en la ciudad de Bucha han puesto de manifiesto la capacidad de destrucción y de infinita maldad que también posee el ser humano. Una realidad que podemos conocer y con la que debemos empatizar, pese al dolor y la dureza de las imágenes, gracias al trabajo de los fotoperiodistas, es decir, los profesionales de la fotografía dedicados al periodismo. Uno de ellos, el español Santiago Palacios, ha publicado un completo reportaje con anotaciones a modo de bitácora.
Las guerras son la máxima expresión de la maldad y la capacidad de hacer daño que poseemos los seres humanos, y no sólo la acción física de eliminar al contrario es algo deleznable y condenable, la estrategia para que el mal triunfe tiene muchas derivadas y sin duda una fundamental es el uso de la información, la manipulación de los mensajes, la capacidad de mentir o de utilizar medias verdades. Si pensamos en una de las etapas más terribles de la historia reciente, el nazismo, y nos dijeran que le pongamos nombre al horror, además del de Hitler como máximo representante de esa época negra, muchos recordarán el de Goebbels, el todopoderoso ministro de propaganda del régimen nazi, por la importancia que tenía y tiene la comunicación pública.
Seguro que recuerdan todos los periódicos nacionales en papel cubiertos con el faldón “Salimos más fuertes”, propaganda del gobierno de Pedro Sánchez para transmitir un falso mensaje de positivismo mientras la verdadera gestión sanitaria y de material para el personal de hospitales era caótica cuando no negligente. Además, el número de muertos, la paralización de la actividad económica y la previsible crisis económica que se vislumbraba, eran motivos de sobra para reconocer que es una temeridad cuando no una perversidad total, afirmar que íbamos a salir (los que saliéramos) mejor que antes de vivir una situación así. A los hechos me remito, que todos los males no vienen de la invasión sobre Ucrania, aunque en otra muestra de manipulación de la realidad, ahora todos los problemas estructurales de la economía española son cosa de Putin y su locura bélica.
La verdad es la víctima de demasiadas cosas, pero los responsables públicos que deben velar por el bienestar de todos y que deben gestionar los recursos de todos, deberían con mayor celo y respeto buscar la verdad y no crear su verdad ni ocultar los hechos. Estos días, los medios se hacen eco del proceso judicial contra la vicepresidenta del Consell, la segunda representante del gobierno autonómico valenciano, Mónica Oltra, por la responsabilidad de su Conselleria en el caso de la menor abusada por su exmarido. Entre toda la información, quizá no tanta como si la responsable del Consell militara en el PP, porque si esto le sucede a un responsable público de un partido de la derecha, estoy convencido que la dimisión inmediata no habría sido suficiente y que llevaríamos meses con este asunto en portada a diario. La cuestión, pese a todo, es que estos días se ha publicado uno de los interrogatorios del juez Vicente Ríos a la actual directora territorial de la Conselleria de Igualdad, Carmen Fenollosa, si ven y escuchan uno de esos fragmentos verán con total claridad que la verdad no está de moda en las instituciones cuando los hechos reales son duros o van contra el mensaje político o los intereses partidistas.
Hay una expresión que se suele decir mucho en las charlas y sesiones motivacionales, eso que conocemos como psicología positiva y formación o desarrollo de la inteligencia emocional. Siempre se dice que, para ser un buen profesional, hay que ser buena persona, parece obvio, pero es fundamental ir al origen de cada uno. La recta actitud, la conciencia de obrar con bondad y de no dañar a los demás es algo que no por básico deja de ser crucial para que, a la hora de convivir y desarrollar nuestra actividad profesional, lo hagamos de la manera más justa y honesta y creemos espacios de entendimiento con relaciones sociales y profesionales sanas. La verdad es la víctima y con ella todos somos víctimas cuando nuestros representantes la retuercen, la manipulan o la crean a su libre albedrío. Y por desgracia ocurre en tiempos de guerra y en tiempos de paz. Como leemos en el famoso pasaje del evangelio de San Juan: “La verdad os hará libres”.